viernes, 26 de octubre de 2018

La ciudad de los prodigios (Eduardo Mendoza)


Pues llegamos al libro 20 de la Cesta’13, un libro de un autor barcelonés de sobra conocido por sus libros de chorraditas. La ciudad de los prodigios uno de los pocos seriotes que tiene, también uno de los más reputados. A ver cómo está.


Título: La ciudad de los prodigios
Autor: Eduardo Mendoza

“En 1887, Onofre Bouvila, entrañable personaje de esta novela, llega arruinado a Barcelona. Repartirá folletos anarquistas. Luego será vendedor ambulante, ladrón y mafioso, financiero y gran industrial. Deslumbrado por el progreso, colaborará también en los inicios del cine y la aviación. Y finalmente, sobre el telón de fondo de la abigarrada ciudad, alcanzará la cima de su imperio económico-delictivo…
Siguiendo paso a paso el azaroso pícaro moderno se forja, la novela es a un tiempo crónica –parodia de la vida en Barcelona durante medio siglo (1886-1929) y canto de amor a la ciudad y sus habitantes, una y otros tan prodigiosos como anuncia el título.”

Y mira que los libros seriotes de Eduardo Mendoza tienden a no gustarme demasiado, pero en este caso se disfraza de Ken Follet barcelonés y pare un libro bien morrocotudo. Utilizando al carismático canalla de Bouvila como eje a través del cual articular la narración, se nos explica con clase y mimo el desarrollo de la inquieta Barcelona durante una de sus épocas de gloria, el período que va entre las dos Exposiciones Universales organizadas en la ciudad.

El punto de partida es 1886, en el que la Expo permite a Barcelona salir de su provincialismo para convertirse en una ciudad cosmopolita, bullente de actividad e iniciativa, caldo de cultivo para una época en la que cualquier empresa parece posible. Aquellos conocedores de la arquitectura de la Ciudad Condal podrán reconocer la construcción de un buen puñado de los edificios más singulares, como la transformación de la Ciudadela militar en el Parque de la Ciudadela (y todos sus palacios) que conocemos hoy día.

A medio camino entre la sátira y la narrativa histórica, Mendoza nos muestra como los comerciantes y emprendedores barceloneses prosperan y hacen fortuna, construyendo la burguesía catalana. Los años pasan y la sociedad evoluciona,: aparece el cine como entretenimiento, los gobiernos vienen y van y, sobretodo, las corruptelas que acompañan a los pelotazos  en los que Bouvila (y por extensión, cualquier trepa) se ve implicado.

De esta manera, llegamos a la Exposición de 1929, último momento de gloria (hasta 1992) de una ciudad en franca decadencia, azotada por la crisis y las peleas con el Gobierno central, que se tambalea como esa vaca gorda que parece dejarse conducir hacia el matadero para gozo de los potentados y horror del pueblo llano.

A lo largo de este viaje, tenemos un fiel retrato de la evolución de la ciudad, una crónica social perfectamente retratada en que afloran toquecitos de humor y toneladas de crítica que hacen más soportables los esperpentos generados por la corrupción que trae consigo el poderoso caballero Don Dinero.

No es sólo que Mendoza consiga convertir a la ciudad en un ser casi vivo, que respira y palpita lleno de energía, sino que además, las andanzas del inefable Bouvila (que, como el padre de Peppa Pig, hace de todo), son interesantes por sí mismas. Llega a la ciudad como un pueblerino cualquiera y con un plan para volverse rico, que convierte en realidad a partir de una mezcla de astucia, arrestos, crimen y falta de escrúpulos. Este viaje hacia la mayor fortuna de Barcelona (y España) mantiene un tono extrañamente serio entre todo el esperpento valleinclanesco en el que se mueve todo el percal.  Mendoza es capaz de captar los esfuerzos de la ciudad por modernizarse, a veces a costa de sí misma. Además, se reflejan las históricas tensiones entre Madrid y Barcelona, con Bouvila adaptándose a ellas y luego dándoles forma. Es curioso comprobar como para prosperar, Bouvila debe sumergirse en la crueldad y la corrupción, a pesar de que sus intenciones iniciales pudieran ser buenas. En este sentido, como buen personaje, a veces lo amas, a veces lo odias y otras le tienes miedo.

El resto de personajes secundarios nunca llegan a tener una gran profundidad, apareciendo y desapareciendo de la vida de Bouvila (y de la novela) según dictan sus tramas, que se arrastran a lo largo de los años. Aunque a alguno se le puede acabar cogiendo algo de cariño (o de compasión), todos ellos tienen sus defectos y contradicciones, con esos fallos que los hacen pesimistamente humanos.



Quizás lo más curioso de toda la novela es como consigue casar la multitud de personajes excéntricos, comentarios sardónicos e incidentes estrafalarios (típicos de la literatura de Mendoza) con una trama seria, llena de poso y profundidad. La florida prosa de Mendoza consigue saltar de lo emotivo a lo trágico y a la charlotada para volver acto seguido a clavársete en el corazón. En cualquier momento me parece que el alienígena de Gurb saltará de sus páginas y en otros, me parece estar atendiendo a la maravillosa construcción de una catedral. En ese sentido es sorprendente lo bien que consigue conjugar ambos ambientes, en contraste con el pastiche que acabó siendo Madrid 1936, que intentó sin éxito reverdecer este estilo, pues adolecía de suspender la realidad con demasiadas ganas y el nivel de excentricidad superaba los límites necesarios para poder tomártelo en serio, sin que tampoco pudiera ser un libro que tomarse a chusta.

Ha sido toda una sorpresa. La ciudad de los prodigios consigue plantarse en el imposible punto entre la comedia desmadrada, la crónica costumbrista, la narrativa histórica y las historias noir de gangsters. Y todo en Barcelona, que siempre me permite encariñarme un poco más. La prodigiosa imaginación de Mendoza se ve, por una vez, usada con total seriedad para entregarnos una novela vibrante en la que da gusto sumergirse.

Nota:
9
Nota goodreads: 3.92/5

2 comentarios:

  1. Apuntada en la Lista de Deseos. La verdad es que solo he leído charadas de este autor (muy graciosas, eso sí), y tengo ganas de probar su vertiente más sesuda.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las otras cosas serias de Mendoza no me han gustado, pero ésta sí. Y mucho. Ya dirás que te parece :)

      Mt

      Eliminar