La primera noticia que tuve de la existencia de una nueva
versión de Robin Hood (y por Ridley Scott además) fue en un viaje a Paris. El
trayecto en autocar desde Beauvais hasta la ciudad estaba plagado de pancartas
anunciando a “Robin de los bois”. Entre los coleguillas y que éramos bastante
más jovencitos, nos pasamos todo el viaje haciendo chistes con los boys de
Robin y sus gallardos caballeros. Luego tampoco es que me molestara mucho en ir
a verla hasta que, bueno, le llegó su turno un puñado de años después.
Robin Hood ha dejado de ser el hijo de un noble caído en
desgracia, sino el hijo de un picapedrero (¡) que destaca por sus capacidades
militares, tanto por su habilidad en combate como liderando a los pobres
ignorantes que deben morir en batalla. Al volver a Inglaterra con el cadáver de
Ricardo Corazón de León (¡!), las circunstancias le obligarán a hacerse pasar
por el marido de una Lady Marian de armas tomar (¡!!), posición que deberá
aprovechar para desbaratar una conspiración de la corona francesa para
destronar a Juan Sin Tierra (¡!!!).
A pesar de que se vende (lo pone en la portada de muchos
carteles) como la historia real jamás contada, la película que nos va a
desvelar todo lo que ignorábamos sobre Robin Hood y nunca nos atrevimos a
preguntar, este Robin Hood no tiene NADA que ver con ninguna de las anteriores
versiones fílmicas del mito ni, obviamente, con el relato original que da lugar
al personaje. A decir verdad, lo único que reconocemos en el film es el nombre
de los personajes, porque lo que Ridley Scott nos encasqueta no es otra cosa
que la tercera película que ha hecho de Gladiator (la segunda es El reino de los cielos). La ha vuelto a
rodar, ha cambiado tres cositas de ambientación y enga, p’alante.
Se convierte entonces en una propuesta previsible, que
desprende un aroma a ya visto muy decepcionante. No diremos que es aburriada ni
que está (muy) mal hecha, pero en conjunto no aporta nada novedoso ni
interesante al manido género de los proyectos de blockbusters.
Sigue siendo un proyecto de Ridley Scott, por lo que el
apartado técnico es impecable. Si hay algo que sabe hacer bien, es rodearse de
grandes profesionales. Luego los coordina con acierto y de ahí sale una
película que desprende solidez y buen hacer. A la que investigas un poco su
manera de hacer películas, el guión final de la película se va improvisando
casi sobre la marcha, con chorropotocientas reescrituras continuas en cada
momento a partir de una vaga idea con la que ha conseguido la financiación.
Esto provoca que a veces salga el pastiche que sale (Prometeus, Exodus, El reino de los cielos). Otras
veces, no se sabe muy bien porqué, el guión se redondea con gracia, complementa
la buena puesta en escena (esto nunca falta) y tenemos un nuevo exitazo en
ciernes (Blade Runner, Gladiator, Marte). Cada nueva película es una moneda lanzada al aire, de la que
espero ver por qué cara ha caído. Como ya habréis podido deducir, Robin Hood entra en el saco de los
pastiches.
El Deja vu que
provoca la película es bestial. Rodada con el automático puesto, recuerda en
todo momento cosas que ya hemos visto. Para empezar, Rusell Crowe, que repite
el papel de Máximo Décimo Meridio que tan famoso le hizo. Se cambia un poco el
traje pero ya, es el mismo personaje. Luego Cate Blanchett sigue siendo
Galadriel, quizás un poco menos mística pero igual de sobrada y letal. Mark
Strong es el malo maloso de mil secretos, como ha hecho siempre. Igual ocurre
con el resto del elenco. Todos repiten el papel que saben hacer y, sin realizar
un ejercicio de virtuosismo, cumplen con solvencia su papeleta.
Notable también es el esfuerzo en la fotografía y los
escenarios, bien trabajados y construidos, con el esfuerzo artesanal que
siempre le gusta al director, especialmente cuando goza de presupuestos
abultados (200M$!). El esfuerzo del equipo de atrezzo es descomunal y, desde el
punto de vista de la recreación, se nota que se ha puesto ganas por parecer
verosímil (que no digo acertado, ojo ;)). La banda sonora, aunque reciclada de
Gladiator, cumple con eficiencia, sabiendo poner el tono épico cuando toca. Por
su parte, la mano de Scott se nota en la construcción de las escenas,
especialmente las de acción, con la solidez y la enjundia que este director
suele crear. Se ven bien hechas, con empaque. Lo dicho, un puñado de gente
capaz que hace bien lo que sabe hacer.
El problema viene cuando te paras a mirar el guión, y es
que… bueno… vaya sarta de disparates. Duele ver como en medio de un ambiente
pretendidamente verosímil, en el que te has dejado los cuartos para que quede
bien resultón, decidas tirar para adelante con un guión que manda a tomar
viento la lógica a cada paso. Cada personaje tiene sub-trama propia,
normalmente con poco sentido y que luego no se molesta en cerrar, se producen
errores de continuidad, con Russell Crowe sabiendo cosas que “no puede” saber
(entre otras cosas), se apela a la épica y a valores éticos MUY modernos que no tienen sentido en el film y,
encima, aparecen por ahí personajes secundarios puestos con calzador porque
estaban en la historia original (Little John y su gran martillo, el monje
borracho porque el monje borracho) a decir su frase y no volver a tener
importancia en el resto del film. Si es que me disgusta que un despropósito de
este calibre eche por tierra lo que venía siendo un trabajo muy sólido en el
resto de aspectos de la película.
Insisto, acepto que se modernice el mito clásico. Incluso
que se mande a tomar viento la historia original en virtud del remake y de
presentar un nuevo punto de vista que explique “el origen nunca contado y tal y
tal” (al fin y al cabo, this is Hollywood)
pero si te gastas 200M$ de la Universal, por lo menos cúrrate un guión decente,
¡que apenas llegaste a cubrir gastos! Esta versión de la leyenda es una
sucesión de hechos mal engarzados que no vienen de ninguna parte ni van a
ninguna parte, careciendo por completo de emoción, solidez, pasión o sentido.
Por lo menos, se le debe reconocer que no llega a
aburrir, pero bueno, uno siempre espera algo mejor de Ridley (suerte que luego
se redimiría un poco con Marte que si
no… ). Lo que podría haber sido una película decente fracasa por tener una
historia cuyo desarrollo no tiene sentido y fallos de continuidad por doquier.
Al final, acaba siendo un mejunje raro bastante mejorable, que decepciona
todavía más sabiendo de quién viene.
Nota: 2
Nota filmaffinity: 6.1
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