En la CVO se nos dijo que este mes la
película iba a ser más ligerita que el mes pasado. Eso sí, seguíamos con el
cine oriental, ahora yéndonos a Corea para ver su película más taquillera en el
2009.
Kim es un fracasado: Abandonado por su mujer,
comido por las deudas, sin trabajo… Decide suicidarse lanzándose al río. Pero
¡ay! Ni suicidarse puede. Acaba atrapado en una isla desde donde puede ver la
ciudad, pero no llegar a ella ni recibir ayuda. Mientras tanto, Kim es una “hikokomori”
que vive recluida en su habitación, donde está a salvo de toda amenaza
exterior. Parece imposible que ambos puedan llegar a conocerse… ¿o no?
Originalísima propuesta coreana, llena de
dulzura, crítica mordaz y bien envuelta en toques de comedia. Ejecutada sobre
un argumento llamativo, que podría pasar por una locura, la película se
desarrolla de una forma tan natural que llega a conectar con el espectador,
pese a que, a simple vista, el guión pudiera parecer una majadería
inverosímil... el efecto es justo el contrario, porque se forja a través de los
símbolos para depurar una buena historia.
ACTORES: No tengo ni idea de la fama o
calidad que pudieran arrastrar ninguno de los dos actores, pero sí puedo
afirmar que, a su manera, consiguen hacer simpáticos a estos personajes tan
extremos. Lo cual, en este engendro de argumento, ya es mucho.
DIRECTOR: A la singularidad de la historia
(que es mejor que cada uno descubra por si mismo, pero que desde luego es
absolutamente atípica) hay que sumarle el estilo casi onírico con el que está
rodada. Esto provoca que la película tarde en arrancar, pero que, una vez
lanzada, capta la atención de un espectador medio intrigado por la siguiente
fumada o por la lógica resolución de la anterior. La ligereza con la que el
director trata temas tan trascendentales se agradece, ya que se hace muy
accesible y amena de contemplar. Esto, unido a un buen toque de fantasía y
humor blanco muy agradable la convierte en una propuesta muy fresca para ver y
reflexionar.
GUIÓN: A ver, ¿cómo puedes acabar siendo un
náufrago en medio de una mega-ciudad? Pues aquí “Kim” lo consigue de dos
maneras diferentes. Con este aislamiento forzado, el autor trata el tema de la
interconexión entre las relaciones humanas y la esclavitud tecnológica con las
que estamos envueltos. Lo hace mediante una historia muy pasada de vueltas que
nos recuerda lo salvaje que puede llegar a ser nuestra sociedad -crítica poco
velada sobre el super-desarrollo urbano deshumanizado que ha sufrido Corea en
los últimos años-. La falta de diálogos se ve suplida por la gran cantidad de
símbolos y de comunicación no verbal que el autor va diseminando por la
pantalla. Puede costar un poco de seguir al principio, pero una vez se coge el
ritmo, se ve perfectamente.
Engalanada con aparente sencillez pero
repleta de ingenio, esta película me sorprendió en su hora final como hacía
tiempo que no lo hacía ninguna película, y, de estar apalancado en el sofá, pasé a erguir mi postura y estar más que atento a lo que pasaba en pantalla.
Los primeros compases de esta película no
convencen. Vale. Tarda como media hora en entrar en danza, hasta que conocemos
a ambos naufrágos. Pasados estos ratos y con el náufrago “adaptado” a su vida
de Crusoe, la película sí se convierte en una tragicomedia encantadora donde es
más que fácil quedar fascinado.
Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.9
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