Vamos
avanzando en la Cesta’13. En este caso, llegamos al libro Nº46
Título:
Brooklyn
Autor:
Colm
Tóibin
Traducción:
Ana Andrés Lleó
“Eilis Lacey es una chica de
familia humilde que no encuentra trabajo en el pequeño pueblo del sudeste de
Irlanda en el que vive, de modo que, cuando se le ofrece un puesto en
Norteamérica, no duda en aceptarlo. Poco a poco, Eilis se abre paso en el
Brooklyn de los años cincuenta y, a despecho de la nostalgia y los rigores del
exilio, encuentra incluso un primer amor y la promesa de una nueva vida.
Inesperadamente, sin embargo, las trágicas noticias de Irlanda le obligan a
regresar y a enfrentarse a todo aquello de lo que ha huido.”
Después
de vidas heroicas y aventuras en las que se pone en juego el destino del mundo,
quizás venía bien encontrarse una historia simple sobre una mujer agradable que
emigra de un lugar a otro. No se trata precisamente de un drama sobre la
emigración y de la lucha por salir adelante, como podemos encontrar miles de
ejemplos, no. Eillis tiene contactos al llegar a Nueva York, empieza con un
trabajo, un colchón y, realmente, no tiene unos especiales problemas para salir
adelante. Lo que encontramos más bien es una novela más costumbrista sobre la
vida de una chica cualquiera de Irlanda que, por circunstancias, tiene que
marchar y rehacer su día a día en un lugar más ¿libre? donde no se acaba de
sentir a gusto.
Ahí estriba el mayor valor del libro, su capacidad para transmitir la sensación de desarraigo de la protagonista. No se sentía a gusto en su casa, no se siente a gusto en Brooklyn y, cada vez que empieza a estar cómoda en su situación, algo pasa que la vuelve a hacer sentir extranjera. Pues después del primer cambio (el viaje inicial en barco es impagable) y empieza a sentirse (ejem) a gusto con su vida, se ve involucrada con una familia italiana y, cuando debe volver a Irlanda, se nota cambiada, incapaz de volver a la vida que tenía apenas un par de años antes. Como alguien que se ha trasladado bastante de casa en los últimos años, me he sentido muy identificado con este sentimiento.
Eso
no hace que me sienta especialmente identificado con el personaje principal. Eilis Lacey es una chica de pueblo especialmente tímida
que no desea otra cosa que pasar desapercibida, una pusilánime incapaz de tomar
de tomar una decisión. Su pánico a cualquier tipo de confrontación la lleva a
adaptarse para prever incluso la más mínima probabilidad de tener un conflicto.
Esto provoca que se deje llevar por el devenir de la vida sin tener ninguna
iniciativa (hasta que no puede, claro). Por ello, destaca por su carácter
reservado, dolorosamente pasivo y especialmente dedicado a hacer lo que se
espera de ella.
Tal
como describe el propio autor “era difícil hablar con ella, ya que su madre
parecía tener preparada cualquier palabra que ella pudiera decir” y tenía “una
manera de hablar que parecía invitar a no responder”. Como buena mujer
cumplidora de las reglas y de lo que se espera de ella en la sociedad del momento,
todas sus aspiraciones para con la vida vienen condicionadas con la posibilidad
de encontrar un hombre adecuado y quedar supeditada a él. La poderosa
influencia del catolicismo en su día a día contrasta con la modernidad con la
que acepta según que posiciones antirracistas (no es capaz de comprender el
racismo como actitud) y el lesbianismo (que separa del amor).
El resto de personajes, teniendo en cuenta la longitud con la que se retrata a la protagonista y la brevedad de la novela, no tienen espacio para ser desarrollados y presentan un perfil más monodimensional. Sin embargo, esto no los convierte en nombres que pasan por allí, ni están mal trazados. Son caracteres simples y funcionales, pero bien dibujados.
La
intención del autor parece ser, en todo momento, centrarse en retratar con
sinceridad el vaivén de unas vidas llenas de cambios, donde casi cada personaje
sufre cierto desarraigo, como si no pudieran vivir allá donde desearían. Esto
se retrata con un estilo lleno de elipsis, en el que los hechos parecen gritar
cosas muy diferentes de las que se dicen y donde los silencios son la base de
la comunicación. Sorprende el cuidadoso tacto con el que se muestra la
comunicación no verbal y todas aquellos mensajes implícitos que no se
verbalizan, pero que están presentes, que debes inferir con acierto si no
quieres meterte en un lío.
Tal
como se ha venido hablando, nadie debería esperar emociones fuertes ni amores
imposibles ni epopeyas más allá de la vida. Tóibin retrata una vida cualquiera
de una mujer anónima que, en el fondo, no tiene nada que contar. NI los hechos
que se repasan son especialmente interesantes, ni avanzan a buen ritmo.
Aceptaremos (y destacaremos) que se nos cuenta todo espléndidamente bien, pero
ahí acaba el libro, no tiene más que eso.
El giro más destacable se halla en su desenlace. Cuando –una vez más- Eilis parece haberse reconciliado consigo misma, se ve obligada por las circunstancias –y por su incapacidad para tomar decisión alguna- a volver a cambiar de vida y renunciar a aquello que la ha hecho feliz. Ahí radica la única brizna de rebelión de la protagonista, en la que, por una vez, toma las riendas de su vida hace lo que quiere, comportándose egoístamente, feliz por la decisión, pero acongojada por el peso que ello tiene en su conciencia. Esta dualidad está bellamente representada y consigue que despida el libro con un mejor sabor de boca que el aburrimiento con el que estaban transcurriendo las páginas.
Lo más curioso es que tardé más de 50 páginas en darme cuenta de que se trata del libro en el que se basa la película del mismo nombre, protagonizada por Saoirse Ronan. No es que cambien muchas cosas, pero debo reconocer que la trama gana mucho al trasladarse a la pantalla, pues se solventan muchos de los problemas de ritmo, además de la calidad de la actuación de Ronan, que permite ganar muchos enteros a la propuesta. Por una vez, la película es considerablemente mejor que el libro.
Resumiendo:
en Brooklyn no pasan demasiadas cosas
que tampoco son especialmente interesantes. Está muy bien escrito y el retrato
del personaje principal, de sus sentimientos y su sufrimiento interior se plasma
con talento y buen gusto, pero no se puede destacar nada más para provocar que
tenga ganas de seguir leyendo. Id a por la película, que cuenta la misma
historia y se disfruta más.
Nota: 3
Nota goodread: 3.76/5
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