sábado, 3 de agosto de 2024

Todo a la vez en todas partes

Hoy le toca el turno a una de las películas más interesantes de los últimos años.

Empecemos ante lo que plantea el inicio del film. Conocemos a Evelyn, una inmigrante china en EEUU que regenta una lavandería desastrosa, hace lo que puede para mantener a flote una familia algo disfuncional (con un marido pusilánime, un padre medio gagá que la desprecia y una hija a la que no comprende). Encima tiene problemas con Hacienda. En el peor día de su vida, cuando parece que ya nada puede salir peor, descubre ser la ELEGIDA para realizar una epopeya multiversal con la que salvar a la existencia de la destrucción. Evelyn no parece estar muy dispuesta a cumplir con su labor, pero el Universo no opina lo mismo….

Los primeros 10-15 minutos presentan a los personajes, que muestran una mezcla de patetismo y excentricidad más allá de cualquier medida. Todo ello deja una mala sensación de “qué mierda estoy viendo” enorme. Es fácil salir volando de la película ante este inicio. Sin embargo, tanta estulticia es deliberada, puesta ahí para servir de contrapunto para que, cuando empeicen a pasar cosas raras, nuestra mandíbula caiga al suelo y nos quedemos con una alucinante sensación de “¡Qué mierda estoy viendo!” que nos acompañará durante todo el metraje.

Es decir, una vez empiezan los fuegos artificiales, bajamos por un tobogán a la locura que ya no abandonamos hasta que acaba la película. Los directores nos arrojan un torrente de situaciones sorprendentes, rompiendo mil veces las reglas de lo que se debe mostrar en pantalla y lo que no, dispuestos a deslumbrar en todos los aspectos del film.

Desde un primer momento, sorprende encontrar en papeles heroicos de acción a un elenco relativamente entrado en años. Veteranos que ya habíamos olvidado del cine de artes marciales, demuestran estar plenamente en forma en coreografías imaginativas, repletas de hallazgos ingeniosos, soluciones absurdas y toñas de primera al alcance de muy pocos. No es que las coreografías estén bien (que lo están, ya ahondaré en ello), sino que además de las acrobacias, el guion les aporta profundidad a todos, dando lugar a personajes carismáticos que se hacen querer desde el segundo uno. Desde la magnífica Michelle Yeoh, que encarna a la improbable protagonista, pasando por los queridísimos Ke Huy Quan (del que nadie se acordaba) o la reina del terror Jaime Lee Curtis (la mejor actuación de su vida). También hay que destacar a Stephanie Hsu, que saca adelante el papel más difícil del film con una dignidad sorprendente.  No es precisamente habitual encontrar un elenco que destaque tan a lo grande tanto a la hora de arrear como a la de interpretar, desbordando carisma y desvergüenza por los cuatro costados.

A ello hay que sumar la imparable inventiva de los directores a la hora de crear este locurón multiversal, destacando por un montaje frenético en el que cualquier cosa es posible, un apartado visual único y reconocible, una trama perfectamente urdida que no deja respirar una vez se lanza, además de un ritmo perfectamente medido para provocar el efecto deseado en cada momento. Es original, es diferente, es alucinante (de manera bastante literal), es hilarante, es grosera y, sobretodo, es capaz de emocionar con chorradas gigantescas como nadie hubiera podido concebir.

Cada escena está muy bien pensada, con una puesta en escena que deja claro el esfuerzo que hay para que cada detalle mostrado sea el que estaba planteado. Nada se deja al azar ni en lo visual, ni en los diálogos ni en las tortas. Y es que por si fuera poco, la película despliega las mejores coreografías de artes marciales desde The Raid. Los combates son variados, movidos y visualmente estimulantes. Sabe sorprender, ofreciendo armas, golpes y combos que nunca habrías esperado ver en pantalla, rompiendo las normas sin parar, pero molando por los cuatro costados. Además, una vez aparecen los “súperpoderes”, el ordenador se complementa a la perfección con los efectos especiales para dar luz a un espectáculo deslumbrante sin por ello perder el hilo de la película. (La pelea de la riñonera, la del premio del mes, la primera aparición del antagonista, el escudo antidisturbios, el meñique del destino… y no paro)

