Después
de arrasar las taquillas de medio mundo con la trilogía de Matrix, los (por
aquel entonces) hermanos Wachowski podían permitirse hacer cualquier cosa.
Nadie les diría que no. A pesar de cinco años de silencio desde la irregular
conclusión de la saga, su prestigio seguía intacto y la Warner no se atrevió a
rechistar cuando anunciaron que iban a adaptar un mediocre anime setentero que
casi nadie recordaba. Pobres.
Ya
en la perversa presentación del logo de WB contemplamos, un aviso de lo que se
nos avecina: un caleidoscopio de lucecitas y colorines, una orgía de colores y
escenarios virtuales (¿todos?). En fin, un videojuego llevado a la pantalla
grande con toda su desmesura y su falta de lógica. Realmente, estuve toda la
película buscando mi mando con el que poder manejar el bólido blanco y
conseguir que Speed Racer (toma nombrecito) ganara la carrera. Esta improbable
mezcla entre Mario Kart y ForzaMotorsport desborda casposa excentricidad por
los cuatro costados. Desde sus factorías Willywonkianas hasta sus carreras por
parajes imposibles, pasando por su imaginería retrofuturista sin ningún atisbo
de msesura, Speed Racer mezcla la estética de las carreras Indy de los setenta
con los sueños húmedos del Philip K. Dick más desnortado. Con esta película,
las Wachowski demuestran que pocos creadores están a su altura en cuanto a
poderío visual (y que están a la altura de casi ninguno en el resto de
apartados xD).
Si
algo duele –y mucho- al ver Speed Racer es el poco sentido de su guión.
Condensa en 150 minutos la trama completa de los 52 capítulos del anime Mach GOGO GO! (Meteoro en España), precursor de los Oliver y Benji que tan famosos se
hicieron posteriormente. Si alguien se atreve a ver hoy día algún episodio de
este anime perdido en el tiempo, podrá sorprenderse con la baja calidad de su
animación, la abundancia de sucesos sin sentido y los erráticos giros de su
trama. Las Wachowski trasladaron la imaginería de la serie, sus personajes y sus
elementos distintivos a la gran pantalla sin ningún tipo de adaptación al
medio, con el consiguiente despliegue de diálogos besugueros y situaciones
incomprensibles (Piloto X con la máscara y las gafas de sol puestas cuando se
va a la cama, por ejemplo), amén de la presencia de un chimpancé y un humano de
su misma talla y cociente intelectual…
Pero
bueno, centrémonos en su argumento: Una familia de pilotos // constructores de
bólidos, los Racer (gran apellido) se propone luchar contra las mafias que
amañan los resultados de las carreras por medio de participar en las mismas y
derrotarles sobre la pista (!); para ello, mandan a su mejor piloto, Speed
(todavía mejor nombre) a competir una suerte de circuitos imposibles y sortear
trampas y artificios propios del ínclito Pierre Nodoyuna. En ese sentido, nada
que no hayamos visto desarrollado con más acierto en propuestas tan
cuestionables como Cars o Aviones. El ritmo brilla por su ausencia en esta
sucesión caprichosa de excéntricas carreras que sólo emocionarán a los más
pequeños de la casa.
Sin
embargo, si somos capaces de apagar la lógica, podemos entretenernos
disfrutando de las impresionantes tomas de las carreras y la sensación de
velocidad que generan los bólidos. En el fondo… ¿es una película? ¿No es acaso
un precursor de los streamers videojueguiles de hoy en día? Centrémonos: Los
alocados circuitos que dan patadas a la lógica son las diversas fases que un
anónimo jugador debe superar para pasar el juego, la profundidad de los
diálogos y el “prodigioso” trabajo de sus actores conforman los videos entre
nivel y nivel y, sobretodo, el apabullante apartado visual no es más que el
músculo de la consola de turno dando todo lo que tiene para demostrar que nos
hallamos ante un AAA de las carreras. ¿Acaso no comparte características con el
videojuego siguiente?
Misma
profundidad argumental, mismas patadas a la lógica y mismas excentricidades
divertidas. Puede que Speed Racer provenga de un anime, pero es un videojuego
convertido en película con el mínimo de cambios.
Este abuso del croma es una
buena muestra del onanismo que las Wachowski han demostrado a lo largo de su
carrera: Es un “hacemos lo que nos da la gana” en toda regla. Por ello, se hace
dificil catalogarla dentro de unos parámetros normales. Es una mamarrachada sin
sentido, pero ¿puedes apreciar su estética videojueguil y disfrutar de su
originalidad? Mi recomendación sería que
narcotizases un poco (bastante) el cerebro, reunieras a unos amiguetes con unas
birras y la pantalla más bestia que puedas encontrar, para así deleitarse con
una interesante vacuidad sin más expectativas que disfrutar con todas las
flipadas técnicas que se te arrojan. Puede que el conjunto sea una patata, pero
ahora mismo lamento no haber ido a ver Speed Racer en el cine cuando tuve
oportunidad.
Nota:
N/A
(Este engendro no puede calificarse de ninguna manera, juega en otra liga)
Nota
filmaffinity: 4.9
Publicado previamente en CInéfagos AQUI
No hay comentarios:
Publicar un comentario