Sinceramente, debo reconocer que al empezar el día, no
habría creído posible que acabara viendo algo tan repugnantemente fascinante.
Hablo de Posesión Infernal.
En un recóndito rincón de un bosque perdido, cinco
amiguetes deciden pasar un fin de semana en una cabaña medio abandonada. En el
sótano encontrarán un libro maldito que, al leerlo, despertará a los espíritus
malignos del bosque, cosa que no es una idea nada, pero que nada buena…
Esta memez de argumento se ve completada por unos actores
mediocres -excepto el arrollador y carismático Bruce Campbell-, un presupuesto
ridículo y unos efectos especiales descaradamente cutres. Seguro se llevaría un
suspenso como una catedral en la mayoría de los casos, pero, de alguna manera,
es capaz de producir una malsana fascinación fruto del mal rollo que produce en
muchos momentos.
La película que dio a conocer a Sam Raimi hace ya más de
treinta años es una muestra de lo que se puede hacer con dos duros y muchas
dosis de imaginación y cariño. No en vano, es uno de los iconos del cine gore y
de casquería, y su influencia en todo el cine de terror filmado posteriormente
es evidente.
Lo que más me gusta en la película es su atmósfera. En cada
vacío recoveco de los escenarios se respira intranquilidad. La sensación de
saber que por los exteriores de la casucha pululan dios sabe qué tipo de entes
malignos está muy lograda, y los enfoques de cámara que usa Raimi para narrar
la acción están muy conseguidos: ayudan a que la película sea inquietante y la
desmarcan del cliché general.
La historia es de lo más chusquera y muchos momentos no son
sino un despropósito, pero la película tiene ese aura de fascinación que te
impide sacar los ojos de la pantalla. Estás pensando “No puede ser” “No, no se
pueden atrever” “Ostia, lo que han hecho” “¡Pero esto que es!” “Que asco,
¡***!””Vaya, pues sí que lo han hecho…” “A tomar por ****, como se han pasado”,
pero por alguna malsana razón capta totalmente tu atención y la película se
convierte en una experiencia única, desagradable y hechizante.
Es una película que todo el mundo debería ver. Sólo una
única vez. En este primer visionado, el film mantiene toda su capacidad para
profanar tu indefensa alma y dejarte absorto y alucinado con toda su
psicotropía. Es una película impactante, tronchante y asqueante.
Nota: Es imposible ponerle nota. Está en una categoría
aparte.
Nota Filmaffinity: 6.8
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