viernes, 27 de junio de 2025

El gato con botas - El último deseo

Como quince años después de su anterior entrega, el segundo Banderas más sexy se vuelve a enfundar el traje de furro. No es que nadie hubiera pedido una secuela a estas alturas, por lo que mi enarcamiento de cejas cuando se anunció fue bastante considerable. Pero bueno, uno devora (casi) todo lo de animación, así que…

El gato con botas, secundario de lujo en las películas de Shrek y meme andante, había provocado risas estupendas cuando estaba de estrella invitada, pero se había estampado con ganas cuando tuvo su propia película. Así que uno no iba con muchas expectativas al empezar esta secuela tardía, consciente de que me iba a encontrar algo bastante malillo

Y voy y me encuentro con este videoclip inicial que me pone el ánimo por las nubes.

El último deseo se sitúa bastante tiempo después de las anteriores entregas. Aquí encontramos a un Gato con Botas muy veterano que empieza a ver demasiado cerca la muerte. Después de haber combatido ese miedo con una huida desesperada hacia ninguna parte, llega a la conclusión de que sus mejores tiempos han pasado y lo mejor que puede hacer es retirarse y vivir tranquilo el resto de sus días. Pero bueno, el destino tiene otras ideas y se ve obligado a cursar una última aventura, con la muerte pisándoles los talones y la posibilidad de redimir una vida repleta de excesos con un último acto de integridad.

No hubiera esperado yo juntar El gato con botas y formidable, pero es lo que encontramos aquí. El último deseo es una película simpatiquísima donde todo funciona a las mil maravillas. Con un argumento que hila las aventuras que nos  han hecho disfrutar durante tantos años con versiones irreverentes de los cuentos de hadas más populares, tenemos un festival de ingenio repleto de humor bien encontrado, chistacos afiladísimos y personajes entrañables que se hacen querer.

El argumento abraza el más difícil todavía con muchísimas ganas en una cabriola imposible que se abre melones como si no hubiera un mañana: la importancia de la familia en quienes somos, los amigos son la familia que construimos, saber aceptar que el tiempo pasa y los buenos tiempos no volverán, carpe diem, todo ello aderezado con traumas, problemas de ansiedad y cómo lidiar con ellos. No se olvida de añadir un MONTÓN de asesinatos, construyendo encima un mundo de fantasía que recoge un montón de referencias a los cuentos clásicos que desborda ingenio, y encima lo hilvana bien con la trama. ¿Se puede pedir más?

Por si fuera poco, tienes al prota más carismático que uno pueda encontrar. Tanto la animación como Antionio Banderas dan el do de pecho y Gato se hace querer con ganas. Además, a su alrededor hay un elenco de secundarios que son capaces de echarse la película a las espaldas sin inmutarse: Gatita Garrassuaves, Perrito (cómo le quiero), los tres Ositos o el Lobo Feroz (cómo le quiero). Para terminar, tenemos a Jack Horner como unn antagonista de los que no se olvidan, con una mala idea y un colmillo retorcido que sorprende en una película “para todos los públicos”.

La animación – muy deudora del Spiderverso combina estupendamente el 2D y el 3D reforzando tanto las escenas de acción (no hay más que ver el vídeo de arriba) como los momentos más emotivos (todo lo referente al Lobo Feroz, por ejemplo). El mundo que se crea es vibrante, se percibe vivo y tiene profusión de detalles que hacen un montón de gracia, tanto en los castillos como en las prueba épicas. Y no olvidemos toda la secuencia final, que sabe homenajear a lo grande a los grandes dibujos animados de siempre.

El peor defecto de la película está en su poco oportuno año de estreno. A quien se le ocurre sacar una película tan redonda justo el año de Pinocho. Casi cualquier otro año, El gato con botas – el último deseo se habría llevado el premio gordo en los Oscar de Animación, pero se tuvo que conformar con la nominación. No le dio suficiente con ser una estupenda y encantadora película de aventuras, repleta de creatividad, atractiva, divertida, con un colorido y enérgico lenguaje visual, una notable evolución de personaje, y mucho más cargada de madurez y profundidad de lo que parece a simple vista


Quizás por lo poco que esperaba de ella y lo mucho que me ha dado, pero El gato con botas – El último deseo es una estupendísima película de aventuras en la que todo funciona a la perfección: personajes carismáticos y tridimensionales, una trama madura y trascendente sin perder un épica de diversión, acción a lo grande, chistes bien metidos y una animación de bandera. 100 minutitos divertidísimos.

