A lo largo de la década de los setenta, Mel Brooks nos
brindó un buen puñado de deliciosas parodias de diversos géneros
cinematográficos. Curiosamente, la ciencia-ficción no fue uno de los géneros
que tocó. Alguien se lo recordó años después, por lo que Mel Brooks decidió
salir de su retiro y parodiar la mayor saga intergaláctica: Star Wars
El implacable (y estúpido) Imperio galáctico oprime el
Universo con puño de hierro. Su mayor adalid, el infame Casco Oscuro, viaja de
planeta en planeta con sus destructores para robar todo su aire, destruyendo
así a sus enemigos y perpetuando la tiranía ejercida por el Imperio. Una nueva
esperanza aparece cuando la suerte está del lado de los buenos y, aunque el
Imperio contraataque, el retorno del héroe estará presto para triunfar sobre el
mal mientras nos desternillamos en el camino.
Cada vez que veo las películas-parodia de Mel Brooks me
asombro al contemplar la diferencia que hay respecto a sus equivalentes
actuales. Nuestro desnortado director no se contenta con hilar un puñado de
gags mordaces, no. La loca historia de
las galaxias es una película que se sostiene por sí sola, pues tiene un
argumento coherente y una historia que contar. Partiendo de este armazón,
Brooks se dedica a ridiculizar con ingenio y mala idea todos los tópicos del
género. La cantidad de chistes y gags que llegan a embutirse en la película es
simplemente descomunal. Incluso a veces tienes tres o cuatro chistes ocurriendo
a la vez, con lo que descubres nuevos detalles a cada vez que la vuelves a ver.
La loca
historia de las galaxias se dedica a dar la
vuelta a cada escena de la archiconocida Guerra
de las Galaxias para choteo del personal. Los wookies se transforman en
hombres perro, el Halcon Milenario es una Furgoneta intergaláctica, Casco
Oscuro es la versión más idiota posible de Darth Vader… Para que nos hagamos
una idea, las historias se parecen tanto que Brooks tuvo miedo de que George
Lucas quisiera denunciarle por plagio (e incluso ganar). Con la idea de curarse
en salud, le presentó el guión a Lucas antes del rodaje para así contar con su
aprobación y evitarse líos. Curiosamente, los continuos ataques de risa que
provocó al visionario director consiguieron que no sólo no se molestara con el
homenaje sino que incluso tomó parte activa en su producción, poniendo los
recursos de ILM y otros restos de la producción original a disposición de
Brooks. Por ello no debe sorprender el empaque que muestra en su puesta en
escena, con unos medios y unos efectos especiales mucho mejores de lo que
pudiéramos esperar.
La
única condición que puso Lucas fue que no podía haber merchandising de esta
versión de la película. Brooks reaccionó a esta prohibición del modo más
descacharrante: ¡Cada elemento que aparece en pantalla se convierte en merchandising
dentro de la propia película! (tienda de souvenirs incluida).
Podría
rellenar páginas y páginas explicando pormenorizadamente como se ha desglosado
cada icono original en esta desnortada adaptación. Como no quiero aburriros,
destacaré dos momentos épicos que casi me hacen caer del asiento: La escena de
Alien (inolvidable) y la pelea de anillos láser que deben empuñarse desde la
entrepierna. Simplemente descomunales.
Por cierto, el propio Halcón Milenario está aparcado en el
espaciopuerto-bar de carretera espacial.
Si os fijáis, no he comentado nada sobre los actores o
sobre la música. Realmente, sólo se puede decir que cumplen a la hora de dar el
pego, excepto el inconfundible Rick Moranis que hace un Casco Oscuro tan
maligno e impactante que llega a hacer sombra incluso al propio Darth Vader
(¡Peinad el desierto!).
La loca
historia de las galaxias es justo
eso, una loca historia de las galaxias que se las pinta sola para llenar
noventa minutos de absurdeces más grandes que un piano y de las chorradas más
grandes que uno pudiera imaginar. Con ella, el descojone está asegurado,
haciéndose ideal para ver en cualquier momento y acabar con una sonrisa de
oreja a oreja.
¡Que la suerte os acompañe!
Nota: 8
Nota filmaffinity: 5.7
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