Con “Deadpool” me ha vuelto a pasar. Ya no sé cuántas películas de Marvel
digo que “esta no voy a verla, que el personaje no me interesa”. Y mira, otra
vez que acabo yendo al cine. Y vaya suerte con la decisión. El descojone es de
bandera.
A pesar de pillar con el pie cambiado al común de los mortales, cualquier
fan de los cómics sabrá que Deadpool no es un héroe al uso. Es un personaje
extraño que recibe filias y fobias por igual, pero que nunca ha sido de los que
dejan indiferente a nadie. Malvado de Spiderman en su concepción, pronto
consiguió identidad propia y se independizó con su historia aparte,
convirtiéndose en la parodia seria/gamberra de los cómics de superhéroes desde
dentro de la propia industria. Los que le conozcan de las viñetas sabrán que
Deadpool es un personaje muy pasado de página, llevando al extremo la
socarronería de Spiderman, con el humor negro de Batman y la mala leche de
Punisher.
Dentro de todo el panteón de personajes disponibles, es al que veía más
difícil de adaptar. Demasiado bruto para hacer una película PG-13 como siempre
buscan las productoras y demasiado carismático como para aceptar una rebaja de
mala leche. Con el paso de los meses, se
anunció, para mi sorpresa, que no se iban a cortar por evitar una calificación
R. Está decisión tuvo como consecuencias obvias un presupuesto que no llegaba
ni a la mitad de las películas menores de Marvel. Compañía que tampoco tenía
muy claro qué hacer con la película con continuos vaivenes en la producción y
un porrón de cambios de guión y dirección no invitaban a nada bueno. Además, la
historia de los orígenes que parecía plantearse no era algo que me atrajera
demasiado. Todo ello me llevo a tomar la decisión de dejarla ir y gastar mi
tiempo en otras cosas.
Sin embargo… Vaya con el efecto de una buena –fenomenalísima- campaña de
publicidad. El desenfadado sentido del humor que se gastaba, las ganas que
tenía de reírse de sí misma y sus toneladas de frescura consiguieron que uno de
los personajes minoritarios y más odiados de la factoría Marvel se convierta en
un acontecimiento de tres pares de narices. Parecía imposible, pero, de alguna
manera, el héroe del caca-culo-pedo-pis por excelencia… ¡Molaba! Es que me
convenció para ir a verla sin llegar a importarme cuál fuera el argumento.
Deadpool se vendía como una película de puro entretenimiento y chistes
salvajes que nunca verías en el resto del Universo Marvel. Y finalmente, la
película es justo eso. Deadpool es una
parodia descacharrante de estas películas “vengadoras”, pero al mismo tiempo
sigue siendo una película Marvel con todo lo que ello conlleva. Sí. Marvel se
ridiculiza a sí misma y a su manera de hacer películas con una propuesta llena
de gamberrismo y autoparodia. Nadie como uno mismo para ponerse a caldo. El
argumento se reduce a la máxima expresión mientras la cantidad de chistes se
dispara. El bombardeo al que se nos somete es abrumador. Los chistes se
amontonan con poco orden, mezclándose guarradas con guiños metaculturales,
roturas de la cuarta pared, contestaciones ingeniosas, absurdeces varias y
chorradas autorreferenciales. Hay tantos que algunos se te harán vomitivos,
sí, pero el arsenal se despliega con
tanta gracia que seguro que habrá un buen puñado que funcione y te saque una
buena sonrisa.
Como buena
película introductora, se nos cuentan los “heroicos” orígenes del personaje y
se complementa con una suerte de trama completada con escenas de acción, un par
de los X-Men más secundarios (incluyendo un par de puyas sobre la falta de
presupuesto para fichar las grandes estrellas de la academia Xavier) y un malo
de lo más cutrillo. Los creadores saben que con su presupuesto no pueden
compararse con sus hermanas mayores y se regodean en ello. Su cutrez es una
cualidad de la que se presume como una gracia más de la que disfrutar (a pesar
gozar de más medios que el 90% de las películas de acción, ojo). Detalles secundarios como la aparición de Warhead (un amor), su gusto por la zafiedad y la
incorrección política y su estupenda (eso sí) banda sonora, la convierten en
una propuesta que aboga, con toda la intención y el talento, por el
entretenimiento puro.
El problema viene cuando el público incauto se acerca creyendo ver una
nueva de Vengadores (que no lo es ni por asomo) o el montón de padres que
llevan a los niños creyendo que tendrán aventurillas facilitas. ¡Ay de aquellos
que no saben qué película van a ver antes de entrar al cine! ^^ La película de Deadpool es gore, grosera y
desagradable. Y a buen seguro muchos estómagos la encontrarán gratuitamente
excesiva. Ahora bien, ¿no es acaso Deadpool un personaje obsceno y de mal
gusto?
Quizás lo que más me sorprende es su inmenso éxito a pesar de su
categorización para +18. ¿Será un punto de partida para que las majors se den
cuenta de que a veces es mejor ser fieles a uno mismo en vez de rebajar el tono
para obtener el famoso +13? No lo creo, especialmente viendo la falsa
infantilización de algunos súper-héroes que tanto Marvel como DC realizan.
Coñe, que me he encontrado La broma
asesina en una juguetería infantil…
A lo que íbamos y acabamos con esto, Deadpool es una
chorrada gigantesca que es perfectamente consciente de serlo y que se esfuerza
por meter la mayor cantidad de chistes en el menor espacio posible sin dejar de
ser “Marvel”. Las risas que me he pegado
no me las quita nadie, pero claro, si no casas con ese humor… la película no
vale nada.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 7.1
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