En una de estas tardes que
no tienes nada mejor que hacer… pues viene tu hermanito a llevarte al cine para
ver el blockbuster de rigor. Show must go on!
Cuatro ilusionistas han
decidido unir sus fuerzas para dar al mundo el mayor espectáculo de magia
imaginable. Mientras actúan en los mejores teatros a lo largo del globo, “Los cuatro jinetes” aprovecharán para robar en los
bancos más seguros del mundo, ante la atónita mirada de un grupo de agentes del
FBI que les sigue la pista.
La película ya te avisa
desde el primer momento. Vas a ver un truco de magia en el que nada es lo que
parece, no tienes que buscarle sentido y el espectáculo manda sobre el resto de
cosas. Y básicamente es lo que ves, un guión gratuitamente tramposo, una puesta
en escena con mucho brío que entretiene dos horas y luego… nada, se fue.
ACTORES: Realmente, tenemos
a tres jinetes luciendo palmito y luego a Woody Harrelson haciendo de sí mismo,
Michael Caine haciendo de sí mismo y a Morgan Freeman (que paga la película)
haciendo también de sí mismo. Evidentemente, estos últimos añaden mucho lustre
y carisma a la película, aunque vayan con el automático puesto y sin esforzarse
lo más mínimo. Eso sí, Harrelson sigue haciéndome reir cuando se pone seductor.
DIRECTOR: Leterrier
sorprendió a todos con la propuesta de Transporter,
una película que no tenía nada salvo un ritmo endiablado, unas persecuciones
medidas al milímetro y unas coreografías muy bien estudiadas. Ha repetido la
propuesta para esta película, sólo cambiando los ingredientes. En una película
de dos horas, mantiene un ritmo vibrante que no te deja descansar, los
espectáculos de magia gestionan muy bien el más difícil todavía y se mantienen
en un crescendo bastante deslumbrante
y se maneja bien un guión con suficientes trampas como para desconcertar a
gusto. Destellos por todos lados, muy bien escogidos para urdir un gran
espectáculo, visualmente impactante, que cubre perfectamente las expectativas de
quién no busque otra cosa que mera diversión.
Que luego el director no se
acuerde de que los personajes deben actuar, es arena de otro costal.
GUIÓN: El pretexto de la
historia es endeble -siendo generosos- y los giros de guión pecan de
excesivamente tramposos, lo que viene acompañado de unos diálogos bastante
risibles. Frases que, si las dice Harrelson, quedan bien, pero Caine o Freeman
tienen demasiado empaque como para soltar esas chorradas y que suenen
resultonas… Por otro lado, los puzles son bien ingeniosos y crean una
estructura sorprendente y curiosa, pero vacía y artificiosa. Esta imitación de Ocean’s Eleven con la cuarta parte de
carisma no tiene contenido, pero es más que suficiente para entretenerte con ganas una tarde tonta.
Es un producto creado por y
para el veranito. Momento de refugiarse en un lugar con aire acondicionado y
evadirse con dos horas de distracción con la que no haya que complicarse la
vida. Consigue –y muy bien- mantenerte atento sin mirar
el reloj, con un espectáculo de destellos muy resultón, tan disfrutable en el
momento como olvidable al segundo siguiente. Altamente mejorable en muchos aspectos, pero me ha divertido con ganas, que a fin de cuentas, es de lo que se trata...
Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.2
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