Y
finalmente, nos ponemos con las series, que también es tiempo de acabar con
estas cositas. A lo largo de este año he visto la nada despreciable cantidad de
432 capítulos de 30 series diferentes.
De
acuerdo con mis reglas, destacaré sólo aquellas en las que haya visto el ÚLTIMO
capítulo a lo largo del año y pueda estar seguro de que están terminadas,
valorando así la serie completa y no sólo temporadas sueltas. Por ello, casi
que podéis olvidaros de series eternas o novedades con mucha futuro por
delante.
La
primera de ellas que quiero destacar es Roma Criminal. Una
pequeña propuesta italiana de dos temporadas en la que se narra la entrada del
grupo mafioso del Libanés en Roma, allá por los años 80. Nadie como los
italianos para contar historias de Mafias. En este caso, no tenemos el glamour
del Padrino o la campechanía de los Soprano. Estamos hablando de los bajos
fondos de una ciudad en crisis, por lo que tenemos mafiosos cutres, con muy
mala leche y que no se cortan lo más mínimo. De fondo, se perciben todos los
sucesos que marcaron la política del país durante esos años, además de la
intervención de unos servicios secretos que uno no acaba de saber bien de qué
parte están. Unos actores que derrochan autenticidad y unos guiones bien
pensados redondean una serie que tiene mucha menos fama de la que merecería.
Tres estupendas temporadas (de 11 capítulos cada una) que se meriendan con buen
vicio.
Y
por fin acabó Juego de Tronos.
A pesar de su irregular final, pocas series han derrochado tantos medios para
meterse en la pequeña pantalla tan a lo grande. Cada una de sus ocho temporadas
ha monopolizado las conversaciones del momento, llevando el concepto del spoiler hasta fronteras nunca esperadas.
Con una serie tan conocida, no hace falta es necesario recordar las bases de la
serie: Sexo, violencia y dragones en una serie repleta de grandes actuaciones,
momentos estelares y batallas que quitan el hipo, mientras se nos narran las
luchas intestinas de los Reinos de Poniente en la lucha por obtener el Trono de
Hierro y dominar el mundo. Aunque el final sea algo mejorable, es de las series
que todo vicioso de estas cosas debería ver (si no lo ha hecho ya).
La
otra serie que voy a destacar también es de la HBO, estrenada a rebufo del
final de Juego de Tronos, aprovechando un extraño impass en el que no había
otra serie importante. A pesar de su única temporada, sus seis capítulos se
bastaron para cortar la respiración de todos los espectadores, rememorando o
descubriendo uno de estos momentos en que el mundo paralizó. Estoy hablando de
la miniserie Chernobyl, que narra,
a medio camino entre el documental y la dramatización, los hechos que llevaron
a la explosión de la famosa central nuclear y la posterior gestión de los daños
causados. Actuaciones de primerísimo nivel se complementan con un guión férreo
lleno de verosimilitud y una puesta en escena al alcance de las mejores
superproducciones de cine. Imprescindible.
En
fin, ésta es la conclusión de mi resumen del año. Seguro que dentro de esta
marabunta de recomendaciones de todo tipo encontrarás alguna propuesta
interesante con la que disfrutar, pasar un buen rato y, quién sabe si cambiarte
la vida.
¡NOS
LEEMOS!
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