De un tiempo a esta parte, el objetivo de (casi)
cualquier compañía estriba en sacar películas con potencial de saga de una
manera cada vez más y más exagerada. Cada año, encontramos algunas que
fructifican, permitiendo a sus creadores vivir de ellas durante unas cuantas
temporadas, estirando el chicle todo lo posible. No es extraño, entonces, que
el estudio Ilumination aprovechara para sacar Gru2 después del exitazo de su
predecesora. Luego los Minions se independizaron en un claro (y simpático)
ejercicio de marketing que convertía a estos petisos carambanales en auténticos
memes andantes. Como la taquilla rendía con ganas, tocaba seguir abusando de la
gallina de los huevos de oro y así la tercera entrega de Gru llegó a nuestras
pantallas.
¿Dónde estamos ahora? Después de los hechos de Gru2, el
malo maloso de buen corazón se ha convertido en uno de los mejores agentes del
bien que la humanidad pudiera soñar. Pero ¡ay!, la aparición de un malvado de
serie de dibujos ochentera provoca que Gru sea despedido porque patata.
Mientras intenta limpiar su nombre (¿), un hermano secreto aparece para poner
fin a sus problemas de una vez por todas. Por su parte, Lucy intenta con todas
sus fuerzas cumplir el papel de toda mujer decente (ejem ejem): cuidar de sus
hijos y apoyar a su marido pase lo que pase. Entremedias, Agnes busca
unicornios y los minions se toman unas vacaciones –sin tampoco tener una clara
razón para ello-.
Si bien el argumento es cuanto menos endeble, la saga
nunca ha destacado precisamente por su profundidad. Lo que el espectador ha
buscado en Gru es un entretenimiento ligero, con buenos chistes y un poco de
aventura. Nunca fueron películas para ver con exigencias ni han buscado la más
mínima trascendencia, pero funcionaban a su modo, como refresco tonto para el
verano. Extraña entonces que no podamos encontrar nada de esa diversión en Gru3.
Empecemos por su antagonista. Una vez se diluye la
sorpresa de su carismática aparición (lo mejor de toda la película), nos
encontramos con un malo de opereta repleto de histrionismo ochentero. Es un
personajillo insoportable para cualquiera que tenga más de ocho años que no
tiene más motivación para ser el malo que ser el malo. Esto no le impide
bombardear con un torrente de chistes y guiños que fracasan al intentar apelar
a la nostalgia: Los niños no los entienden y los padres bostezan con un recurso
del que ya se ha abusado con mucho más tino.
¿Los personajillos amarillos? Apenas aparecen. Tal como
ocurría con Scrat en Ice Age, se desentienden totalmente de la trama principal
para tener un mini-corto con poco sentido y menos gracia. En él, se dedican a
interrumpir el poco ritmo de la película con una trama que transita entre la
vergüenza ajena y la acrobacia mortadélica.
Se hace también evidente la falta de ideas argumentales.
No es que sean incapaces de forjar un armazón con el que sostener cuarenta
minutos de película –que lo son-, es que todas las historias del batiburrillo
de cortos en que se basa el film están más que vistas, incluso son reconocibles
las excusas argumentales de relleno, típicas de aquellas series que se han
quedado sin nada que contar pero que aun así se ve en la necesidad de añadir
paja para completar la temporada. Ideas pobres desarrolladas con menos ganas:
Hermanos secretos, caprichos sin sentido, what if extraños…
Todos estos defectos, asi como cualquier otro detalle
puede perdonarse si el resultado es divertido, si el film tiene un guión ágil,
buenos diálogos o chistes que funcionen. Para no desentonar, no encontramos
nada de ello, con los peores gags que hemos visto en toda la saga. A destacar
la escena de la cena en que los dos hermanos se acaban de hacer amigos, con
diálogos de besugos indignos de aparecer en Papá Piquillo.
Ni siquiera la animación se sostiene, pues a pesar de los
años transcurridos, Gru3 tiene la peor calidad de toda la saga, con un
movimiento de personajes más cercano al slapstick Cartoonetworkiano. La
cuestionable decisión de introducir elementos ochenteros a la imaginería Gru
chirría continuamente, con unos diseños que apenas tienen detalles a recordar
más allá de los curiosos minions presos (que tampoco es que estén muy allá).
En conjunto, deja la sensación de que se trata de una
película que se ha estrenado porque en contabilidad decían que debía sacarse.
Los peluches, las camisetas y los estuches estaban preparados para salir al
mercado, así que tocaba conseguir un impacto mundial que si no, no se vende. Da
igual que el guión sea una anchoa, la animación esté hecha a desgana y apenas
haga gracia. Se estrena y punto. En fin, una película inferior incluso para los
estándares de la animación infantil, que no divertirá mucho a los más pequeños
y apenas entretendrá a los sufridos padres que vean la película. Por lo menos
dura ochenta minutos, así que pronto podremos empezar a hacer otra cosa.
A pesar de la decepción generalizada, ha reventado las
taquillas como nunca, por lo que probablemente veremos una nueva entrega en un
par de años (a ver, si de Ice Age o Piratas del Caribe siguen sacando secuelas
a cada cual más cuestionable, porque de Gru no podría hacerse?)
Nota: 2
Nota filmaffinity: 5.6
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