Los títulos más
representativos del anime japonés consiste en series eternas, con multitud de
arcos argumentales, rellenos impropios y unos altibajos de calidad que
transmite la sensación de series estiradas hasta el límite. DragonBall, Naruto,
Bleach… Son referencias dentro del género, definitorias de un estilo y una
manera de hacer las cosas, pero que palidecen ante los productos más medidos,
con un final previsto y trazado desde un inicio. Propuestas como Cowboy Bebop o Death Note son quizás menos conocidas y menos populares, pero sí
mantienen una calidad más definida a lo largo de sus capítulos. Estas pequeñas
propuestas permiten ver algo diferente, con más toques de originalidad y
frescura, como es el caso que nos ocupa hoy, Tiger
and Bunny.
HeroTv es el canal
estrella de la ciudad de Sternbilt City (una especie de mezcla entre Tokyo y
New York). La televisión funciona como un enorme reality show donde participan
los súper-héroes de la ciudad (llamados NEXT), mutantes con poderes que
compiten para progresar en una clasificación dónde obtienen puntos por detener
delincuentes o salvar vidas humanas, todo ello retransmitido en directo por
televisión.
Los NEXT deben actuar en
todo momento. Son estrellas y tienen patrocinadores (reales) que satisfacer,
galas y concursos benéficos a los que acudir, fans persiguiéndoles y una vida
privada filmada por las cámaras. El protagonismo de la serie recae en Wild
Tiger, un veterano NEXT venido a menos, que, en un desesperado intento de
relanzar su carrera debe aceptar convertirse en side-kick de un novato con sus
mismos poderes llamado Bunny.
La sugerente premisa del
reality show con X-men se refuerza con el hecho de que los capítulos que vemos
son, en su mayoría, transmisiones "directas" del programa. Con lo que contamos
con todo lo que podríamos esperar en un gran hermano: cámaras subjetivas,
seguimientos por helicóptero, coaching continuo por parte de los realizadores
(“no les detengas aún, que estamos en publicidad”), un exageradísimo product placement , estrellas
que deben cuidar su estilo y sus eslóganes, el sillón del confesionario…
Como en una competición pseudo-deportiva,
es difícil no coger cariño a uno u otro y desear su victoria más allá de la
trama como tal. Los capítulos, autoconclusivos al inicio y con un par de arcos
argumentales posteriormente, permiten profundizar en unos personajes muy
trabajados. La serie se detiene en cada uno de ellos el tiempo suficiente para
que conozcamos sus objetivos en la vida, los problemas de su día a día y qué significa ser un héroe para cada uno de
ellos, pues para algunos es un trabajo, otros quieren ser famosos y hay los que,
simplemente, quieren ayudar a la gente.
Todos los
personajes están diseñados para ser productos de merchandising tal como se
haría en el mundo real, ya sean colecciones de cromos, figuras, pósters…
Detalles que aperecen en la propia serie y que, como deber ser, puedes comprar
por un módico precio. No se dejan ningún detalle para crear una imaginería rica
y original que pide a gritos más espacio para desarrollarse.
Kotetsu es impetuoso, idealista y metepatas, Bunny Barnaby es un tio bueno de revista que quiere ganar dinero y que guarda un par de secretos ocultos en el zurrón. Blue Rose es una tsundere con un pavo encima que no sabe que hacer con él. Fire Emblem es un travesti con un sentido del humor muy puñetero (y mucho estilo). Sky High es el típico héroe yanqui que luego demuestra tener más profundidad de la esperada. Rock Bison es un español muy bruto, muy motivado y, obviamente, con poco cerebro. Origami Cyclone es quién tiene los poderes menos útiles, lo que le provoca muchos problemas de autoestima y, finalmente, Dragon Kid es una loli muy machorra con muchas dudas sobre lo que se espera de su feminidad.
Después de unos
capítulos autoconclusivos para que conozcamos a los personajes, la aparición de
súper-malos conforma los arcos argumentales principales con obvios ecos de obras de
envergadura como X-Men, Juez Dredd o incluso Watchmen. En cierto modo es un slice of life de acción al que le cuesta un poco arrancar, pero que una vez lanzado, consigue un crescendo de bandera. La mezcla inspirada de
influencias da lugar a un guión ligero y fácil de seguir, con poca profundidad pero muy redondo y sobretodo con un final más que satisfactorio, que deja todo atado y bien atado.
La animación de la serie es una simple delicia, con un HD que realza su trabajadísima imaginería.
Desde el punto de vista gráfico es de lo mejorcito que podemos encontrar en los
animes de Japón. El diseño aprovecha de la mejor manera el CG para conseguir una acción dinámica y vibrante, que consigue pegarte al asiento sin dejar de ser para todos los públicos. Su diseño diferencial es su mayor acierto pero ¡ay! también su mayor defecto.
HeroTV no deja de ser un programa japonés, y todos sabemos que los japoneses
son unos horteras enfermizos, con lo que casi cada capítulo contiene una o dos escenas de las que duelen a la vista. No por la composición en sí, sino por los añadidos y el cómo se espera de una estrella nipona se comporte en público.
Su historia transita por todos los lugares comunes del género de superhéroes pero su planteamiento la hace inesperadamente original. La acción se equilibra bien con la intriga para componer un
entretenimiento muy logrado sin apenas altibajos. Si cogemos un gran cómic de la Marvel y lo pasamos por un filtro nipón, el resultado sería Tiger and Bunny. El horterismo que
destila en algunos capítulos puede hacerse doloroso (el capítulo del concierto
es grotesco) pero eso no debería impedir disfrutar con una trama que entra
como nada y una serie que se devora de principio a fin.
Lo mejor de todo es que
es una serie cerrada. 25 capítulos de 25 minutos (y tres OVAs con historias
paralelas autoconclusivas) muy bien aprovechados y plenamente disfrutables.
Nota: 7
Nota filmaffinity: 6.9
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