Pongámonos
un poco más líricos. Estamos con un libro leído como parte de un burrín
(gracias Ghaz!)
Título:
Así se pierde la guerra del tiempo
Autor:
Amal El-Mohtar, Max Gladstone
Título original: This is how you lose the time war
Traducción:
Christian Rodríguez
“Entre las cenizas de un mundo
moribundo, Roja encuentra una carta con la inscripción: <<Quemar antes de
leer. Firmado: Azul>>.
Roja y Azul, dos agentes de
facciones rivales en una guerra que se extiende más allá de los confines del
espacio y el tiempo, inician una correspondencia prohibida. A medida que se
mueven por los hilos del tiempo dando forma al pasado para adecuarlo a los
intereses de su facción, lo que empezó como un desafío, un intercambio de
pullas en el campo de batalla, se va transformando en un peligroso juego que
tanto Roja como Azul están decididas a ganar. Porque ahí fuera se está librando
una guerra, y alguien tiene que ganar. En eso consisten las guerras, ¿no?”

Tal como ocurría en la Guerra del Tiempo de Fritz
Lieber (cuyo punto de partida es una obvia inspiración), no tenemos una novela
típica con un argumento y una guerra en la que el devenir del universo está en
juego. Esta no es la onda. No hay (apenas) páginas que nos expliquen cuáles son
los bandos, porqué se están atizando ni qué está en juego. La descripción del
mundo es mínima y el trasfondo no le interesa a los autores. NO es ese tipo de
libro.
¿Y qué SÍ es el libro? Es… bueno, difícil de
procesar. Se acerca más a la poesía que a la novela y, quizás en otra línea
temporal o en otro tiempo de mi vida, me hubiera tocado las narices. En este
caso, me ha encantado. Así
se pierde la guerra del tiempo es intensa, pero en el buen sentido. Es un libro de belleza sostenida,
lleno de lirismo, pero también funciona como un mosaico de una novela, contado
a base de mandobles, de estocadas brutales, hiriendo a base de vertiginosas
acrobracias de prosa. A pesar de su reducida longitud, no lo describiría como
lectura ligera de ninguna manera. Más bien se trata de una obra que te obliga a
poner atención y te invita a participar. Si estás aquí – parece decir – tienes
que estar preparado para estar aquí.
Estructurada
a base de epístolas, conoceremos a las dos paladines de su bando a través del
contendido de las notitas que se van mandando. Los tonos de odio iniciales se
transforman a poco en el respeto que se tiene a los enemigos enconados pero,
una vez se conocen, surge la empatía, el aprecio y con el tiempo, se van
perdiendo las ganas de luchar (o, quizás, cambian los motivos por los que
seguir alzando las armas).
No
abraza la ciencia-ficción para explicarnos los viajes en el tiempo, ni se
esfuerza mucho en describir los detalles del mundo. Gladstone y El-Mohtar se
ciñen a dejar fluir lo justo para que podamos comprender cómo funciona cada
personaje:
Roja
proviene
de un futuro tecnológico, una suerte de creación de un Adeptus Mechanichus en
busca de su Omnissiah. Es rápida de pensamiento, pragmática a niveles extremos,
siempre con una practicidad y una letalidad más allá de toda medida. Eso se
aprecia tanto en sus actos como en el estilo de sus cartas, de un laconismo
extremo. Por su parte, Azul
viene
de un mundo que parece un paraíso natural, en el que todo está vivo – incluidas
las herramientas – y todo, como la vida misma, fluye en sintonía con su
alrededor. Y como la vida misma, es letal y descarnada cuando la situación lo
requiere, pero tanto sus actos como su prosa es florida, orgánica, como si de
una danza se tratara, con ese barroquismo propio de aquello que está vivo y
germina (casi) sin control.

Esta
mezcla caótica de elementos rodea al lector desde el primer momento: El
alzamiento y la caída de múltiples Atlántidas, la imponente cantidad de líneas
temporales involucradas y – sobretodo – la desesperanzada imposibilidad de
obtener una victoria por parte de ninguno de los dos bandos. Esto convierte a
esta inesperada historia de amor en una tragedia más allá de la vida. Aunque
habrá sido una pesadilla en su traducción, me veo muy obligado a felicitar a la
persona responsable de tamaño trabajo, respetando en gran medida el desbordante
lirismo de la obra original (me he molestado a buscar y jo-é). Así se pierde
la guerra del tiempo es un torrente de hallazgos narrativos, cuya prosa
alardea mientras se habla de deseo, permanencia, miedo, supervivencia y
libertad. El resultado es una obra que se lee como una danza intrincada, un
tira y afloja dialéctica tan exigente como fluido a medida que se sucede la
correspondencia de las protagonistas.
La
Guerra, hasta cierto punto, no tiene apenas importancia. Es un escenario de
fondo en el que se muestra la tragedia de la incomprensión. Primero entre ellas
y, luego, cuando el amor se ha cimentado, la del resto de sus respectivas
sociedades, que no podrán comprender esta relación. ¿Qué futuro tiene un amor
así? ¿Por qué desear cuando sólo va a causar dolor y tiene consecuencias para
ti y la otra persona? Así, se explica o se comprende la rebelión que las dos
guerreras realizan contra lo que se espera de ellas, conscientes de no poder
luchar contra el flujo del tiempo, que sólo les queda la tragedia. Pero no
dejéis que esta condenación os engañe, este libro no es – para nada – un libro
triste. La historia de Roja y Azul enamorándose a través del tiempo me ha
tenido más tiempo sonriendo que llorando. Me ha encantado conocer a estos
personajes y me gustaría mucho saber más de ellas.

Dioses, ¡qué
pedazo de viaje! Así se pierde la guerra del tiempo requiere esfuerzo
del lector, pero el premio es de los bonitos. Más que una novela, tenemos un
baile, una danza demencial a través del tiempo. Los protagonistas viven al
límite, sus diálogos esconden más de loque parece, conteniendo desafíos
inesperados para unos y otros. Quizás lo mejor es dejarse fluir, no intentar
abarcar todo, sino sumergirse una y otra vez en un estruendoso viaje que
repleto de quiebros y requiebros.
Nota: 9
Nota goodreads: 3.95/5