Desde hace unos meses que había visto el tráiler y había
pensado: “Ésta no me la pierdo”. Después de que las películas de animación se
centraran en los juguetes, coches, robots y aviones, ¡por fin se centran en los
videojuegos! Y además con una buena multitud de licencias debido a los cameos
que se iban filtrando, Sonic, Zangief… No tenía ni idea de qué iba la historia,
pero estaba claro que la iba a ver.
El film se centra inicialmente en el clásico “Repara-Félix
Jr.” en que hacemos de unos mecánicos y tenemos que arreglar todo lo que
rompía Ralph. Este entrañable malo de videojuego sufre una grave depresión, ya
que él desea ser -aunque sólo sea por una vez- el bueno y ser aceptado por los
demás personajes de su videojuego. Cuando vea que eso no es posible
inicialmente, decidirá huir de su videojuego, colándose en otros, de distintos
mundos y distintas generaciones, para convertirse en héroe, aunque no será
consciente de los problemas que esto causará…
A pesar de que Disney lleva muchos años a la sombra de
Pixar, haciendo películas funcionales pero menores -sólo Enredados se salvaría- parece que por fín ha aprendido un poco la
lección. Ha cogido un poco el esquema de Toy
Story o de Shrek y le ha dado una
vuelta de tuerca, pero buscando lo mismo: Una historia muy simple pero que
funciona, personajes carismáticos y un buen montón de detalles nostálgicos para
el espectador más adulto. Es una de esas películas que cualquier niño puede
disfrutar por su simpleza y sus chistes, y a la vez cualquier adulto sacará a
la luz a su niño interior y lo gozará como si fuera la primera vez que va al
cine en su vida.
Lo que más me ha encantado, por encima de todo, es el
enorme cuidado que se ha tenido para incluir a cada uno de los videojuegos. Es
simplemente precioso. Cómo película, se ha pensado -y mucho- en los jugones que
han crecido con los videojuegos pero desde los inicios de los mismos, ya que
tenemos bien reflejada la atmósfera del Tappers
al que jugaba de niño, los 4bits del PacMan, los movimientos rígidos de los
8bits, el pixelado de los 16bits y las demás generaciones hasta el Hero’s Duty
(Call…) o el Sugar Rush, que recuerda “demasiado” a un Mario Kart repleto de edulcorante.
Toda la película es una oda, una auténtico homenaje al
mundo de los píxeles y el entretenimiento, ese del que todos alguna vez hemos
disfrutado, un homenaje increíblemente divertido y nostálgico. Personalmente,
adoro los videojuegos desde el inicio y creación de los mismos (aún recuerdo
los primeros del ZX spectrum, el Atari, el Commodore, las recreativas de los
bares... hasta la Playstation 3, la Xbox, o la WiiU) hasta la actualidad. Soy
un habitual consumidor de este tipo de ocio electrónico y quizás por eso la
película ha conectado especialmente conmigo. Empieza la película y ves la
carátula original de la recreativa del Street
Fighter II -a ver cuántos la han visto- y, tan pronto se va la gente, Ryu y
Ken dejan de pelearse y se van a tomar unas birras, o ves aparecer el (!) del Metal Gear Solid (sonido incluido),
setas de Mario, Pacman y sus fantasmas, a Sonic recordándonos que hay que
tomarse las cosas con calmas y sin prisas, a Zangief explicando sus llaves
destroza-cuellos, a Kano haciendo un fatality -así porque sí-, los múltiples
cameos de un segundo de Mario, Ryu, Mr. Bison, Plok, Bowser, Lara Croft, Time Crisis, Sega Rally y así un
larguísimo etcétera -que a buen seguro será aún más grande en la asegurada
segunda parte-, las extrañas apariciones inesperadas de los calzones de
Zangief… Son cientos de detalles bien ubicados y tenidos en cuenta, de los de
apretar el Pause y empezar a repasar
el montón de detalles que están de fondo en la pantalla. A mí ya me habían ganado, y si además le
añadimos una historia entretenida, una animación cuidada y una duración
ajustada, pues mejor.
La historia es, obviamente, para niños, fácil de seguir y
entendible por todos, pero con suficiente chicha para que el adulto veterano en
videojuegos pueda disfrutar igualmente, como si se hubiera cogido a Shrek y se cambiaran los cuentos de
hadas por videojuegos y se le hubiera quitado algún chiste gamberro que otro. La
mezcla del Hero’s Duty con el Sugar Rush mientras son perceptibles las
diferencias de personajes provenientes de diferentes generaciones tiene su
gracia. Los chistes pecan a veces de pueriles y el Sugar Rush se puede hacer
algo indigesto en su imaginería, pero la animación desplegada es altamente
satisfactoria y el diseño del universo es brillante, realizado con un enorme y
evidente cariño.
El desarrollo de la historia es totalmente predecible y hay
algún que otro momento muy azucarado, pero el conjunto es divertidamente
disfrutable y con un final merecedor de estar en una twisted version del Gears of
War. El epílogo final es enternecedor, a pesar del exceso de azúcar.
Es evidente que es una película hecha por y para jugones -y
para niños-, cualquier adulto que no posea una sólida experiencia en
videojuegos -especialmente en los clásicos- se va a perder la mitad o más de los
chistes del film. El resto, disfrutarán como niños pequeños,
emocionados por los seguros ataques de risa y nostalgia que provocará.
Si bien es verdad que Brave
era insuperable en cuanto a definición y recreación detallista de un
escenario, su guión era claramente inferior, con unos personajes mucho menos
carismáticos y un ritmo más cansino que Rompe
Ralph. Parece que esta vez Disney ha hecho su trabajo mejor que Pixar.
Además, mientras el guión sea mínimamente potable, el
variado mundo de los videojuegos y sus personajes da para muchas pelis más. La
segunda parte, con Mario y Sonic como personajes relevantes, ya está incluso
anunciada.
Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.4
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