Creo que la última vez que escribí aquí ya me disculpé por mi falta de
tiempo para sentarme un rato y empezar a juntar letras. Esto no es que haya
mejorado en absoluto (al contrario, diríamos), pero parece que tengo una tarde
tonta por aquí en la que rellenar un poco este blog tan olvidado.
El impulso y la excitación inicial por repasar la filmografía de Villeneuve
se ha disipado, pero no por ello dejaré de escribir algunas cosas sobre las películas
que me dio tiempo a ver antes de perder el control de mi tiempo. El film que se
trae hoy a colación es Incendios, la
película que procuró fama internacional al director canadiense, tras triunfar
en los festivales de cine y conseguir una nominación a los
Oscars para película de habla no inglesa.
Un par de mellizos asisten a la lectura del testamento de su madre, una
refugiada libanesa que ha tenido una existencia apacible tras veinte años en
Canadá. El documento les revelará un impactante secreto: Su madre, que creían
una apocada secretaria, resultó tener un pasado como importante líder de la
guerrilla que luchó contra el ascenso de los musulmanes mucho tiempo atrás. En
su última voluntad les pide que encuentren a su padre y a un hermano que no
llegaron a conocer con el objetivo de revelarles un último secreto que
permanece oculto. A regañadientes, los dos hermanos deben partir a un Líbano en
reconstrucción para desentrañar quién fue, en verdad, su padre.
Incendios es un film que se toma su inicio con una calma desmedida, pero que va empujándote lentamente. Minuto a minuto te vas imbuyendo en una historia cada vez más intrigante, explotando en unos treinta minutos finales que llevan tu alma a lugares inesperados, con una resolución que muchos desearían y casi ninguno consigue. Quizás la primera hora desconcierta, pues se hace difícil entender hacia donde te lleva el director. No es hasta el final que todo lo explicado cobra sentido (y vaya si lo hace) pero el trago anterior puede hacerse indigesto a más de uno.
A lo largo de la película podremos ver como cada personaje es un incendio
en sí mismo. Arrastran un fuego en el alma que les impele a vivir. El fuego de
la rabia que quema y nos lanza a realizar actos que normalmente nunca
cometeríamos. El fuego del deber que nos obliga a seguir luchando cuando no hay
esperanza de éxito. El fuego de la venganza que nos lleva a destruir a los que
creemos responsables de nuestra suerte. El fuego de la curiosidad que nos llama
a sumergirnos por rincones en los que no deberíamos hurgar… El fuego que todo
tenemos en nuestro interior: la vida.
Estás reflexiones podrían ser esperables en un director que afronte la
madurez de su vida, sorprendiendo encontrarlas en un joven que apenas tiene
cinco películas a sus espaldas. Villeneuve ha creado una historia llena de
complejidad, en la que cada diálogo se haya imbricado en una suerte de madeja
que conduce hacia un final que deja sin aliento, con un cinismo y una mala
leche muy inesperada en un creador tan joven como Villeneuve.
De la misma manera, Villeneuve hace de la escasez virtud, aprovechando
admirablemente los pocos recursos de los que dispone para dar lugar a una
película con una fotografía estupenda y una puesta en escena muy bien cuidada.
Un par de cualidades que uno no espera encontrar en una propuesta de
presupuesto tan reducido con tal abundancia de exteriores. Los actores
protagonistas tienen cierta experiencia dentro del cine canadiense, aunque no
se han prodigado en el extranjero. Por ello, son desconocidos para el gran público,
pero no por ello se quedan atrás en su buen hacer. Aprovechando el complejo
guión que les ha tocado en suerte, se las arreglan para componer con acierto
unos personajes verosímiles a pesar de hallarse en situaciones extremas e
improbables.
Sin embargo, todo este gran trabajo no impide que Incendios sea una película densa, que se arrastra lentamente hacia
un destino que no parece obvio hasta casi el final de su metraje. Su total
falta de ritmo constituye una exigencia para un espectador que debe implicarse
activamente en el visionado para no perderse entre la maraña que Villeneuve
teje para él. En efecto, se necesita estar curtido o tener buenas reservas de
paciencia para no mandar la película a tomar viento antes de su desenlace.
Aunque su final compensa con creces el desconcertante planteamiento, es
probable que haya espectadores que no compren en resultado y salgan asqueados
de este film.
Después de todo, constituye una película casi onanista, en la que
Villeneuve realiza un alarde de calidad tan gratuito como impresionante (cómo
se gusta a sí mismo este tío), pero que no tiene porqué interesar a un
espectador que no comulgue con las neuras del director. Visto a posteriori, se
entiende que arrasara en los festivales internacionales ya que tiene es punto de
excentricidad y de exhibición de talento (casi) al servicio de la nada que
suele premiar estos certámenes.
Incendios es una película extraña y desconcertante. Puede no ser fácil entrar en su
juego, pero guarda un buen premio para el que esté dispuesto a penetrar a
través de la tremenda densidad de sus capaz. A medio camino entre el drama, la
road movie y la película bélica, contiene un poco de todo y un poco de nada.
Tan presta a aburrir como a fascinar, quedaría recomendada para los curtidos en
el cine más árido, que seguro disfrutarán con el puzzle que nos presenta el
director canadiense.
Nota: 8
Nota filmaffinity: 7.7
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