Nota: 10

Nota filmaffinity: 7.0 

lunes, 23 de junio de 2025

Black Adam

Uno más de los bandazos de este universo DC que tantos quebraderos de cabeza ha dado a los fans en los últimos años. En una suerte de reinicio, Black Adam era la obra que iba a cambiar el equilibrio en los Súpers. Nada iba a ser igual, ni el mundo DC ¡ni nuestras vidas!

Black Adam es un súper de un país ficticio pseudoegipcio que, después de miles de años en hibernación, despierta para recuperar aquello que fue suyo. Ultrapoderoso e incontrolable, la Liga de la Justicia Suplente se lanza para detenerlo, pero ¡ay! Black Adam no es un malvado. Tiene agenda propia y no es precisamente buena gente, pero detrás de todo este follón un mal primigenio acecha su oportunidad….

Dentro de los personajes de cómic, mis conocimientos de DC son más reducidos, así que no tenía ni idea de que este personaje existía. Al parecer es uno de los malos característicos de Shazam, que con los años se había transformado un poco en el anti-héroe de “vale, soy mala gente, pero existen malos mucho más malosos que yo, así que voy con los buenos”.

Esta película tiene su origen en que Dwayne Johnson quería entrar en el mercado de los súpers. Corrían tiempos extraños dentro de Warner (DC) y, dado el inesperado éxito de Shazam!, Johnson decidió buscar cuál era el personaje relacionado que le fuera bien (Black Adam en este caso) y montar una película en torno a él, reiniciando un poco el trasfondo y teniendo en todo momento la sartén por el mango a la hora de decidir qué se hacía. Así, si sonaba la flauta y tenía éxito (po’ dio’, es La Roca, ¿cómo no iba a tener éxito?), él quedaba como el amo y señor del (ahora sí) rentable DCuniverse, montándose en el dólar a lo bestia con las secuelas.

Así, juntó a sus amiguetes (Jaume Collet-Serra en la dirección, etc.), convenció (timó) a los directivos de Warner para que le pagaran la película mientras él mantenía un control total (y 40M$ de sueldo) y tiró para adelante en un proyecto que tenía por objetivo “reequilibrar” el universo de Súpers de DC. Encima, convenció a Henry Cavill para firmar una escena tras créditos un tanto polémica (Cavill había salido rebotado de su Superman harto de las intromisiones de la Alta Dirección de Warner) que no contribuyó a calmar los ánimos en el DC studio. Al final, la recaudación se quedó en la tierra de nadie entre el “no ha perdido dinero” y el “ha sido un éxito”, por lo que se especuló durante mucho tiempo si se seguía esta línea argumental, no, en qué condiciones… Tiempos de indecisión que hicieron que Warner perdiera todavía más dinero y se decidiera a hacer un reset duro del universo (de hecho, ya llevan tres resets desde entonces).

Si algo es Jaume Collet-Serra es un director muy eficaz. Black Adam no tiene nada especialmente sorprendente, pero es entretendida. No llega a molar, pero no aburre en ningún momento. En un mundo ideal, en un universo rodado, habría sido más que suficiente para contentar al espectador, pero claro, no eran tiempos corrientes.

Así, tenemos una película MUY diferente a todo lo que venía haciendo DC.  Siendo una película moderna, tiene un sabor añejo, como si de pre-MCU se tratara que la hace la mar de interesante. Las escenas de acción son ciertamente espectaculares, luminosas, llenas de fuego y explosiones, perfectamente seguibles. Muy académico, en ese sentido. No innova, no se arriesga, pero pone todo en su sitio y cumple a la hora de dar 150 minutos de entretenimiento. Si quisiéramos enseñar a alguien una película que constituyera el canon de lo que debe ser una de Súpers, Black Adam es uno de los mejores ejemplos de ello.

Además, tiene la suerte de tener a un Dwayne Johnson que sabe que se está jugando muchos cuartos, con lo que lo da todo para conseguir que Black Adam mole. Como es tan buen actor, se queda un poco a medio camino (o muy al inicio del camino), pero se nota que se esfuerza. El resto del elenco es un poco más funcional, obviamente no tan implicado. Entre ellos se nota un Pierce Brosnan, que levantando una ceja ya tiene más calidad actoral que la mitad del elenco junto y roba cada escena en qué aparece. Eso no impide que cada uno de los súpers secundarios se sienta distintivo, pudiendo reconocer los traumitas y poderes de cada uno sin especial problema.

Tiene el problema, eso sí, de un exceso de minutos que un ritmo “épico” no contribuye a arreglar. La trama recuerda mucho a las primeras películas de Súpers de los 2000, más simple que el mecanismo de un botijo, con un desarrollo muy obvio y sencillo, con el que te tienes que hacer el tonto muchas veces para que funcione. Pero bueno, no tiene más función que la de servir de armazón para las escenas de acción que vienen incluidas. Se agradece que no abunden los diálogos de besugos, e incluso se las arregla para meter detalles del Universo DC sin que parezcan impostados. Un poco de tijera aquí y allá para que las tortas y las explosiones no estén tan alargadas le habría venido muy bien, pero bueno, en peores nos hemos visto.

