Desde hace unos veranos,
Disney viene publicando algunas piezas menores (la saga Campanilla, o la previa
Aviones) siguiendo el mismo esquema: película encargada a estudios
independientes, presupuesto muy reducido y poca complejidad. Algo fácil para
atraer a los más pequeños de la casa y así conseguir que sus sufridos padres
los acaben llevando al cine. Aviones: Equipo de rescate sigue el mismo esquema.
Después de lo ocurrido
en el primer film, Dusty se ha convertido en una estrella de las carreras. Pero
¡ay! Los años no pasan en balde y los achaques del motor obligan su retirada.
Mientras busca una nueva ocupación, las circunstancias provocan que Dusty se
una al equipo de extinción de incendios de Piston Peak, dónde tendrá que
aprender nuevas habilidades para proteger el parque natural de los estragos del
fuego.
La película nos trae más
aventuras en el universo de Cars, propiciando la aparición de nuevos escenarios
y nuevos personajes (y así sacar su correspondiente merchandising). De película deportiva de superación personal
pasamos a una de aventuras con un mensaje algo macachón de “trabaja en equipo”
y “confía en tus compañeros”.
Obviamente, la película
no está realizada con ínfulas artísticas. Durante todo el rato acompaña un
cierto aroma a producto industrial en el que no hay nada que no se haya visto
mil veces en otras propuestas similares. Se sabe qué funciona y qué no y se
trata con el esmero suficiente. Estoy
seguro que cada escena viene analizada, estudiada y decidida desde producción
para que el producto funcione. Desde el
primer momento, nuestros retoños se encandilarán rápidamente con las acrobacias
aéreas que acompañan a esta historia infantil. A partir de ahí, película cortita,
para que el peque no se canse, personajes muy marcados, un humor blanco y amable, una trama elemental
sin la más mínima complejidad, escenarios bonitos y coloridos y un ritmo vivo.
En sí, una película diseñada con el fin de ser divertida para los más pequeños
y llevadera para los adultos.
Gráficamente se
aprovecha el motor gráfico que se usó en Cars 2. Es un motor gráfico que se ha
mostrado sólido anteriormente (Rompe Ralph o Aviones) y que permite trabajar
con “exteriores” muy resultones, detallados y dinámicos mientras mueve a unos
personajes bien animados, con el diseño colorido y atractivo marca de la casa.
Las dos grandes escenas de incendios están realizadas con pulcritud y
acompañadas por una banda sonora con más chicha de la esperada, apagando fuegos
a ritmo de Thunderstruck, ¡rock a todo trapo para niños de primaria! (como debe
ser).
Se agradece que trate
con respeto al espectador, demostrando que se pueden hacer secuelas
prefabricadas que diviertan a los pequeños y que los adultos puedan ver sin
sentir vergüenza ajena. Si las comparamos con producciones similares como Rio 2
o Lluvia de albóndigas 2, estos alocados aviones obtienen un resultado digno. En mi caso,
mi sobrino pequeño (6 años y ferviente seguidor de Rayo McQueen) disfrutó de lo
lindo (y molestó a medio cine con sus risas), mientras que el mayor (9) la
despachó con un “psé, nostamal”. Y es que su simplicidad juega a favor con los
mini-retoños, que se lo pasarán en grande pero en contra para los un poco más
crecidos, que disfrutarán más (como yo)
con propuestas como Cómo entrenar a tu dragón 2 , muy superior en todos los
aspectos.
Nota: 3
Nota filmaffinity: 5.1
Publicada previamente en cinéfagos aquí
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