domingo, 7 de agosto de 2022

Mortal Kombat

Olvidémonos de caricias y paz para el alma: el más mortal de los Kombates entre ninjas estrafalarios y asesinos improbables se ha reanudado. Todos conocemos la canción.
Durante años, la adaptación de Mortal Kombat era de las pocas películas basadas en los videojuegos no era una basura infecta. Tampoco es que fuera gran cosa, pero por lo menos se dejaba ver con agrado, integrando bien las ridiculeces sin que pareciera un cosplay con vitaminas.

Años después y un puñado de entregas en ambas plataformas después, la historia ha avanzado y volvemos a tener un intento de traer la franquicia a la gran pantalla, sin tener mucho en cuenta cualquier otra adaptación.

Pues hete aquí que Scorpion es un ninja (amarillo) asesino que lucha por el bien. Mientras que Sub-zero es otro ninja (azul) que lucha por el mal. Y no se tienen mucho cariño en una lucha que dura ya siglos. Por su parte, un combatiente de Full Contact de no especial éxito recibe una invitación para luchar en un Torneo clandestino de artes marciales. Pero resulta que en este torneo está en juego el destino de la tierra y las fuerzas del bien y del mal se pondrán en marcha para favorecer cada uno de sus bandos. Y empiezan las tortas, los desmembramientos, las decapitaciones… Que sí, que el argumento es una mera excusa para tener a los personajes estozándose de un lado al otro del globo.

Una tontería, sí. Pero hay algo que la película consigue con ganas: MO-LAR. Mortal Kombat no tiene ninguna vergüenza a la hora de fliparse y lleva la premisa del videojuego hasta el infinito y más allá. Simon McQuoid creció con la película original, se ha viciado a esos videojuegos toda la vida y ahora ha tenido la oportunidad de crear un entretenidísimo pasatiempo de acción y gore. Tiene poco sentido pero, realmente, no importa demasiado.

Entre otras (muchas) cosas, se le puede echar en cara tener un protagonista la mar de sosete. Pega bien sus tortas y no hace malas coreografías, pero se nota que eso de actuar no es lo suyo. El puñado de secundarios, por suerte, tienen mucha más gracia. Ninguno destaca por la profundidad de sus encarnaciones, pero el guión les da más chorraditas con las que jugar y salvan bastante la papeleta. En especial habría que destacar a Josh Lawson (Kano) y Max Huang (Kung Lao) que, con papeles histriónicos y ostiables, pero carismáticos, se marcan los mejores chistacos de la película.

Lo más sorprendente de toda la película es lo bien que están trasladados los personajes. Por una vez, no parece que estemos ante un cosplay vitaminado, sino ante recreaciones en acción real de las animaciones que habíamos visto. Además, se ha realizado un trabajo inesperadamente cuidadoso en las cinemáticas de los combates, integrando bien todos los movimientos y rayitos, de manera que puedas reconocer que ataque especial está realizando en cada momento sin que parezca impostado. Eh, y los toñarros molan. Cada combate tiene una coreografía característica que los hace distinguibles, se sigue el movimiento d elos personajes sin que por ello se pierda brío y, encima, están intercaladas entre diálogos suficientemente interesantes como para que el ritmo no pare. Así, tenemos dos horas bien buenas de entretenimiento.

Que nadie había pedido este remake es algo obvio, y menos cuando las obras basadas en videojuegos tienen una tendencia a estamparse bastante grande. Pero mira, ésta les ha quedado algo mejor de lo normal y se ha de felicitar. Es perfectamente consciente de que se trata de un producto de puro entretenimiento y lo abraza con ganas, ofreciendo suficientes datos para que el friki disfrute y el profano se entere de qué va la vaina sin problema. 

Y una cosa obvia, vaya mentira el título. Todo el metraje hablando del Mortal Kombat y luego va y la película se acaba y el torneo no ha comenzado todavía. Si es que…Visto en perspectiva, está claro que el guionista ya estaba planeando una segunda parte que llegará cuando se le cante el culo al productor correcto.

Una inesperadamente simpática película basada en videojuegos que satisface las ansias de los fans. Hostias como panes, hemoglobina a borbotones, caramelitos para el fan de la saga e intento obvio y ridículo de ser el primer episodio de una franquicia. Una vez apagas el cerebro y dejas hacer a lo que viene, pues el entretenimiento no está mal. Sorprende que algo con estos orígenes no se acerque a la vergüenza ajena (y se agradece). Evidentemente, sólo para fans. Si no te van las tortas, no sé qué haces aquí con esta película.

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 5.2 

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