martes, 19 de noviembre de 2013

Las niñas perdidas (Cristina Fallarás)

Dentro de la CLO de este bimestre me ha tocado leer un ejemplar de novela negra ambientado en Barcelona. Un ambiente que conozco, que siempre hace más gracia al leer.

Título: Las niñas perdidas
Autora: Cristina Fallarás

“Existe otra Barcelona: la que se aleja del turismo, los anuncios institucionales con gente sonriente y el diseño. Es en esa otra ciudad, la canalla, en la que la ex periodista y detective Victoria González se mueve pisando fuerte. Y eso que su avanzado estado de gestación no se lo pone fácil. Cuando Victoria recibe el anóni mo encargo ‒acompañado de un cheque de explícito y sustancial contenido‒, empieza a imaginar que los infiernos barceloneses que ella conoce están a punto de ganar kilómetros en profundidad. Dos hermanas desaparecidas, de 6 y 8 años. Una de ellas, ya asesinada brutalmente; la otra, en paradero desconocido. Lo que significa que hay que encontrarla lo antes posible, viva y entera preferentemente.”

Primer aviso para navegantes. El libro va muy a saco. No se corta en ningún momento a la hora de explicarte como descabezar un gato o arrancar uñas a una niña. Si entrar en terrenos escabrosos no te mola, mejor no leas el libro. A partir de aquí, tienes una novela negra algo curiosa sazonada con lo peorcito de las peores zonas de Barcelona.

La novela empieza con una narración bastante fragmentada y confusa. Sabes que las niñas han muerto, pero ocurren varias cosas entremezcladas que no tienen mucha relación inicial: la investigación del caso a cargo de Victoria González y las desventuras de un asesino a sueldo muy pasado de vueltas.
El libre tarda mucho, mucho en arrancar. El inicio fragmentado provoca que, mientras se sitúa la historia, los capítulos parecen no tener relación con el resto (como los de la pelirroja, aunque al final cuadren) y no parece pasar nada durante las primeras cien páginas. No sé si será deliberado pero la historia se pierde bastante en diatribas sobre lo mala que es la pederastia y lo repugnantes que son todos aquellos que la practican. Se insiste con ganas en ello, provocando que la trama como tal se resienta y el libro se vuelva algo tedioso.
Por suerte, pasado este tramo, la historia se precipita y se convierte en un torrente enfermizo muy viciante durante las sesenta páginas finales.

La detective Victoria González es un auténtico Harry el Sucio de manual (ahora que acabo de ver la película, reconozco estos detalles al instante xD). Amargada, mostrando su rechazo a este mundo violento, intentando limpiar -a las malas- la mierda que hay en la ciudad, y sobretodo, siendo la más dura entre las duras (¡y embarazada además!). Somos testigos de muchos monólogos interiores de Victoria, que nos va dando pequeñas pistas sobre su turbio pasado y nos dejan bien claro lo DURA que es.

Su ayudante Jesús es un medio gitano que ha vivido siempre en el filo de la navaja y que parece haber encontrado en Victoria un asidero para mantenerse vivo. Me recuerda mucho al portero de Aquí no hay quién viva en versión bajos fondos, tanto en su forma de hablar como en su manera de enfrentarse a una serie de problemas que le superan. Su actitud de perdedor resignado me ha acabado resultando entrañable, actuando a modo de conciencia realista de Victoria.

Por otro lado está Genaro, un asesino a sueldo de los de película, con botas de cuero y curtido en mil batallas, pero que esta vez ha sido testigo de algo que es demasiado para él y su cordura se ha ido a tomar viento. Para olvidar sus pesadillas, se sumerge en un infierno de pastillas y cocaína, pero hay alguien que parece ir tras él y no se rendirá sin luchar…

A mí no es que me haya gustado demasiado. Durante bastante rato el libro parece más un alegato contra la pederastia que una novela negra en sí. Además, muchos lectores pueden sentirse incómodos ante unas descripciones tan gráficas y la insistencia que muestra la autora en mostrar siempre lo más degradado del lugar. Esto lastra el resultado de una novela negra que, a pesar de tener un final bastante logrado, no acaba de funcionar durante el sesenta por ciento de su longitud.

Nota: 3
Nota anobii: 2.5/5

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