miércoles, 1 de mayo de 2013

Musashi 2. El camino de la Espada (Eiji Yoshikawa)


Después de disfrutar en la primera parte con una novela de aventuras de capa y espada ambientada en Japón, cogí con muchas ganas la segunda parte de este libro. Además, como lo dejaban todo “un pelín” colgado, pues más ganas que había.

Título: Musashi 2. El camino de la Espada
Autor: Eiji Yoshikawa

"Musashi ha progresado en el Camino de la Espada y sus tempranos éxitos empiezan a hacer de él un espadachín de renombre. Durante su peregrinaje vence a los estudiantes de la prestigiosa escuela Yoshioka de Kyoto, quienes, heridos en su orgullo, no están muy dispuestos a aceptar su derrota. Musashi es desafiado a un duelo con Seijuro, el joven maestro de los Yoshioka, quien espera poder vengar a su escuela y restablecer el pretigio perdido...

La historia continúa exactamente dónde se dejó -no olvidemos que se trata de un único libro partido en tres partes gentileza del editor-. El estilo, que mezcla la aventura con la filosofía y la novela romántica se mantiene. Sin embargo, las tramas de todos los personajes han acabado confluyendo y avanzan ahora al unísono.  Se sigue el modo de lectura a capítulos, más o menos relacionados, que van haciendo avanzar la historia -al modo de los shonen actuales-.

Al inicio, la aventura toma unos tintes épicos que culminan en la batalla final de la escuela Yoshioka. En el proceso de llegar hasta este pico, la novela mantiene intacta toda su intensidad y viveza. Sin embargo, una vez pasado ese clímax, se desinfla. Musashi parece dejar de evolucionar, la trama amorosa cobra importancia y se desarrolla de “modo cortesano” (Amor correspondido, pero imposible por causa del destino y las pocas ganas de los protagonistas de rebelarse a él). La impresión que da es que mientras que antes todo fluía muy bien, las cosas empiezan a pasar de un modo más casual, dando tumbos como si el autor no supiera muy bien en qué centrarse. La historia se vuelve mucho más tópica y transcurre por terrenos mucho más trillados. Las tramas pierden interés e incluso algunos personajes desaparecen casi sin justificación (Jotaro, Akemi, Matahachi). El regusto que queda es amargo.

Lo que sí consigue el autor es una vívida descripción del Japón del siglo XVI. Las intrigas políticas, los personajes famosos -mítos del folklore japonés-, la vida del pueblo y las diversas costumbres de la gente de la época se ven reflejada con bastante acierto en el libro y le aportan valor.

El personaje de Musashi se va convirtiendo cada vez más en un adalid de la perfección. Si antes ya iba sobrado, va pasando a ser un Dios de la destrucción que además mantiene una ética perfecta, eligiendo siempre la opción correcta ante cualquier entuerto. Sus intervenciones dejan de tener emoción, porque se hace obvio que resolverá todo sin despeinarse.

El único que parece poder plantarle cara es Sasaki Kojiro, su némesis y archirrival en la lucha con la espada. En el primer libro es apenas un nombre, un simple testigo de las hazañas de Musahi. Pero en este libro cobra mucho protagonismo, a pesar lo repulsivo de su conducta. Es un entrometido intrigante, siempre dispuesto a congraciarse con ambos bandos, siempre presentándose como el tipo espléndido que quiere ayudar a todo el mundo, pero que se complace en ver morir al prójimo, observando impasible mientras otros arriesgan sus vidas por causas que son importantes para ellos. Todo el último tercio del libro parece un crescendo hacia la inevitable colisión entre ambos maestros de la espada. Sin embargo, ésta no acaba de llegar, esquivándose casualmente en los momentos más oportunos -la habrán reservado para el último libro-.

Del resto de personajes sólo cabría destacar a la vieja Osugi, que sigue obcecada en su búsqueda de venganza contra Musashi. Su odio y su ahínco es tan esforzado, muestra tanta dedicación a su insensata tarea que no puedes evitar que te caiga bien aunque sea una vieja cascarrabias. Casi ningún otro personaje aparece en más de 2-3 capítulos, apareciendo y desapareciendo de la trama como quién no quiere la cosa. En este apartado, el libro flojea un poco.

A pesar de que el libro es muy inferior a su predecesor, es agradable y fácil de leer, mostrando un lindo y bucólico retrato del Japón del XVI. No obstante, el libro es muy irregular y el bajón de la calidad en la trama pesa. Aunque hasta el final de los Yoshioka es espectacular, luego le cuesta mucho captar interés. ¡A ver si la cosa remonta en el tercero!

Nota: 4
Nota anobii: 4/5

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