Ahora que un día de estos saldrá la temporada final del anime de Ataque a los Titanes (llevan mareando la perdiz demasiado), igual es momento de hablar del manga en que se basa la serie, que ya hace un año bien bueno llegó a su final, después de revolucionar las mentes de mucha gente en sus inicios, allá hace un buen puñado de años.
Ataque a los titanes nos sitúa en un mundo en que la Humanidad está a punto de perecer. Recluida en una suerte de fuerte último protegido por gigantescas murallas, se ve asediada por los llamados Titanes, unos gigantes babeantes de probada letalidad que parecen vivir únicamente para comer carne humana. Tras un asalto sangriento de estos Titanes, seguiremos las aventuras de tres huérfanos que entran en el ejército con el objetivo de vengarse y acabar con la amenaza. Obviamente, en el camino encontrarán mil entuertos que desfacer, además de muchos secretos en torno al origen de estos Titanes que sorprenderán al más pintado.
Lo que llama más la atención desde un primer momento es la novedosa ambientación de la que goza la historia. La imaginería parece provenir de una especie de Steam-punk retro-futurista de ambientación teutona, como si nos halláramos en uno de esos reinos del siglo XVIII pero luego traído muy al futuro. Se sabe diferente, especialmente cuando nos muestra toda la panoplia de recursos con las que se intenta combatir la Titánica amenaza, con un puñado de hallazgos de prodigiosa imaginación, como es el equipo de ataque aéreo y el jugo que se le saca al mismo. Todo ello constituye una de las variadas causas de su éxito.
Todo el que quiera saber el final de la historia, debería acercarse al manga. Sin embargo, hay una radical diferencia entre ambas propuestas. El anime goza de una animación mimadísima, de desbordante talento, con un hábil uso del ordenador y el 3D para que te puedas flipar con las coreografías aéreas y las abundantes peleas que encontramos. Adolece de ciertos problemas de ritmo y de una reiteración de escenas un poco exagerada, pero mola con ganas. Por su parte, el manga destaca precisamente por lo MAL que está dibujado. Abusando del esbozo e insinuando más que mostrando gran cantidad de escenas, puede echar para atrás de buenas a primeras, especialmente si venimos rebotados del anime. A cambio, goza de un ritmo mejor imbricado y de una mayor cohesión argumental, a pesar de que es bastante más feo. A muchos les costará acostumbrarse, aunque vale la pena.
Otro de los detalles
por los que Ataque a los Titanes es
capaz de volverse muy adictivo se produce en su gran capacidad de fascinar.
Calcula MUY bien cuánto del Universo te desvela y cuantos detalles te da, para
que te fascines y te sumerjas con ganas en su trasfondo y sus capítulos. Desde
un primer momento te muestra cuáles son los misterios, jugando acertadamente
con su resolución y cómo surgen continuamente nuevos enigmas con los que seguir
captando el interés. Sin contar un devaneo de intrigas políticas de unos 15-20
números que pronto se despacha para volver a la trama principal, goza de tener
un argumento muy compacto que dura lo que debe durar, sin dar una sensación de
alargamiento innecesaria (cosa que la serie no está pudiendo evitar). A pesar
de sus 10 años de publicación, parece una obra cuyo final estaba pensado (más o
menos) desde su inicio, resolviendo acertadamente todos los misterios que
plantea, sin que parezca que las presiones editoriales hayan influido
excesivamente a la hora de su creación.
Y, finalmente, llegamos al último detalle que hace de Ataque a los Titanes en una experiencia inusual es el gran índice de muerte de los personajes. Ahora quizás ya estamos acostumbrados, pero cuando salió, se hacía extraño que los personajes, con los que habías gastado un buen tiempo para explicar su trasfondo, para que los conozcas y les cojas cariño, morían como nada. A cada batalla, a cada ronda, encontrábamos una o dos bajas (o más), sin que el protagonismo llegara a ser garantía de supervivencia. Además, las muertes no tenían por qué ser heroicas, muchas veces eran banales, injustas, amargas e incluso estúpidas, remarcando mucho la futilidad de una lucha perdida de antemano. Algo se te muere en el alma cada vez que empieza un combate, pues no sabes si tu personaje favorito va a salir vivo de ésta o no.
Con este ratio de
muertes, se hace necesario tener un gran surtido de personajes. Éste es otro de
los puntos fuertes de la obra, con una gran (y rápida) caracterización de los
mismos. Es muy fácil tener unos favoritos, y son tan variados que, si no es
uno, es otro el que te hace gracia.
Destacan obviamente,
los tres protagonistas. Primero, tenemos al arquetípico protagonista un poco
torpe, pero esforzado, dispuesto a todo por cumplir su sueño. Es el caso de Eren Jaeger, un
chaval que se enrola en el ejército con el sueño de exterminar a todos los
titanes. Pura venganza y rencor desbocado que, con el tiempo, va adquiriendo
más conciencia del mundo que hay a su alrededor.
Le acompaña en sus
andanzas su hermanastra Mikasa
Jaeger (no),
una chica seria y huraña que pronto destaca por sus capacidades atléticas al
entrar al ejército. Se convierte pronto en una asesina despiadada, (casi) la
mejor a la hora de rebanar cabezas titánicas sin pestañear ni medio segundo. No
parece disfrutar con lo que hace ni tener apenas ningún impulso personal, más
allá de querer proteger al inútil de su hermano. Con el tiempo entenderemos su
reservada actitud y su extraña actitud para con Eren.