Y para rematar el conjunto, Todo a la vez en todas partes es una estupenda película de ciencia-ficción que habla sobre los límites de la divinidad y el continuo flujo espacio-tiempo, sin por ello dejar de fabular sobre las relaciones paternofiliales, la tolerancia y la necesidad de ser aceptado. Defiende con tanto ahínco la sinceridad amable como el motor que hace avanzar el mundo que se vuelve incluso entrañable y al mismo tiempo, es la mejor película de cochinadas multiversales que se ha hecho en los últimos diez años. Menea tantos ingredientes en un cóctel tan imposible que debería explotarte en la cara, pero en vez de eso, te pega al asiento y deslumbra continuamente.

Por otro lado, se debe recalcar con mucho énfasis que no es una película para todo el mundo. Todo a la vez en todas partes es una propuesta muy extrema. Parte de un argumento delirante que se revuelca en el patetismo durante 20 minutos para luego lanzarse al absurdo festivalero los siguientes 100. A nivel visual despliega un colorido salvajemente intenso, con un diseño extravagante un tanto desquiciado en el que es MUY fácil sentirse atacado. Se pierde en sus memeces y excentricidades, obligando a mantener la atención y a aceptar las tonterías que te presenta sin cuestionarlas mucho de primeras. En conjunto, hace tantas cosas locas y rompe tantas normas de “cómo deben ser las cosas” que es muy fácil salir volando de la película. es algo a tener en cuenta a la hora de afrontar la película o a la hora de recomendarla. Si no entras en el juego que te propone, pues tampoco te sulfures, que ya es normal.

No en vano, con los Daniels detrás, es fácil comprender que nos enfrentamos a un proyecto excéntrico cuanto menos. Tal como demostraron en la minimalista y genial (y muy raruna) Swiss Army Man, mu normalicos estos no son. Aquí no puedo sino felicitarlos por el mérito inmenso que tiene, por un lado, inventarse un mejunje tan complejo, extraño y delirante (estupendo guión), rodarlo consiguiendo la implicación total del elenco, tanto en las interpretaciones como en las actuaciones física y, finalmente, ordenarlo de alguna manera que se consiga un engendro coherente (las peleas en la sala de montaje deben haber sido…). Encima, visualmente es apabullante, y hay payasos y dildos y confetti y… muchas cosas raras. La inventiva de estos dos zumbados es imparable.

Cuando se acercaron las nominaciones a los Oscar, yo era bien consciente de la posibilidad de una lluvia de menciones, porque se trata de una película muy bien realizada en casi todos los aspectos. Pero claro, con una propuesta tan extrema, ya me imaginaba que la muy conservadora academia no se iba a atrever. No os podéis imaginar mi sorpresa cuando anuncian 11 nominaciones para la película, con todo lo gordo incluido: Película, director (Daniels), actriz (Yeoh), actor secundario (Ke Huy Huan), actrices secundarias (Hsu y Lee Curtis), Guión original (Daniels), Montaje (Rogers), Banda sonora (Lux), Canción (Mitski) y vestuario (Kurata). Casi nada al aparato. Indudablemente, empecé a dar saltos en el sofá cuando los premios empezaron a caer. Debí despertar a medio edificio con los anuncios de Mejor Película, Director, actriz, actor secundario, actriz secundaria (Lee Curtis), Guión y Montaje.

Vamos, que me ha gustado mucho. ¿no? A saber: necesita (y utiliza) a un puñado de actores en estado de gracia, tiene tres de las cinco mejores coreografías de tortas de los últimos diez años, te arroja a un locurón de absurdeces de primera durante y, encima, maneja múltiples capas de subtextos de la que sacar enseñanzas para la sociedad. Si llegáis a la escena de la riñonera y veis que es vuestra mierda, no la dejéis pasar.

 

Nota: 10

Nota filmaffinity: 6.4 

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