domingo, 28 de julio de 2024

Zoolander 2

Esta película formó parte del último especial de Cinéfagos Muertos que intentamos grabar, que nunca llegó a realizarse, acabando así con el proyecto. El tema eran “películas malas que molan”, de las que algunas se acabarán pasando por aquí, que uno se vio todas las propuestas, aunque luego no se hiciera nada con ellas.

Cualquiera que fuera adolescente sobre los 2000 recordará con ¿cariño? las alocadas aventuras de Derek Zoolander y sus amigos. Aunque al principio se la tildó de basura hortera, a la que rascabas un poco, la película realizaba una crítica mordaz al artisteo sin por ello dejar de ser una oda al absurdo gratuito. Con Ben Stiller, Owen Wilson y Will Ferrell en estado de gracia, gozaba de tal cantidad de tonterías y era capaz de sorprender de una manera tal que acababa provocando las risas, aunque fuera por mera saturación de chorradas.

Dentro de la fiebre nostálgica de recuperar los éxitos del pasado, viene esta segunda parte tardía que, justamente, plantea lo mismo: Zoolander debe volver de su retiro para salvar al mundo de la moda, en una suerte de retorno tardío que nadie había pedido (¡chiste meta!) en el que deben enfrentarse a un mundo que ha cambiado y una nueva conspiración para dominar el mundo.

Hay que reconocer que la película intenta hacer lo mismo que su predecesora: arrojarte encima tal cantidad de chorradas para acertar por saturación, presentar un festival de cameos y abrazar la absurdez sin ningún tipo de vergüenza. Sin embargo, Zoolander 2 se encuentra en que su humor no funciona. En absoluto. He reconocido muchas veces el chiste y me he quedado con la sensación de “¿Esto tiene que hacerme gracia?” Sí, poner el modo Torrente para buscar los cameos entretiene y el argumento mantiene la profundidad esperada, pero sin la argamasa de chascarrillos que provoquen risas, el edificio se cae por sí solo. Por momentos parece más una parodia de Zoolander que una secuela, siendo sólo destacable por su capacidad de hacerte enarcar una ceja ante las chorradas que te tira encima.

Por lo menos, el festival de cameos se mantiene. Cada cara es reconocible y, aunque algunos guiños ya están desfasados, se agradece que todos den la impresión de estar pasándoselo en grande con las tonterías que les toca hacer: Justin Bieber, Katy Perry, Neil DeGrasse Tyson y mil famosetes más. Mis felicitaciones van hacia Benedict Cumberbatch, que demuestra ser el mejor actor de toda la película a pesar de tener un papel absurdo de treinta segundos. De los protagonistas, nuestra Pe se añade al elenco de la primera parte, pero como ninguno de los papeles tiene el más mínimo sentido, no hay mucho que puedan hacer para mejorar el percal.

“Película mala que mola”. Vamos a ver. Reconozco que lo intenta con ganas. Coge la fórmula que tuvo éxito hace veinte años y la vuelve a aplicar. El resultado es significativamente peor, sobrepasando ampliamente mis niveles de tolerancia a la vergüenza ajena en muchos minutos. La gran mayoría de chistes no tienen gracia y se me ha hecho muy cuesta arriba, aunque le reconozco su capacidad para dejarte boquiabierto con algunas ocurrencias.

No, no llega a molar. Es mala y punto.

 

Nota: 1

Nota filmaffinity: 4.1 

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