Si por casualidad vas por Dublin y entras en
el Trinity College, podrás ver el Libro de Kells, un manuscrito ilustrado con
motivos ornamentales, realizado por monjes celtas en el siglo IX en Kells, un
pueblo de Irlanda y que es considerado como uno de los más importantes vestigios
del arte religioso medieval -simplemente deslumbrante-. Su origen es un misterio y esta película intenta poner un poco de divertida luz sobre ese enigma…
Brendan es un pequeño monje que vive
recluido en la abadía fortificada de Kells. La llegada del miniaturista Aidan y
de su excepcional libro revolucionará la vida en la abadía. Para acabar el
libro, Brendan deberá salir de la abadía y adentrarse en el bosque, dónde se
enfrentará a sus miedos y a los peligros oscuros con la ayuda de Aisling, una
bella ninfa.
Esta película es un pequeño soplo de aire
fresco. Totalmente artesanal, llena de vida y color. Sus perfiladas líneas y
sus brillantes colores bellamente escogidos convierten cada encuadre en una
pequeña obra de arte, trazado con figuras simples pero perfectamente
estudiadas, a modo de una vidriera en movimiento. La animación, totalmente
manual, está perfectamente adaptada al carácter de cada personaje, como vemos
en Aisling o Aidan. El gran atractivo del film radica en una concepción visual
muy trabajada. Muy lejos del 3D que está de moda, la película apuesta por las imágenes
planas, alejadas del naturalismo y luce en todo su esplendor la belleza del
trazo, la textura y el color. Además, para quién haya podido contemplar El
Libro de Kells, podrá apreciar de dónde viene la inspiración para la bella
imaginería que impregna la película.
El desarrollo de la historia es simplista y
obvio, dirigido a un público poco exigente -el director se centra en el desarrollo visual-.
Los personajes son esquemáticos, caracterizados a base de tópicos. Diferenciados, pero poco trabajados. No hay mucha cosa que cortar en un guión pequeño en el que la
historia no engancha como debería y se queda a medio camino en bastantes cosas,
pero acompaña correctamente a la bella y minimalista animación.
Mención aparte merece tanto la banda sonora
(el uso de la música celta le viene como anillo al dedo a la trama); como el
trato que le da a los propios vikingos (sombras, monstruos sin escrúpulos, puro
terror). No hace falta decir que esta no es una película infantil; estamos ante
una película de animación 100% indie.
Un trabajo de orfebre muy, muy hermoso. Cualquier
otra apreciación poco puede servir para valorar una obra que aparenta una mayor
afinidad con un museo que una sala de cine. Un interesantísimo y brillante ejercicio
de estilo que luce bien, muy bien y bonito, pero al que le falta algo de alma
para llegar algo más lejos que a los ojos o los oídos. Con una historia mejor
habría sido inolvidable, pero igualmente su visionado vale la pena.
Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.2
Esta película habría ganado el Oscar® a
película de animación cualquier año. Cualquier año que no estuviera por medio Up. El secreto de Kells, con su bellísimo retablo en movimiento, se
tuvo que conformar con una nominación.
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