Revisitando los clásicos apareció esta obra
de 1953 basada en una de las primeras historias de ciencia-ficción, La Guerra de los mundos, de H.G. Wells,
llevada al cine en una superproducción de la época.
En esta adaptación la acción se traslada a un
tranquilo pueblecito de California, lugar donde los marcianos deciden aterrizar
para empezar su conquista del mundo. Las lugareños se sienten atraídos por el
extraño meteorito aparecido, pero los primeros ataques sembrarán el terror
entre la población. Nada parece afectar a estos marcianos que, poco a poco, van
ganando la guerra contra la humanidad.
Lo que más llama la atención, sin duda, son
los ahora sonrojantes efectos especiales. Eso sí, no debemos olvidar que fueron
los ganadores del Oscar de su año, así que tan mal no deberían estar para la
época (y la película se llevó también nominaciones a mejor sonido y montaje, es
decir, todo lo técnico). Aunque no lo parezca, estamos ante una
super-producción de su momento. Es curioso ver como en 1953 abordaban el tema
central de esta película, pero es dificil no sonreir viendo esos platillos
volantes, esos marcianos con tres dedos, esos rayos calóricos o la
volatilización de carros de combate.
ACTORES: Todo el plantel adolece de la
sobreactuación típica de la época. Los gestos son muy exagerados, especialmente
en el caso de Ann Robinson, que pasa de profesora universitaria inteligente (?)
a histérica aterrorizada y enamorada (¡) en medio fotograma. No obstante, cumplen
todos con cierta eficiencia. Gene Barry demuestra el suficiente carisma y
empaque para protagonizar correctamente la película, pero creo que a nadie le
cuela como Profesor universitario-eminencia de la ciencia.
DIRECTOR: La adaptación de la novela puede
considerarse más que correcta. A pesar de la gran cantidad de cambios
argumentales, el espíritu de la novela se mantiene. El director consigue captar
el sentimiento de impotencia que genera la invasión y de cómo, lenta pero
inexorablemente, los marcianos van a exterminar a la humanidad. Es posible que
muchas escenas nos suenen mucho, demasiado, ya que las hemos visto repetidas en
los chorrocientos films de ciencia-ficción de serie B y Z de los últimos
treinta años (me vienen a la cabeza Independence
day o Mars Attacks). La imagen del
pueblecito yanqui que ve su pacífica vida afectada por la llegada de los
extraterrestes (o zombies, o…) ha sido más que explotada. Pues sale de aquí. Y
algo debe de tener, ¿no?
Los ochenta minutos que dura la película
transcurren con un buen ritmo, su trama se desarrolla correctamente, sin
altibajos ni dar sensación de estar estirada. La tensión está bien conseguida,
en escenas mil veces imitadas como la de la casa abandonada o la de la iglesia,
e incluso tienen la osadía de matar a un sacerdote, todo un escándalo en la
época.
Sus efectos especiales tan pedestres que a
estas alturas resultan incluso entrañables están bien incluidos dentro de la
película (ejem) y contribuyen favorablemente a que ésta se pueda disfrutar
agradablemente.
GUIÓN: La historia sigue el esquema claro de
planteamiento-nudo-desenlace de manual. Eso sí, adolece de todos los males de
su época. Como todo en la etapa post-segunda guerra mundial y mucho más en la
cultura yanqui, acaba siendo Dios el que lo arregla todo. De la misma manera,
ahora no deja de resultar chocante como el personaje femenino no parece servir
para otra cosa que ser una chillona histérica (y consorte del héroe). Por otro
lado, el tratamiento de la invasión está realizado con mucho realismo,
aportando además muchos datos científicos “más o menos” correctos de porqué las
cosas ocurren de esa manera.
Los diálogos pecan de idealistas y los
personajes son algo planos, pero la trama aguanta la duración de la película
sin problemas y permite que el espectador se pueda entretener agradablemente.
La comparación con el re-make de Spielberg es
inevitable. Incluso teniendo en cuenta el paso del tiempo, la película del rey
Midas de Hollywood es ampliamente superior en construcción de escenas, trabajo
actoral y, obviamente, en medios.
Por otro lado, hay dos aspectos que fallan en
la película de Spielberg:
El “happy ending” es forzadísimo y abrupto,
incongruente con el resto de la película y queda como una castaña.
Durante estos cincuenta años la sociedad ha
evolucionado y ahora somos menos “inocentes” al ver destrucción en la pantalla,
por lo que un tratamiento tan ingenuo, tan de otra época de la invasión causa
la risa del que quiere ver fuegos artificiales (como se estila en la
ciencia-ficción actual).
No obstante, ambas propuestas son
acercamientos más que dignos a la novela original y perfectamente capaces de
ofrecer un agradable entretenimiento. Esta versión de 1953 peca de ingenua y
cutre, pero su guión y su dirección son suficientemente sólidos para
entretener.
Nota: 5
Nota filmaffinity: 6.6
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