Después de disfrutar en la
primera parte con una novela de aventuras de capa y espada ambientada en Japón,
cogí con muchas ganas la segunda parte de este libro. Además, como lo dejaban
todo “un pelín” colgado, pues más ganas que había.
Autor: Eiji Yoshikawa
"Musashi ha progresado en el Camino de la Espada y sus tempranos éxitos empiezan a hacer de él un espadachín de renombre. Durante su peregrinaje vence a los estudiantes de la prestigiosa escuela Yoshioka de Kyoto, quienes, heridos en su orgullo, no están muy dispuestos a aceptar su derrota. Musashi es desafiado a un duelo con Seijuro, el joven maestro de los Yoshioka, quien espera poder vengar a su escuela y restablecer el pretigio perdido...
La historia continúa
exactamente dónde se dejó -no olvidemos que se trata de un único libro partido
en tres partes gentileza del editor-. El estilo, que mezcla la aventura con la
filosofía y la novela romántica se mantiene. Sin embargo, las tramas de todos
los personajes han acabado confluyendo y avanzan ahora al unísono. Se sigue el modo de lectura a capítulos, más o
menos relacionados, que van haciendo avanzar la historia -al modo de los shonen actuales-.
Al inicio, la aventura toma unos tintes épicos que culminan en la batalla final de la escuela
Yoshioka. En el proceso de llegar hasta este pico, la novela mantiene intacta
toda su intensidad y viveza. Sin embargo, una vez pasado ese clímax, se desinfla. Musashi parece dejar de evolucionar, la trama amorosa cobra
importancia y se desarrolla de “modo cortesano” (Amor correspondido, pero
imposible por causa del destino y las pocas ganas de los protagonistas de
rebelarse a él). La impresión que da es que mientras que antes todo fluía muy
bien, las cosas empiezan a pasar de un modo más casual, dando tumbos como si el autor
no supiera muy bien en qué centrarse. La historia se vuelve mucho más tópica y
transcurre por terrenos mucho más trillados. Las tramas pierden interés e incluso algunos personajes desaparecen casi
sin justificación (Jotaro, Akemi,
Matahachi). El regusto que queda es amargo.
Lo que sí consigue el autor
es una vívida descripción del Japón del siglo XVI. Las intrigas políticas, los
personajes famosos -mítos del folklore japonés-, la vida del pueblo y las
diversas costumbres de la gente de la época se ven reflejada con bastante
acierto en el libro y le aportan valor.
El personaje de Musashi se va convirtiendo cada vez más
en un adalid de la perfección. Si antes ya iba sobrado, va pasando a ser un
Dios de la destrucción que además mantiene una ética perfecta, eligiendo siempre la
opción correcta ante cualquier entuerto. Sus intervenciones dejan de tener
emoción, porque se hace obvio que resolverá todo sin despeinarse.
El único que parece poder
plantarle cara es Sasaki Kojiro, su
némesis y archirrival en la lucha con la espada. En el primer libro es apenas
un nombre, un simple testigo de las hazañas de Musahi. Pero en este libro cobra
mucho protagonismo, a pesar lo repulsivo de su conducta. Es un entrometido
intrigante, siempre dispuesto a congraciarse con ambos bandos, siempre presentándose
como el tipo espléndido que quiere ayudar a todo el mundo, pero que se complace
en ver morir al prójimo, observando impasible mientras otros arriesgan sus
vidas por causas que son importantes para ellos. Todo el último tercio del
libro parece un crescendo hacia la inevitable colisión entre ambos maestros de
la espada. Sin embargo, ésta no acaba de llegar, esquivándose casualmente en
los momentos más oportunos -la habrán reservado para el último libro-.
Del resto de personajes
sólo cabría destacar a la vieja Osugi,
que sigue obcecada en su búsqueda de venganza contra Musashi. Su odio y su
ahínco es tan esforzado, muestra tanta dedicación a su insensata tarea que no puedes evitar que te caiga bien aunque sea una vieja
cascarrabias. Casi ningún otro personaje aparece en más de 2-3 capítulos,
apareciendo y desapareciendo de la trama como quién no quiere la cosa. En este apartado, el libro flojea un
poco.
A pesar de que el libro es
muy inferior a su predecesor, es agradable y fácil de leer, mostrando un lindo
y bucólico retrato del Japón del XVI. No obstante, el libro es muy irregular y
el bajón de la calidad en la trama pesa. Aunque hasta el final de los Yoshioka es espectacular, luego le cuesta mucho captar
interés. ¡A ver si la cosa remonta en el tercero!
Nota: 4
Nota anobii: 4/5
No hay comentarios:
Publicar un comentario