Dentro de la CLO de este bimestre me ha
tocado leer un ejemplar de novela negra ambientado en Barcelona. Un ambiente
que conozco, que siempre hace más gracia al leer.
Autora: Cristina Fallarás
“Existe otra
Barcelona: la que se aleja del turismo, los anuncios institucionales con gente
sonriente y el diseño. Es en esa otra ciudad, la canalla, en la que la ex
periodista y detective Victoria González se mueve pisando fuerte. Y eso que su
avanzado estado de gestación no se lo pone fácil. Cuando Victoria recibe el
anóni mo encargo ‒acompañado de un cheque de explícito y sustancial contenido‒,
empieza a imaginar que los infiernos barceloneses que ella conoce están a punto
de ganar kilómetros en profundidad. Dos hermanas desaparecidas, de 6 y 8 años.
Una de ellas, ya asesinada brutalmente; la otra, en paradero desconocido. Lo
que significa que hay que encontrarla lo antes posible, viva y entera
preferentemente.”
Primer aviso para navegantes. El libro va muy
a saco. No se corta en ningún momento a la hora de explicarte como descabezar
un gato o arrancar uñas a una niña. Si entrar en terrenos escabrosos no te
mola, mejor no leas el libro. A partir de aquí, tienes una novela negra algo
curiosa sazonada con lo peorcito de las peores zonas de Barcelona.
La novela empieza con una narración bastante
fragmentada y confusa. Sabes que las niñas han muerto, pero ocurren varias
cosas entremezcladas que no tienen mucha relación inicial: la investigación del
caso a cargo de Victoria González y las desventuras de un asesino a sueldo muy
pasado de vueltas.
El libre tarda mucho, mucho en arrancar. El
inicio fragmentado provoca que, mientras se sitúa la historia, los capítulos parecen
no tener relación con el resto (como los de la pelirroja, aunque al final
cuadren) y no parece pasar nada durante las primeras cien páginas. No sé si
será deliberado pero la historia se pierde bastante en diatribas sobre lo mala
que es la pederastia y lo repugnantes que son todos aquellos que la practican.
Se insiste con ganas en ello, provocando que la trama como tal se resienta y el
libro se vuelva algo tedioso.
Por suerte, pasado este tramo, la historia se
precipita y se convierte en un torrente enfermizo muy viciante durante las sesenta
páginas finales.
La detective Victoria González es un auténtico Harry el Sucio de manual (ahora que acabo de ver la película,
reconozco estos detalles al instante xD). Amargada, mostrando su rechazo a este
mundo violento, intentando limpiar -a las malas- la mierda que hay en la
ciudad, y sobretodo, siendo la más dura entre las duras (¡y embarazada además!).
Somos testigos de muchos monólogos interiores de Victoria, que nos va dando
pequeñas pistas sobre su turbio pasado y nos dejan bien claro lo DURA que es.
Su ayudante Jesús es un medio gitano que ha vivido siempre en el filo de la
navaja y que parece haber encontrado en Victoria un asidero para mantenerse
vivo. Me recuerda mucho al portero de Aquí
no hay quién viva en versión bajos fondos, tanto en su forma de hablar como
en su manera de enfrentarse a una serie de problemas que le superan. Su actitud
de perdedor resignado me ha acabado resultando entrañable, actuando a modo de conciencia
realista de Victoria.
Por otro lado está Genaro, un asesino a sueldo de los de película, con botas de cuero
y curtido en mil batallas, pero que esta vez ha sido testigo de algo que es
demasiado para él y su cordura se ha ido a tomar viento. Para olvidar sus pesadillas, se sumerge en un infierno de pastillas y
cocaína, pero hay alguien que parece ir tras él y no se rendirá sin luchar…
A mí no es que me haya gustado demasiado. Durante
bastante rato el libro parece más un alegato contra la pederastia que una
novela negra en sí. Además, muchos lectores pueden sentirse incómodos ante unas
descripciones tan gráficas y la insistencia que muestra la autora en mostrar
siempre lo más degradado del lugar. Esto lastra el resultado de una novela
negra que, a pesar de tener un final bastante logrado, no acaba de funcionar
durante el sesenta por ciento de su longitud.
Nota: 3
Nota anobii: 2.5/5
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