Son cosas del cine que no acabo de entender. ¿Cómo es que
se hacen películas tan malas de los videojuegos? Si un libro o un cómic puede
ser adaptar fácilmente y dar lugar a grandes películas, ¿por qué no hay apenas
películas basadas en videojuegos que se acerquen al decente? No será por falta
de videojuegos con trasfondo que se han adaptado. Pero cuando lo que se adapta
es un videojuego sin argumento, apaga y vámonos.
No negaré que me quedé a cuadros cuando se anunció la
adaptación de Need for Speed. Para
los que no los conozcáis, es un juego de carreras de coches clandestinas con
las que ganar dinero para subir de nivel tu coche y así poder competir en
carreras más difíciles con las que ganar más dinero y así… Nada más. El juego es divertido y puede llegar a ser un
desafío, pero no invita a sacar una historia con la que atraer gente a la
pantalla. Y si quien paga es la propia dueña de los videojuegos, no hace falta disir nada más.
Los creadores se centran en las carreras de coches, como
se podía esperar, pero como se supone que se debe contar una historia, los
creadores se han inventado una pseudo-trama de venganza en torno a un piloto de
carreras clandestinas con la que salir del paso. No es que se moleste en
profundizar en ningún personaje ni servir más que de excusa para quemar unos
neumáticos, pero bueno, en una película así, ¿el argumento importa? Lo que más
me sorprende es que se atreven a torturarnos con más de 2h de película cuando
ni las coreografías ni el liviano argumento den para más de 90 minutos. En
consecuencia, el sentido del ritmo brilla por su ausencia y la película sólo te
aleja del bostezo en las pocas ocasiones en que las persecuciones de coches
están medianamente bien hechas –que no son muchas-.
Nosotros no somos los protas |
Este tipo de películas se suele solventar con un actor de
moda para aprovechar el tirón y un veterano venido a menos que no cobre mucho,
además de unas cuantas caritas guapas de agencia para rellenar. Así pues,
tenemos a Aaron Paul que tiene que aprovechar que le tocó la lotería en Breaking Bad y un Michael Keaton que se aburriría mucho en casa. Ambos son los
que llevan el peso de una película con
diálogos que parecen escritos por niños de seis años. Calificar la actuación como lamentable es
quedarse bastante cortito: ni se esfuerzan ni hay nada que rascar en el guión.
Ésta es nuestra película |
Después de todo, los protagonistas son los coches. Ellos
son los que el espectador quiere ver y los que deben lucirse. Ahí sí que vemos
que tienen a lo más florido de las cosas más salvajes que se pueden encontrar
en la carretera. Cada vez que uno aparece tenemos un zoom súper molón de 3-4
segunditos para que los frikis de la velocidad nos regodeemos a gusto. Salen
muchos y muy bonitos, con carisma, caballos y tubarros por todos lados. Lástima
que cuando les toque moverse se note que no hay mucho dinero para seguros y no
se les permita hacer coreografías muy pasadas de página. Se va lentito y se
acelera la cámara cuando toca, que así se genera sensación de velocidad.
Esperaba que al menos esta parte fuera aprovechable, pero ni eso.
Como adaptación, no consideraré que sea mala. Un videojuego de carreras de
coches sin historia se transforma en una película de carreras de coches sin
historia. Como película, es muy mejorable: ni los actores, ni la acción ni el
ritmo ayudan a conseguir entretenimiento. Y encima, de más de dos horas. En
fin, una película que sólo se puede ver si te gustan los coches de carreras y…
ni así.
A evitar.
Nota: 1
Nota filmaffinity: 5.1
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