Durante mi exilio escocés, mi hermano decidió hacer una
visita sorpresa para descubrir el país y de paso provocar un pequeño cambio en
mi rutina. Como la isla es la que es, coincidió con tres días de tormentas bien
consistentes (con granizo bien gordote), así que no había más remedio que
abusar de Netflix para hacer tiempo por las tardes en las que no se podía ni ir
al pub. Como la idea de este festival fílmico casero era la de desconectar y
apagar el cerebro un ratillo, apetecían películas chorras, como la primera que
nos pusimos. Goldmember.
Cuando fui al cine a ver esta película, allá por 2002, el
tema de parodiar a Bond estaba ya un poco gastado, especialmente tras ver la
película de 007 de ese año (Muere otro
día), así que no es que estuviera muy motivado. Curiosamente, salí con la
conclusión de que Austin Powers era incluso menos absurda. Pasado este tiempo, al volverla a ver, me di
cuenta de que Goldmember ha satirizado la línea temporal de James Bond antes de
que ocurriera. Primero: las “cosas raras” de Spectre – convertir la animosidad
entre hermanos en el conflicto principal entre Bond y Blofeld – ya salía en
Goldmember, con Powers y el Dr. Maligno. En realidad, es justo lo contrario:
Blofeld odia a Bond por ser el hermano (adoptivo) mayor que ve en Bond el niño
mimado de la familia, mientras que el Dr. Maligno, huérfano, no sabe que él y
Powers son hermanos y pasan a colaborar en cuanto lo descubre…. Pero igualmente
la coincidencia es sorprendente. En Goldmember, la broma se mofa sobre las tonterías
casuales como ésta que suelen aparecer en las historias de espías que no saben
cómo tirar para adelante. Ahí es donde toca felicitar a Austin Powers. Es una
parodia tan bien hecha que se ha creado una imagen, y ya pocos la consideran
como una “parodia de” sino como una película de ¡Poooowerrrrrssss!
A estas alturas el tema de espías cachondamente patosos
está algo más trillado (kingsman, Johnny English), e
incluso los espías serios se tiran a estas cosas (Spectre), pero en su
momento, la salida de Austin Powers levantó polvareda como pocas. Divirtió y
escandalizó a un porrón de gente, con su extraña mezcla de absurdez y
escatología. En ésta, su tercera entrega, se sigue la rutina de un guión
disparatado en el que embutir todas las chorradas posibles, sometiéndote a un
bombardeo de gags por todos lados… sin perder la referencia de su trama (vale,
muy Austin Powers, pero consistente a su modo).
A cargo de TODO el tinglado (guión, dirección y unos
cuantos papeles) tenemos a un Mike Meyers más desatado que nunca, que lo da
todo en un papel pasadísimo de rosca, divertidísimo si eres capaz de degustar
su “fino” humor. El Dr. Maligno, Gordo Cabrón y el propio Austin Powers, unos
personajes loquísimos que se han grabado a fuego en la imaginería popular. No
olvidemos tampoco a un autoreferencial Michael Caine (mismo personaje que haría
posteriormente en Kingsman xDD), que estoy seguro que se lo pasó en grande en
el rodaje; además de Beyoncé, en la que es, probablemente, su mejor actuación.
También hay que felicitar a Mike Meyers por su habilidad para introducir un
chorrón de cameos sin que por ello se resienta la trama. Si es que, una vez has
visto la película una vez, puedes repetir y jugar a ver cuántas caras eres
capaz de reconocer (John Travolta, Steven Spielberg, Kevin Spacey, Danny
DeVito, Tom Cruise, Britney Spears, Ozzy Osbourne and family o Gwyneth Paltrow…)
El doblaje en español corre a cargo del cómico Florentino
Fernández que también dobló a Mike Myers en la anterior entrega. Sé le nota más
suelto y acomodado al personaje mejorando el trabajo realizado en la segunda
parte. Muchos de los gags son juegos de palabras difíciles de traducir a otro
idioma así que en ocasiones se opta por adaptar los chistes al humor español
como cuando Austin y su padre hablan utilizando las expresiones de Chiquito de
la Calzada.
Una mención especial para Verne Troyer, recientemente
fallecido, que encarnaba a uno de mis personajes favoritos de juventud, el
inclasificable MINI YO. Alcohol y depresión, mala combinación. DEP
Pero bueno, concluyendo. Austin Powers – Miembro de oro
es una película realizada por un desvergonzado para gente con ganas de reír y
muy poca vergüenza ajena. No pasará a la historia por su argumento (tan nimio
que ni lo he comentado, baste decir que no molesta en absoluto) sino por su
horterismo, su búsqueda del absurdo y por la enorme cantidad de chorradas que
Meyers es capaz de meter en apenas 90 minutos. Es una película para
descojonarse a lo bestia, justo lo que necesitábamos cuando lo necesitábamos.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 5.0
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