jueves, 11 de octubre de 2012

Cómo entrenar a tu dragón


En su momento catalogué mentalmente esta película como excesivamente infantil -como las últimas cosas que había hecho Dreamworks- y ni me molesté a ir a verla al cine. Ahora que la he visto en casita, me he llevado una agradable sorpresa. En el cine tuvo que ser bastante bonita de ver.

La película nos cuenta la historia de Hipo, un vikingo adolescente que no encaja en su tribu de cazadores de dragones. Quiere ser tan bueno como su padre, el jefe de la tribu, pero no tiene ni la habilidad ni el valor para conseguirlo. Una noche derriba a un dragón pero nadie le cree. Para demostrarlo, va al lugar donde ha caído la criatura y encuentra al dragón herido. Incapaz de acabar con el animal, Hipo decide curarlo y entabla amistad con él, cambiando la concepción que los vikingos tienen de los dragones.

A diferencia de Pixar, Dreamworks se ha dedicado durante mucho tiempo a hacer películas divertidas. Conciben el cine como entretenimiento y su único objetivo no parece otro que hacer pasar un buen rato. Nunca han buscado deslumbrar ni complicarse la vida con obras de arte. Pero de vez en cuando les pica el gusanillo y nos dejan cosas como esta.

No se puede negar que la película está repleta de clichés narrativos y la historia está vista mil veces, pero los personajes son sorprendentemente carismáticos y el desarrollo y la puesta en escena son impecables. El detalle en el dibujo es sencillamente increíble y fascinante (puedes contar los pelos de las manos y del cabello). El ritmo es trepidante, no decae en ningún momento, pero cosa rara, la historia es pausada, y no se precipita (salvo en los diez últimos minutos, aunque no importa lo más mínimo, pues apenas se percibe y te lo pasas igualmente genial).

¿Y qué más necesita una película para ser buena? Porque esta lo tiene, te hace disfrutar durante poco más de hora y media y apenas tiene alguna chorrada sin gracia. No recuerdo chistes de pedos, salidas humorísticas en el momento menos oportuno ni cosas por el estilo, sino más bien un humor entrañable, unos puntos muy buenos y algún toque friki que siempre se agradece enormemente. Además, la historia tiene una crudeza y una enjundia inesperada en este tipo de películas -como en su desenlace-. Logra conectar al espectador con todos los personajes, que si bien unos son más importantes que otros y algunos son meros rellenos, funcionan correctamente, dando a todos el tiempo adecuado en pantalla. Y finalmente, ni siquiera detecté alguna voz famoseta de turno horrible que hiciera desangrarse a los oídos -¡bien!-.

Otra cosa que me agradó bastante fue el diseño en cuanto a personalidad y apariencia de la “Furia Nocturna”. Realmente es una mascota adorable e inteligente, aunque me recordó un poco a un gato grande. Quiero uno para navidad.

Y por encima de todo, ¡que espectáculo aéreo! Los protagonistas se ponen a cabalgar dragones y, como en una buena película de aviones, los directores lo han aprovechado para lucirse. Las escenas de acrobacias son vibrantes y espectaculares. Estoy seguro de que el 3D tenía que ser bonito bonito bonito…

Quizás no va a pasar a la historia del cine, pero es una de las mejores películas infantiles que he visto en mucho tiempo. Me lo he pasado genial y he disfrutado los noventa minutos de la película como un niño.

Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.3

Se llevó su correspondiente -y merecida- nominación a los Oscar® en película de animación y banda sonora. Fue derrotada en ambas categorías por Toy Story 3 que sí es una maldita obra maestra.

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