lunes, 24 de septiembre de 2012

Déjame entrar


Hacía tiempo que tenía esta película en “pendientes” y por fin ha caído. Hay que reconocer que vale la pena, y mucho.


Oskar es un tímido niño de doce años. Es acosado por sus compañeros de clase y en su casa no recibe ningún tipo de apoyo. Está solo. Eli es una chica de doce años que se acaba de mudar a la ciudad, coincidiendo con una serie de inexplicables muertes. Es una vampira y está sola. Entre ellos surgirá un principio de amistad, fruto de su marginada situación.

En general "Déjame entrar" habrá de figurar entre las grandes películas de vampiros, pues el enfoque que realiza sobre uno de los personajes principales de estas historias, con frecuencia pasado por alto, supone una vuelta de tuerca al mito expresada con rotundidad e inteligencia.

ACTORES: Los dos niños son simplemente maravillosos. Sus actuaciones desprenden una cercanía y un realismo sorprendentes. Los actores adultos no se lucen demasiado, pero se debe principalmente a que el guión no les da pie a ello y apenas puede decirse que tengan importancia. El protagonismo recae en los dos pequeños que sostienen perfectamente la película.

DIRECTOR: Alfredson nos propone una de las revisiones más certeras que se han hecho últimamente del mito del vampiro. La película supone una extraña mezcla de terror, drama, romance y comedia bastante difícil de equilibrar. La gélida ambientación está perfectamente conseguida (vale, es fácil encontrar nieve en Suecia), con muy buenas elecciones a la hora de elegir qué se enseña en cámara y qué es lo que se te oculta, consiguiendo un efecto de fascinación hipnótico en algunos momentos. El perverso romance entre los dos niños es un perfecto ejemplo de cómo retratar una relación enfermiza, tan bella como potencialmente letal. El director te muestra a la vampira como un asesino bebedor de sangre, pero tan increíblemente seductor que el espectador no puede evitar ponerse a su favor y desear que la mortífera pareja triunfe. Con algunas escenas antológicas -la desasosegante escena de la piscina o la tiernísima final del tren- que merecen ser recordadas y que sirven de gran colofón para el film, Alfredson nos ofrece una visión muy seria, clásica y impactante de un tema tan trillado como el vampirismo. La introducción del vampiro es certera, inesperadamente tierna y delicada, realizada por medio de una niña aparentemente frágil e inocente que incluso pide permiso para entrar en una casa ajena. Son sobrecogedoras las escenas en las que Eli manifiesta su necesidad de "comer": se le mueven las tripas, se le seca la garganta, empieza a producir sonidos extraños…
Solamente se le puede achacar un ritmo demasiado lento y pausado, que puede resultar algo pesado para el espectador -mal endémico del cine sueco a nuestros ojos-.

GUIÓN: La historia puede presumir de estar perfectamente equilibrada, construyendo a dos personajes solitarios de una manera preciosa y precisa. La incomodidad de Oskar al encontrarse con Eli, a la que sabe maligna, pero por la que no puede evitar sentirse atraído contrasta con el pudor con el que Eli se muestra a la hora de confesar su especial “condición”. Pero el gran triunfo de la película consiste, primero, en revisionar tan acertadamente un tema como el del vampirismo de una manera tan realista y en segundo lugar hacer una reflexión sobre los verdaderos demonios de la película, que no son sino la soledad y la discriminación. Todo ello está rematado con una historia desasosegantemente tierna porque aunque esté disfrazado de película de terror, Déjame entrar es ante todo, una historia de amor. Un amor primerizo, brutal y salvajemente devastador.
Me ha gustado la justificación que hace Eli de su vampirismo. Es simple y honesta, no se hace la atormentada o la arrepentida, sin tonterías de pretender ser humana o tener la más mínima simpatía por el homo sapiens. Eli se alimenta porque lo necesita y porque puede, y no se avergüenza en modo alguno. Me ha gustado mucho que Oskar no tenga esa reacción tan falsa como típica en estos tiempos, de expresar reverencia y devoción al saber que alguien es vampiro, como si eso resultara admirable. En Déjame entrar la reacción es mucho mas natural, cuando Oskar descubre que es vampira reacciona con desconfianza y hasta cierta reprobación moral, a pesar de su corta edad, pero luego no puede sentirse arrastrado por el magnetismo que desprende Eli.

Poco puede achacarse a una película que con cuatro euros consigue un guión preciso, una música emocionante, una fotografía certera, gélida y bella, dos jóvenes actores maravillosos, unos silencios que lo dicen todo y una de las mejores escenas finales de hace muchos años.

Nota: 9
Nota filmaffinity: 7.3

"Nunca tienes frío, ni siquiera pisando descalza la nieve. Nunca te enfadas, acaso porque sabes más de lo posible y te adelantas a los acontecimientos, les sigues de cerca con tal de unirte al lamento y la sonrisa delicada y perfecta de una comunión entre amigos insólitos y amantes impenetrables.

Sabes que me iré rindiendo a la monstruosidad de tu condición pero también tienes la certeza de que pondrás de tu parte alma y vida para trascender la muerte y dejar que yo sea fiel a mí mismo sin dejar de seguirte de cerca.

Tal vez supere el miedo, aunque hace demasiado tiempo que convivo con él. Lo que ya he superado gracias a ti es la certeza de que estaba condenado a la soledad: ahora sé que por muchos peligros que corra nunca más estaré horriblemente solo jugando con un cuchillo en la noche."

Aunque es obvio interpretarla en clave romántica, la película puede interpretarse de una manera mucho más perversa y desasosegante. Como ya sabemos, Oskar es un pringao y los gamberros su clase la han tomado con él y le sacuden con ganas. El no es capaz de rebelarse, tal vez debido al trauma y la inseguridad de vivir en un hogar desestructurado. Eli es una “niña” muy vieja que se las arregla para tener siempre un sirviente que le sirva el catering. Como es vampira, sus capacidades le sirven para arrancar cabezas sin problemas, cosa que a Oskar le viene muy bien. Y a ella le va bien un pringao que le sirva. Por ello, la relación que se establece es más bien de conveniencia. Bueno, quizás por parte de Oskar si que es sincera… Si es que siempre será un pringao…

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