De la CLO suelo sacar buenos libros, muy diferentes a los que suelo leer. Eso sí, no siempre acabo acertando (Gracias igualmente Kuma)
Título: Ojo de dragón
Autor: Andy Oakes
Título original: Dragon’s Eye
“Ojo de dragón es un Gorky Park chino. Una inquietante y arrolladora novela de intriga
que describe con la precisión incisiva de un bisturí el ambiente del moderno
Shanghai: sus puestos callejeros de comida, sus garitos, sus locales de
espectáculos y sus lúgubre callejones por los que transita un peculiar y
atípico policía, el investigador jefe Sun Piao, famoso por su dureza y su
inteligencia, cuyas normas morales le enfrentan al mundo en el que vive. Sun
Piao se va a ver envuelto en un caso que ninguno de sus compañeros se querría
hacer cargo. Ocho cuerpos, horriblemente mutilados hasta ser irreconocibles,
aparecen encadenados en los lodos del río Huangpu. Por la precisión de las
heridas y la brutalidad de los crímenes, todo parece indicar que los asesinos
no son delincuentes comunes.
A la hora de
investigar el caso, todo son obstáculos administrativos, no extentos de
intimidaciones. Piao sabe que debería abandonar el caso, pero ya ha tenido que
dejar demasiadas cosas y con demasiada frecuencia en su vida, por lo que, junta
a su fiel, inquieto y malhablado ayudante, Yaobang, decide proseguir la
investigación por sus propios medios, ignorando que se verán envueltos en una
trama compleja, sorprendente y peligrosa, un caso estremecedor cuyo
esclarecimiento puede sacudir las estructuras del Partido y del nuevo poder
establecido en China.”
El inicio, con un narrador enfermizo y ominoso que
describe la situación sin usar apenas verbos, tal como hemos “oído” en Sin City por ejemplo, es impactante. La
presentación del caso es brutal, de las que dejan sin aliento. La incómoda y
rota narración, el fatalismo existencial del inspector Sun Piao y el rechazo
visceral de las autoridades a cualquier investigación llama la atención y te
pide seguir leyendo.
El problema en el libro sucede cuando el narrador sigue
usando el mismo estilo incómodo y arrítmico durante cien páginas más, no hay
apenas un diálogo y, aunque la trama no está mal, tienes ganas de mandar el
libro a tomar viento de lo tremendamente cansino que es.
Para salvar un poco el papel, la enfermiza atmósfera y el
corrupto Shanghai están muy bien ambientados, con una sensación de fatalidad inveitable bien conseguida. Además, cuando empiezan a aparecer otros personajes -y hay
algún diálogo que agiliza la lectura-, la trama mejora en ritmo, la narración
se vuelve algo más ágil y se lee con más agrado. Son los mejores momentos del
libro, con algunas escenas impactantes, muy logradas -las visitas a la morgue,
el paseo por la cárcel o la universidad-, que contrastan muy agradablemente con
lo soporífero de las páginas anteriores.
Además, los tres personajes principales -y casi únicos-
están muy bien perfilados, y tienen un carácter y una forma de hablar
característica y diferenciada.
Sun Piao recuerda a un Harry el Sucio entrado
en años. Cínico y amargado, toma el caso como una causa personal, sin ser muy
consciente de porqué. Traumatizado por la pérdida de su mujer, no tiene ya nada
que perder y parece haber decido hacer justicia de verdad por una vez, porque
los ocho cadáveres así lo requieren. Es muy curioso como espera siempre lo peor
de aquellos que le rodean y casi siempre acierta.
Su ayudante Yaobang es
un contrapunto muy optimista y malhablado. Es un tragón incansable de mente
práctica y mucha habilidad para corromper voluntades y enterarse de lo que no
debe. Gusta de describir sus comidas de una manera tan gráfica que puede
hacerse desagradable en algunos momentos, pero no deja de añadir un punto
humano y falible a la historia.
Finalmente está Bárbara
Hayes, una diplomática estadounidense y madre de uno de los asesinados. Al
principio parece una mujer asustada que está desconsolada por la pérdida de su
hijo. Poco a poco vamos descubriendo que es una mujer calculadora que esconde
muchos secretos y mentiras, ya que su actividad en la embajada oculta actos
muy, pero que muy poco claros.
Tal como he dicho, una vez aparecen los diálogos y la trama
despega, la investigación se despliega con mucha fuerza, con gran número de
giros y trampas intrigantes. Su enjundia permite olvidar al cansino narrador
durante muchas páginas, que se leen sin especial esfuerzo, sumergiéndote en un ambiente
sórdido y corrupto, dónde la vida no tiene apenas valor y todo está en venta.
Durante un rato el libro se vuelve muy aprovechable, pero
el autor decide terminar la investigación con un giro final demasiado casual e
incoherente que no queda nada bien. Además, una vez finalizada la trama, aún
quedan ochenta páginas. Oakes le intenta dar una vuelta trascendental,
mostrando lo profundamente importante y vital que es el caso para el Partido (Chino).
Este crescendo final es un estropicio, totalmente vacuo
e innecesario. Sobra de todas las maneras. El libro ha acabado, pero el autor hace
agonizar eternamente la historia con una serie de quiebros finales que
destrozan lo impactante que había tenido la trama.
Esta propuesta de novela negra tiene un inicio impactante y
una historia muy buena entre manos, pero la decisión de usar un narrador tan
enfermizo provoca que sea muy pesada de leer. Aunque tiene algunos momentos muy
logrados y conseguidos, las trampas e incoherencias gratuitas de las últimas
cien páginas provocan que esta muy irregular novela deje un poso bastante
decepcionante.
Nota: 3
Nota anobii: 2/5
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