lunes, 21 de enero de 2019

El gigante de hierro


EEUU, 1957… el país del tio Sam tiene muchas preocupaciones: el rock escandaliza las ondas y pervierte a la inocente juventud, la televisión amenaza la paz de los bien pensantes, la guerra no acaba de enfriarse del todo y el Sputnik ha empezado su camino por las estrellas.

Es entonces que cae del cielo… no es Santa Claus, sino un robot gigante venido de otra galaxia, todo de hierro forjado… Al investigar la desaparición de su antena de televisión, el joven Hogarth, de 10 años, curioso y apasionado de la ciencia ficción descubre la presencia de este improbable visitante y decide ayudarle… Pero este gigante, a pesar de su apariencia guerrera y su imponente estatura, es un robot amable que sólo sueña con una cosa: fundirse en nuestro mundo donde los sentimientos y el amor hacen bien valer la pena la vida.

Pero no es fácil hacer amigos cuando uno sobrepasa los 40 metros de altura, y nuestro gigante hace sembrar el pánico por todo el país, entre otras cosas por su apetito insaciable y su gusto desmesurado por el hierro: las vías de tren, las centrales eléctricas, los coches, todo es susceptible de convertirse en desayuno. Evidentemente, ¡esto no pasará inadvertido en este recóndito pueblo donde nunca pasa nada!

El gigante de Hierro es el primer film del creador Brad Bird, posteriormente fichado por los estudios Pixar para realizar Ratatouille  y LosIncreíbles, antes de volver a la acción real para realizar Misión Imposible 4 y Tomorrowland. Aparecido en el momento en que el CGI está a punto de imponerse definitivamente a raíz del éxito de Toy Story, El gigante de hierro es el último gran film “a la antigua” realizado en Hollywood. En él encontramos los rasgos que constituirán el éxito de las producciones de Pixar: una historia con varios niveles de lectura, que nunca toma a los niños por tontos, capaz de hacer reflexionar mientras sacia el sentido de la maravilla. Tras ser injustamente ninguneado en su estreno, los años están engrandeciendo una reputación que desde aquí no podemos sino confirmar.

Sus reducidos 83 minutos se hallan perfectamente aprovechados en un guión ricamente elaborado, mezclando hábilmente el drama y la fantasía para proporcionar una bella historia de ciencia ficción de sabor añejo y delicado. Se las arregla además para dotar de personalidad a todos sus personajes, desde un niño que nunca deja de actuar como tal, un burócrata malvado con razón de ser y un crápula con el que te acabas encariñando y todo. Por su parte, su animación deudora de los mejores Looney Tunes le añade un encanto de cuando las cosas se hacían de otra manera, que uno no puede sino mirar con cariño.

Mención aparte para el certero desenlace, tan difícil de equilibrar como inolvidable, de los que te dejan un rato pensando, con un poquito de mal rollo en el cuerpo.

Simplemente, de las mejores cositas que le puedes poner a un churumbel de 8-9 añetes. Sólo siento que no sea más conocida de lo que ya es.

Nota: 9
Nota filmaffinity: 7.1

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