Cada vez que hablo de Black Adam con alguien me encuentro que tengo que defender una propuesta entretenida y funcional. Arrastra fama de película horrible cuando se halla sin  problemas dentro de lo “decente”. Pero claro, las ínfulas con que venía para revolucionar el mundo de los súpers, las ganas que tenían muchos de que La Roca se estrellara y los Snyder-fans han provocado que sea una película vilipendiada cuando su única culpa es la de nacer en un universo ya muerto y enterrado.

Black Adam es una película fácil, estruendosa y tonta. Como la película de súpers más académica que uno pudiera concebir, es un divertimento de acción palomitera con cero complicaciones. Constituye un acercamiento muy distintivo del de la Liga de la Justicia y, sin ser una  película que cambie la vida de nadie, proponía el inicio de un Universo (o una línea argumental) que me hubiera gustado ver desarrollada.


Nota: 6

Nota filmaffinity: 5.2 

sábado, 21 de junio de 2025

Lazarillo de Tormes (Anónimo)

Mira tú que libros que aparecen en la Cesta’13 (Nº73).

Título: Lazarillo de Tormes

Autor: Lázaro de Tormes (Anónimo)

“Lázaro es un muchacho desarrapado a quien la miseria obliga a emplearse como sirviente. Las inocentes y a veces justificadas burlas con las que Lázaro se defiende de sus amos son castigadas con una crueldad brutal. Así, garrotazo a garrotazo, la simpleza y credulidad del Lázaro de las primeras páginas ceden paso a la sagacidad y a la astucia propias del más clásico y típico de los pícaros.”

El Lazarillo es uno de los libros de cabecera que todos los chavales tienen que leer en el instituto. Como no puede ser de otra manera, me tocó leerlo con gran placer, recordándolo con gran cariño. Después de todo, fue de los pocos libros que disfruté de su año.

Veinte años después y con unos cuantos años más a la espalda, ¿habrá cambiado mi opinión sobre ella?

Este libro es la primera novela “picaresca” de la literatura castellana. Algo ya de por si un hecho de gran importancia literaria, sino que también es un buen libro por mérito propio. Escrito en 1553 (casi nada), es el pistoletazo de salida a un género que caracterizó el siguiente siglo. Este tipo de libros seguían un esquema común: tenemos a un chico pequeño, muchas veces el bastardo de una prostituta, que hace lo que puede en la vida que le ha tocado vivir, llena de privaciones, de un amo cruel a otro, con mil vicisitudes de todo pelaje. Afronta con ingenuo optimismo los reveses de seres ambiciosos, pretenciosos y detestables. Siempre pasa mucha hambre, pero como sabe ser ingenioso, acaba por salir adelante.

La historia – contada en este caso por un Lázaro ya adulto – no intenta ser divertida, ya que sólo retrata la hipocresía de la sociedad, pero se las arregla para contener un buen puñado de chistes  que harán reír a más de uno. La atmósfera es realista y deprimente, poblada de un puñado de personajes memorables (mi cariño para ese ciego cabrón y al escudero que prefiere pasar hambre a revelar que es pobre y pasa apuros). El tono es deliciosamente irónico, muy propio de la picaresca castellana.

Lázaro empieza con un amo ciego que le maltrata, salta de ahí a un clérigo que sólo le da cebollas mientras guarda el pan bajo llave, un escudero más pobre que las ratas, un fraile corrupto… pero poco a poco su vida va mejorando, aprende a leer, prospera y consigue un trabajo honrado y una mujer que le es fiel (jé). Siempre mejorando, pero siempre mostrando una sociedad llena de trapicheos, hambre y gente que hace lo que sea para salir adelante.

Leyendolo hoy en día, sorprende lo fácil que entra. A pesar de las burradas que propone, no se pierde en ningún momento un tono de comedia muy bien encontrado. Después de todo, si no es por los chistes, costaría soportar según qué barbaridades. Aunque hay versiones más actualizadas, lo leí en castellano antiguo. Entendible a la que pones un poco de atención. Además, apenas dura 80 paginitas, por lo que te lo puedes ventilar en una tarde.

El lazarillo es un libro que te saca la sonrisilla cómplice, con algún chistaco bien metido, pero se lee con agrado. Con casi 500 años a sus espaldas, las aventuras de este desharrapado siguen siendo divertidas.

 

Nota: 8

Nota goodreads: 3.5/5