225 minutos, Sergio Leone dirigiendo, Robert
deNiro protagonizando y centrado en la mafia de los años 20? Este monstruo
tiene que molar ¿no? Eso sí, preparad el trasero para casi 4 horas de película
o divididla en dos o tres partes para verla con algo más de calma (y así sea
menos agotadora).
Un maduro David regresa a la Nueva York, la
ciudad donde creció. Se reúne con un viejo amigo y se pone a recordar que
antaño fueron los reyes de la ciudad, los malditos bastardos que dominaban a
todo y a todos. Pero algo falló ¿qué fue? Poseídos por la nostalgia, rememoran
sus principios, en los albores del siglo XX. Allí, David y su mejor amigo Max
son dos chavales que viven en los suburbios de Nueva York y que se comprometen
a colaborar para triunfar y ganar dinero por todos los medios necesarios. Su pandilla de amigos hace trabajitos para un
grupo de extorsionadores. Creyéndose los amos del barrio, llamarán la atención
del cacique local que no quiere que nadie trabaje por cuenta propia sin
rendirle tajada. Envalentonados por su juventud y sus ansias de grandeza se
embarcarán en una guerra que no pueden ganar. Con todo, el tiempo les dará la
razón y pronto se convertirán en peces gordos de la mafia, surgiendo tensiones,
disputas, envidias… Lo que pondrá a prueba su amistad a lo largo de los años. ¿Y,
finalmente, qué provocó su caída? David debe hacer una última visita, una
visita que no quiere hacer, por los fantasmas que deberá despertar y los sueños
que sabe que deberá enterrar.
La longitud de la película es enorme,
exagerada, pero dota de una gravedad brutal a la historia. Hay mucha (pero
mucha) tela que cortar, tiempo de sobras para dejar que los personajes calen,
la historia tome poso y el conjunto tome una gravedad conmovedora. La poderosa
fuerza de la narración viene ayudada por la magistral dirección del genio
Leone, componiendo una sucesión de escenas perfectas, con una construcción
magnífica. Las tramas se entremezclan, casi componiendo varias películas en una
y combinando la ternura y la tristeza más hermosas con los negocios, los bajos
fondos y el poder de la amistad.
Sergio Leone se toma su tiempo para que
conozcamos las motivaciones de todos los personajes, comprendiendo así como se
forja su amistad y se genera esa confianza inquebrantable que sólo tienes con
aquellos que más valoras. El método con el que se nos cuenta todo es mediante
una sucesión de saltos temporales. Flashbacks que, aparentemente no guardan
mucha relación, pero que conforman una historia descorazonadora y vibrante,
dispuestos a la perfección para mostrarnos el desgaste de los años, los éxitos
y los excesos. Es una auténtica lección de cómo manejar elipsis, fragmentar la
estructura narrativa, dejar caer pistas (leves pero importantes) para llenar
los vacíos y, en un espectacular ejercicio de artesanía, romper las convencionces
establecidas (excesivo metraje, ritmo narrativo lento, tramas inconexas…) creando
así una epopeya descorazonadora.
Con el trasfondo de la mafia por medio, Leone
reflexiona sobre la vida y nos enseña a disfrutar de los buenos momentos, a
apretar los dientes en los malos y, sobretodo, a valorar a la gente que nos
acompaña en este viaje, las relaciones que forjamos y los enemigos que nos
ganamos. La vida criminal que se nos muestra está llena de traiciones y
brutalidad, conduce a una soledad descorazonadora, dónde no podemos esperar
felicidad ni redención. Es el precio a pagar por brillar más fuerte que nada ni
nadie, creando una luz seductora pero que después de vuelve desvaída y
olvidada.
Además, los actores parecen haber nacido para
los papeles que les ha tocado: deNiro, James Woods, McGovern, Pesci, Connelly…
Tanto desde que son unos críos que le ofrecen su cara descarada al mundo hasta
que son unos veteranos encallecidos y desengañados con la vida, Sergio Leone
convierte a unos actores en seres reales, llenos de vida, tan capaces de conseguir
que nos encariñemos con ellos en una escena como de mostrarse odiosos y
desalmados en la siguiente sin que haya el más minimo atisbo de incoherencia.
La propuesta es desmesurada, temeraria. Tuvo
que asustar mucho a las productoras, tanto que ésta decidió echar mano y poner
en los cines una versión reducida, restando valor y causando confusión entre
los espectadores. Este destrozo provocó que pasara desapercibida para la
mayoría del público y fuera ninguneado por la mayoría de los certámentes. Los
años, las videotecas y las remasterizaciones nos permiten disfrutar de una
versión completa de la película y así poder apreciar la valía de esta
preciosidad.
Me es imposible destacar un momento concreto
de la película. Cada una de las escenas puede ser apreciada como una lección de
cine: el interrogatorio inicial, el tiroteo con el sindicalista, el chantaje al
policía, el reencuentro tras la cárcel, la visita a la mansión del senador… Incluso
las atroces dudas de un niño entre recibir una felación y comerse un pastel de
nata se convierten en pura poesía.
En fin, no se puede resumir una película así
en pocas líneas. Simplemente, tomaos vuestro tiempo y vedla. No os vais a
arrepentir.
Nota: 9
Nota filmaffinity: 8.3
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