Cuando
apareció el tráiler de esta película creía que estaba viendo un video chorra de
alguien con mucha imaginación y buenas dosis de ingenio. Presenté mis respetos
cuando me enteré de que era realmente Nicholas Cage, que se había prestado
voluntario a una broma meta a su costa. Lo más curioso de todo es que, de
alguna manera, alguien se lo tomó demasiado en serio y puso dinero para hacer
la película y… bueno, una vez aprobada, tenían que hacerla, ¿no?
Así, tenemos a Nicholas Cage interpretando a la afamada estrella Nicholas Cage. Se trata de un actor de buena familia, con sus altos y bajos… Bueno todos lo conocemos. Hace de sí mismo, de “nuestro” Nicholas Cage. Con muchos problemas de drogas, algunos divorcios a sus espaldas y una hija que no le habla, acepta ser llevado como “atracción” a un cumpleaños para poder mantener su tren de vida. Sin embargo, allí la cosa se complica, implicándose de alguna manera en el secuestro de la hija del presidente de Cataluña (jé), por lo que los servicios secretos le instaran a que se convierta en espía, héroe de acción y buen padre, todo en uno (o algo así).
Sorprende
como Cage ha abrazado su propio meme con tantas ganas y se haya mostrado a
realizar una película tan meta sobre sí mismo y su carrera. Toda la película
funciona sobre el cachondeo y la confusión entre el hombre y el mito, mezclando
si se trata de un homenaje, una burla o una parodia de la concepción que tiene
el público de la excéntrica estrella.
La estupefacción campa a sus anchas durante la primera media hora, con un buen puñado de chistes ingeniosos que hacen diana, presto a dejarte ojiplático a la mínima de cambio. Se suceden burlas a sus propias elecciones filmográficas, homenajes extraños (y muy incómodos), intentos de explicaciones que nadie había pedido, tramas absurdas basadas en combinaciones absurdas de tramas de sus propias películas… un poti-poti de memeces muy bien paridas que provocan un buen puñado de risas. La de veces que me he encontrado pensando “ah, esto es lo que tiene que hacerme gracia” para luego caerme de la risa cinco segundos después porque el chiste del chiste ha entrado bien. Lo malo es que no paran de insistir con este leit-motiv, convertido en un running gag inacabable que se hace cansino. Que sí, que lo hemos pillado, pero id a otra cosa, por favor…
Ahí es cuando la película parece que quiere naufragar. Una vez empieza el “percal” e intentan desarrollar una trama, uno se da cuenta de que aquí nada tiene sentido y la película atraviesa un valle muy peligroso. Por suerte, la inesperada química entre Pedro Pascal, Paco León (¡) y Nicholas Cage hace que se mantengan algunos destellos de brillantez que consiguen que no dejemos la película a la mitad. Está claro que los tres se lo han pasado muy grande en estas vacaciones pagadas en Mallorca, pergeñando extravagancias cada vez más rarunas en pos de este engendro de película.
Por suerte (o no), cuando el chicle ya no da más de sí, estamos ya cansados de patochadas y es imposible estirar más el chiste, va la película y decide convertirse en una obra de acción convencional durante su desenlace. Al abandonar la broma meta y convertirse en Con Air (jé), remata la trama con cierta corrección, sus escenas de acción resultonas, un poco de emotividad y aportando un poco de sentido (ejem) a este pifostio. Sin ser nada del otro mundo, permite despedirte del film con un buen sabor de boca, mejorando el resultado final.
A
ver, la broma meta es muy loca y, de alguna manera que no acabo de comprender,
la desarrolla bien, con lo que se saca de la manga algún chistaco de bandera.
Sin embargo, ni es taaaaan divertida ni tiene taaaanta acción como se cree ella
misma, lo que da como resultado un pastiche irregular con ciertos momentos de
inspiración.
Nota:
4
Nota filmaffinity: 5.9
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