El tercero en discordia es Armin Arlert. Un chaval cobardica y torpe, que no acaba de saber muy bien por qué se ha enrolado. Se sabe a si mismo inferior a sus compañeros, flaquea en los momentos de tensión y lo único que quiere es no morir. Su destacada inteligencia lo hace ideal para ascender en la cadena de mando, pero allí empezará a tener problemas para tomar las decisiones que impliquen la vida de sus allegados. Hay momentos en que se hace especialmente irritante, pero en muchos casos, encarna la voz de la cordura entre tanta matanza indiscriminada.
Podría seguir con
una plétora interminable de personajes secundarios. Los hay para aburrir, todos
ellos con su punto que puede hacerlos más interesantes.
De entre ellos,
quizás el más conocido es el Teniente
Levi Ackerman, el mejor exterminador de Titanes
(con permiso de Mikasa), que se ve obligado a tomar a Eren bajo su cuidado durante
un tiempo. Un auténtico maniático de la limpieza, con una mala gaita descomunal
y bastante inepto socialmente, pero completamente implicado en la causa, transformándose
cuando se pone el uniforme y se prepara para la batalla. Odia al protagonista desde un primer momento
y no le pone las cosas fáciles, además de soltar un montón de one-liners a la
que tiene ocasión, simplemente, mola y se hace querer en su bordería.
Mi favorita es, sin duda, Sasha Blouse. Una recluta camarada de Eren que mantiene siempre una actitud alegre y optimista. No tanto porque lo sienta, sino como una manera de transmitir esperanza a la gente que tiene alrededor. Consciente de que cualquier comida puede ser la última, consagra todo su tiempo fuera del campo de batalla a conseguir alimentos y preparar nuevos platos de cocina. Le dedica un entusiasmo tal que saca de quicio a todo el mundo, especialmente si hay patatas cerca. La “loca de las patatas” es un rayo de luz que hace que el mundo se algo menos siniestro allí por donde pasa. Si es que se le coge cariño, jroñe.
Uno de sus aspectos más polémicos es que la obra defiende un militarismo de la sociedad sin ningún tipo de ambages, remarcando lo beneficioso que es para todos continuamente. Coquetea con el fascismo con bastantes ganas, lo que a veces chirría todavía más. Evidentemente, esto ha provocado buenas dosis de polémica a lo largo de los años, que el autor se ha encargado de compensar a base de proveer de un manga de calidad con el que se le “perdonan” un poco estos devaneos.
Porque lo más
importante es que Ataque a los Titanes
MOLA. A pesar de su feísmo, su pesimismo impenitente y su brutalidad, los
continuos giros argumentales vician con ganas, provocando que las ganas de leer
no dejen de aumentar. Puede que su militarismo eche a alguno para atrás, pero
se utiliza con gracia para componer un universo intrigante lleno de misterios
que se desgranan en su justa medida, siempre atento para volarte la cabeza
cuando menos te lo esperas.
Con el único bache
del desvío político que sigue el argumento (una lucha por el poder que dura
unos 20 números para después volver al punto inicial), la trama sigue un
crescendo cada vez más salvaje hasta que SPOILER
llegamos al time-skip que te descoloca totalmente y te obliga a replantearte
todo lo que has leído hasta ahora. La frontera entre los buenos y los malos se
diluye por completo, poniendo a prueba el sentido de la lucha y las lealtades
de todos. Los esquemas cambian tanto que te caes de culo, te levantas y te
vuelves a caer. Entiendo que mucha gente alucinara y otro montón se enfadara
con ganas. Yo soy de los que acabó fascinado por la osadía, ganándome hasta el
pitido final.
Un desenlace que
también trajo cola. No voy a entrar en detalles pero sí decir claramente que
(seguir a vuestro propio riesgo) todo parece indicar que se va a producir una
batalla final ultraviolenta entre XX y ZZ que, al final, se produce en off,
viendo sólo el desenlace de la misma. Esa falta de clímax loquísimo que acabara
con la historia no se produce y, claro, mucha gente se enfadó. Aparte de que no
satisfacía las ansias de muchos fans, obvio. Por mi parte, sin ser un final
apoteósico, no me pareció una mala jugada.
FIN DEL SPOILER
Para los completistas, existe también una película en acción real, tan en boga en las propuestas de Disney y en las adaptaciones de los animes. Esta adaptación tuvo sus dosis de polémica porque todos los actores son asiáticos (producción japonesa, como no), cuando en el manga se deja claro que el único personaje asiático es Mikasa (tiene importancia dentro de la trama), mientras que el resto deberían tener rasgos teutones. Esto no impide que, como suele ocurrir en estos casos, la película sea malísima, no sirviendo ni siquiera para explicar el primer arco argumental de la trama, con una calidad técnica más que cuestionable, a pesar del abultado presupuesto que manejan esta vez
Con unas
características muy marcadas: un dibujo feo (que en ocasiones parece
inacabado), un tono malsano lleno de violencia explícita, una trama
complicadísima que cuesta seguir y muchas ganas de traumatizar los corazones
sensibles, se trata de una obra muy recomendable. No es especialmente larga (34
Volúmenes) ni se estira innecesariamente, gustando a cualquiera que disfrute de
los mangas de acción y no tengan problemas a la hora de ver sesos desparramados
o cabezas volando.
Por otro lado, si no
sabes si los mangas no son lo tuyo, no es quizás, la mejor puerta de entrada
para introducirte en el mundillo. Café (del bueno) para cafeteros.
Nota: 8
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