lunes, 16 de mayo de 2016

Need for Speed



Son cosas del cine que no acabo de entender. ¿Cómo es que se hacen películas tan malas de los videojuegos? Si un libro o un cómic puede ser adaptar fácilmente y dar lugar a grandes películas, ¿por qué no hay apenas películas basadas en videojuegos que se acerquen al decente? No será por falta de videojuegos con trasfondo que se han adaptado. Pero cuando lo que se adapta es un videojuego sin argumento, apaga y vámonos.

No negaré que me quedé a cuadros cuando se anunció la adaptación de Need for Speed. Para los que no los conozcáis, es un juego de carreras de coches clandestinas con las que ganar dinero para subir de nivel tu coche y así poder competir en carreras más difíciles con las que ganar más dinero y así… Nada más.  El juego es divertido y puede llegar a ser un desafío, pero no invita a sacar una historia con la que atraer gente a la pantalla. Y si quien paga es la propia dueña de los videojuegos, no hace falta disir nada más.

Los creadores se centran en las carreras de coches, como se podía esperar, pero como se supone que se debe contar una historia, los creadores se han inventado una pseudo-trama de venganza en torno a un piloto de carreras clandestinas con la que salir del paso. No es que se moleste en profundizar en ningún personaje ni servir más que de excusa para quemar unos neumáticos, pero bueno, en una película así, ¿el argumento importa? Lo que más me sorprende es que se atreven a torturarnos con más de 2h de película cuando ni las coreografías ni el liviano argumento den para más de 90 minutos. En consecuencia, el sentido del ritmo brilla por su ausencia y la película sólo te aleja del bostezo en las pocas ocasiones en que las persecuciones de coches están medianamente bien hechas –que no son muchas-.

Nosotros no somos los protas
Este tipo de películas se suele solventar con un actor de moda para aprovechar el tirón y un veterano venido a menos que no cobre mucho, además de unas cuantas caritas guapas de agencia para rellenar. Así pues, tenemos a Aaron Paul que tiene que aprovechar que le tocó la lotería en Breaking Bad y un Michael Keaton que se aburriría mucho en casa. Ambos son los que  llevan el peso de una película con diálogos que parecen escritos por niños de seis años.  Calificar la actuación como lamentable es quedarse bastante cortito: ni se esfuerzan ni hay nada que rascar en el guión. 

Ésta es nuestra película
Después de todo, los protagonistas son los coches. Ellos son los que el espectador quiere ver y los que deben lucirse. Ahí sí que vemos que tienen a lo más florido de las cosas más salvajes que se pueden encontrar en la carretera. Cada vez que uno aparece tenemos un zoom súper molón de 3-4 segunditos para que los frikis de la velocidad nos regodeemos a gusto. Salen muchos y muy bonitos, con carisma, caballos y tubarros por todos lados. Lástima que cuando les toque moverse se note que no hay mucho dinero para seguros y no se les permita hacer coreografías muy pasadas de página. Se va lentito y se acelera la cámara cuando toca, que así se genera sensación de velocidad. Esperaba que al menos esta parte fuera aprovechable, pero ni eso.

Como adaptación, no consideraré que sea mala. Un videojuego de carreras de coches sin historia se transforma en una película de carreras de coches sin historia. Como película, es muy mejorable: ni los actores, ni la acción ni el ritmo ayudan a conseguir entretenimiento. Y encima, de más de dos horas. En fin, una película que sólo se puede ver si te gustan los coches de carreras y… ni así.
A evitar.

Nota: 1
Nota filmaffinity: 5.1

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