viernes, 25 de septiembre de 2020

One Piece: Stampede

Como cada año y medio de publicación de un anime de éxito, los estudios japoneses sacan su película especial para llenar los cines de fans. One Piece ya tiene un buen puñado de ellas (X), siendo casi todas capítulos alargados, contando en noventa minutos lo que habitualmente se explicaría en apenas media hora. Este estilo había cambiado recientemente, con propuestas como Strong World  o Gold, que constituían películas por si mismas con un argumento concreto (más o menos peregrino).  ¿Qué nos iba a ofrecer entonces Stampede? 

Pues ni un capítulo, ni una película. Con el objetivo de celebrar el veinte aniversario de la publicación del anime (y los que quedan), Takashi Otsuka se marca un fan service muy mamarracho del tamaño de un campanario en el que cualquier lógica argumental queda supeditada a la oportunidad de poner a un personaje haciendo una escena molona. El sentido ni está ni se le espera pero se las arregla para que TODO el mundo se pase por la película y la líe.

La excusa para ello es que se celebran los “Juegos Olímpicos Piratas” (ejem ejem), por lo que todos los Piratas olvidan sus diferencias y se lanzan a competir en una serie de pruebas en pos de un premio algo difuso, por medio está la Marina, los servicios secretos, el ejército rebelde y un malo maloso del que nadie había oído hablar pero que es súper-ultra-mega poderoso.

Como siempre en estos casos, se gasta cero tiempo en presentar a los personajes. Si no sabes quienes son, no sé qué haces aquí. No obstante, la animación destaca por su viveza, acumulando toneladas de detalles en pantalla, que se mueven con una fluidez muy superior a la que el anime ha presentado durante casi todos sus años. A ello se le añade un extraño orden en el caos controlado que pone a cien a cualquier fan del género. Las coreografías mantienen la imaginación que caracteriza a One Piece, con el mimo de otorgar un momento de gloria a todo personaje del que se acuerdan. Evidentemente, encontraremos personajes fuera de sitio, reacciones extrañas e incoherentes, colaboraciones imposibles e incluso personajes muertos que vuelven a aparecer por ahí. Toda lógica queda supeditada a la espectacularidad y vaya si les funciona. One Piece: Stampede tiene poco sentido, pero provee de un espectáculo visual con un ritmo frenético desde el inicio hasta el final.

Además, tiene la gracia de que el bombardeo de chistes al que se te somete cuando no vuelan las tortas funciona sorprendentemente bien. Los guiños más obvios, las chorradas más estúpidas o los destellos de ingenio más buscados aciertan una y otra vez. Te descojonas mientras flipas con las tortas, así da gusto.



Y es lo que busca la película. Una vez te das cuenta de que esta es la onda y no intentas pedirle otra cosa, pues hay que reconocer que funciona a la perfección, haciéndote disfrutar de cada momento con la gracia de descubrir cada nuevo cameo. Los “¡Oh, es este personaje!” se suceden, incluyendo a algunos que no veíamos hace más de diez años. Hay toneladas de referencias a la propia y extensísima obra, incluso leits motivs musicales antiguos recuperados para la ocasión. Podría estar llenar páginas sólo con todos los detallitos que aparecen aquí y allá. Lo dicho divertidísimo.

One Piece: Stampede celebra por todo lo alto los veinte años de la serie con una propuesta ideal para cualquier fan de la serie. Pasa de cualquier otra consideración para ser un Fanservice de primera calidad, que nadie había pedido pero que se ha ofrecido para molar todo lo molable. De fans, para fans, como da gusto ver cuando apagas el cerebro un rato.

 

Nota: N/A

Nota filmaffinity: 6.7

 

Por otro lado, me sorprendería que algún profano le llegue encontrar el más mínimo sentido a los fuegos artificiales que se nos tiran a la cara con toda esta energía. 

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