viernes, 5 de agosto de 2022

Wolfwalkers

Esta es una película que esperaba con ganas desde que se empezaron a ver los primeros esbozos. Con Tomm Moore sabes que debes esperar una maravilla de animación artesanal, minuciosa y rematada con mucho cariño. Con la colaboración de Ross Stewart ya nos han brindado los preciosos El Secreto del Libro de Kells y Canción del Mar, completando así una trilogía de películas irlandesas en la que han trasladado a la pantalla grande los cuentos y leyendas que alimentaron su infancia, mostrando los paisajes que llevan en el corazón, pues la historia se desarrolla (una vez más) en Kilkenny, su villa natal.

Dentro de esta fortaleza medieval, en el año 1650, la ley es dura y la vida da para pocas alegrías. El señor del lugar no deja de querer imponerse a la naturaleza salvaje que rodea la ciudad, obsesionado en acabar, cueste lo que cueste, con los lobos que llevan siglos viviendo en los campos. Con el objetivo de mostrar su poder sobre la bestia, y de asegurar su dominio sobre la gente, quiere demoler cualquier veleidad de resistencia y hacer desaparecer la magia de las leyendas que se cuentan desde tiempos ancestrales en el imaginario colectivo. La historia no lo dice explícitamente (pero los directores sí), pero se trata de la lucha cultural entre ingleses e irlandeses. La joven Robyn tiene once años y vive con su padre, un hombre modesto al servicio de su señor, que tiene la misión de rastrear a los lobos. Ella es curiosa, inquieta, mucho más interesada en el uso de las armas que en las tareas domésticas típicas a las que su sexo y su condición la reducen, la chiquilla desea seguir los pasos de su padre e introducirse en lo más hondo del bosque, soñando con la libertad, los grandes espacios, cautivada por fábulas deliciosamente inquietantes…

Durante una batida, se cruza en el camino de Mebh, una niña algo extraña dotada de una exuberante melena rojiza. Pronto nos enteramos que Mebh es niña de dia y lobezna de noche… Robyn no lo sabe, pero acaba de introducirse en el universo mágico de los Wolfwalkers, dónde le esperan muchas sorpresas…

Ya pronto nos daremos cuenta de que la amenaza no viene de los lobos, sino del ser humano. Como en Kells o en la Canción del Mar, la naturaleza es omnipresente y el mundo animal, indomable y misterioso, fascina tanto como acobarda a los humanos. La sabiduría y la bondad están siempre del lado del bosque, y es a través de ellos que los directores quieren emocionar con esta leyenda antigua, al pueblo de hoy. Es necesario escuchar y respetar al reino animal, entender cómo se resiste a nuestra arrogancia - una expansión sin límites, una dominación destructiva – es una necesidad que se impone dentro de esta fábula celta con reminiscencias en nuestra sociedad contemporánea.

Una vez más, el trabajo de orfebrería que se marcan Moore y Stewart deslumbra en una puesta en escena que lleva al límite las influencias de los frescos góticos. El virtuosismo de cada fotograma –  una obra de arte en sí mismos – se suma a un inteligente uso de la pantalla partida para agilizar la acción, jugando con mucha gracia con diferentes estilos en función del lugar geográfico dónde se desarrolla la acción. Una dualidad preciosa entre las rectilíneas formas que restringen cada rincón de la ciudad, siempre formada por tonos grises de granito y cemento, y las rebosantes formas del bosque, llenas de vida y color, rellenando cada zona de un follaje hipnótico, siempre cambiante, pero de formas exuberantes y caóticas. Genial es también la representación del punto de vista del lobo, en que un peor sentido de la vista se contrarresta con un oído y un olfato agudizados, representados con ingenio en la pantalla. Sin embargo, es en los clímax argumentales donde los creadores alcanzan las mayores cotas de genialidad, cuando los paisajes se desdibujan y se tornan impresionantes abstracciones expresionistas que complementan a la perfección la intensidad de la acción.

Wolfwalkers esquiva además uno de los problemas que suelen tener las propuestas de estos creadores. Por una vez presenta un desarrollo argumental impecable, en el que la creación de los personajes no se come a la trama. Si bien no inventa nada nuevo, encontrando fácilmente reminiscencias de Como entrenar a tu dragón (que a fin de cuentas, tampoco es el argumento más novedoso del mundo), sí se siente como suficiente armazón para sujetar la gloriosa puesta en escena que deseamos gozar. Guarda tiempo además para dejar caer pildoritas sobre el empoderamiento femenino, el colonialismo, la compresión de lo deferente y la comunión del humano con la naturaleza, en un tono similar al que podríamos encontrar en muchas obras de Ghibli.

Nominada a los Oscars de su año y otra vez que no se lo lleva. Si bien en otras entregas, le podía encontrar defectos a las propuestas de este estudio, ésta vez si que no hay con qué disctutir. Soul no es precisamente una mala película, pero ésta es muy superior y, bueno, si es que es muy difícil que algo fuera de la órbita de Disney se lleve el Oscar de animación…

Pero bueno, Wolfwalkers es una película de animación de las gordas. Se acerca más a un tono juvenil, pero para ver en familia, todas las edades encontrarán motivos para maravillarse, sonreír, estremecerse y emocionarse. Además, el glorioso final feliz es de los que dejan algo calentito en el alma y alegría para todos los espíritus.

Nota: 9

Nota filmaffinity: 7.6


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