Siguiendo las aventuras de Musashi, llegamos
a su tercera y última parte. La primera destacaba por su lirismo y su gran
sentido de la aventura, mientras que la segunda fue mucho más irregular,
perdiendo mucha emoción ya que Musashi se había convertido en un samurái de tal
calidad que nada de lo que hacía tenía gracia, era obvio que le iba a salir
bien. Ahora bien, ¿ pudo el autor remontar la historia en la última parte?
Autor: Eiji Yoshikawa
Título original: Musashi III
“En su peregrinar
por Japón, la fama de Musashi ha ido aumentando a la par que su creciente
dominio del Camino de la Espada. Convertido en un espadachín ejemplar, los
grandes señores del Japón feudal quieren emplearlo y hacer de él su siervo,
convencidos de la tremenda valía de su brazo. Sin embargo, Musashi no es el
único guerrero cuyo nombre está en boca de todos: como él, Sasaki Kojiro se ha
hecho con una reputación sin parangón. Convertidos ambos sin discusión en los
dos espadachines más importantes de su tiempo, sólo uno de ellos puede quedar
como el más grande, en una batalla épica e inmortal.”
Y la impresión que me ha dado es… Buff…. El
segundo libro parecía desembocar en la confrontación entre Musashi y Kojiro,
que al final no se produjo. El autor decide ahora separarlos para asegurarse
que no pelean, centrándose a continuación en describirte el clima político del
momento y cómo los nobles intentan “fichar” a tales afamados espadachines.
Mientras tanto, usa al resto de personajes para ir ilustrando como vive el
pueblo y los cambios sociales que se van sucediendo a raíz de los cambios en el
gobierno. A priori, puede parecer interesante, pero la cosa va dando bandazos
temáticos de un lado a otro, como si el autor no supiera decidirse por dónde
tirar.
Tan pronto hablamos del sucesor del shogun como se mete una trama de
espías que desaparece, pasan seis meses, Otsu quiere vivir con Musashi, Otsu no
quiere vivir con Musashi, pasan dos años, damos protagonismo a los secundarios
para tratar otros temas, un secundario desaparece porque sí y no vuelve a
aparecer…
Esto hace que la mitad del libro sea muy
caótica. El autor no se centra en nada y, aunque los sucesos son interesantes,
cuesta seguir el hilo. Luego, parece que al autor le dijeran “No la cagues más
y céntrate en acabar la historia”, cosa que hace. La mitad final del libro es
un único arco argumental basado en la confrontación final e inevitable de los
dos samuráis, que se aprovecha para cerrar todas las tramas y llegar al punto
final del libro. Al estar más centrado en el tema, la historia vuelve a coger
la gracia de su inicio, cerrándose satisfactoriamente con el happy ending de
rigor. Se fuerza un poco algunas historias de los secundarios para cerrarlas
felizmente, pero era obvio en una historia de este estilo que los buenos van a
triunfar y los malos acaban muertos o redimidos.
En este libro, tanto Musashi como Kojiro
pierden mucho protagonismo. Ambos están tan por encima de los demás que su
participación en la acción no tiene gracia. El autor los retira y durante mucho
rato los actores políticos entran en escena, debatiendo que hacer con ellos.
Este aumento de las tramas políticas ayuda a situar qué pasaba en el país
durante la época y está escrita de manera muy divulgativa, añadiendo muchos
detalles de la sociedad de la época (que sirven para entender cómo está
organizada la sociedad japonesa actual), eso sí, quizás dedicar un tercio del
libro a esto es excesivo.
Sorprendentemente, quien coge más
protagonismo es la vieja Osugi. Sigue
considerando a Musashi como el responsable de que su hijo fracasara como
samurái y no ceja en su empeño en hacer la vida imposible a Musashi y a Otsu.
Su nivel de psicosis e imaginación para atormentar a la pareja no deja de
aumentar, empezando a perder el sentido de la realidad, pero conmoviendo a
todos en su determinado empeño.
El dúo Matahachi/Akemi
sigue mostrándonos el día a día del pueblo japonés de la época. Esta pareja de
egoístas y aprovechados ha sufrido mucho los estragos de la vida. Durante los
dos primeros libros odian a Musashi, al que consideran responsables de sus
desdichas, pero poco a poco, derrotados por la vida, van comprobando que su
egoísmo es el principal culpable de que la vida les haya tratado mal.
Los dos chicos, Jotaro y Iori, hacen el
papel de alumno de Musashi, para que así éste nos ilustre sobre el Camino del
Samurai. Jóvenes e impetuosos, están cortados por el mismo patrón, tanto que a
veces cuesta distinguirlos. Igualmente, las historias de ambos dan muchos
bandazos, cambiando mucho de lugar y tema, lo que acaba haciéndose confuso en
algunos momentos.
Otsu sigue en su
papel de enamorada resignada con su destino. Amable, dulce y atenta, peca de
pasividad en muchos momentos. Se dedica a sufrir por su amor y a no hacer nada.
Un poquito más de sangre se hubiera agradecido, ¡que ser feliz no es tan
difícil!
Podemos considerarlo como un final “correcto”
para la saga. El libro da demasiadas vueltas al principio, pero cuando se
centra en el último arco, acaba con gracia. Los personajes evolucionan
coherentemente, a pesar de que Jotaro/Iori se parecen demasiado para mi gusto.
Asimismo, se lee muy fácil, manteniendo el lirismo que ha caracterizado a los
libros anteriores. Aunque seguro gustará a los ánimos de aventuras de capa y
espada, sigue siendo inferior a la primera parte (pero a grandes rasgos,
superior a la segunda), lo que acaba fastidiando un poco, viendo el inicio tan
prometedor que tenía la saga.
Nota: 5
Nota anobii: 4.5/5
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