miércoles, 18 de diciembre de 2024

La guerra de Charlie Wilson

En mi línea de tachar películas que llevan casi veinte años en mi lista de pendientes… Que conste que estoy intentando mejorar en esto.

Mediados de los ochenta. Charlie Wilson es uno de tantos congresistas de los EEUU que disfruta de su cargo haciendo lo menos posible y divirtiéndose tanto como pueda. Simplemente, debe parecer ocupado para disimular que no se pierde una fiesta. Para están comisiones, subcomisiones… En esto que consigue meterse en una que busca el “desarrollo de sociedades libres en el Oriente Medio” o algo así, con el noble objetivo de hacer escuelas en Afganistán. Podría haber vivido tranquilo, pero cuando los soviéticos deciden invadir el país, un avispado agente secreto de la CIA ve en Charlie Wilson al tonto útil con el que inyectar dinero a los muyaidines que lucharán contra la URSS sin importar si por ello muere mucha gente. Por medio, una dama de la alta sociedad con demasiado tiempo libre decide aprovechar sus muchos dineros para convertirse en “alguien” dentro de la política yanqui, utilizando a Charlie Wilson como el tonto útil para perseguir sus fines. De esta lucha de poderes surgirá la mayor operación de guerra encubierta de su tiempo.

La guerra de Charlie Wilson es un amargo retrato de los entresijos de la política exterior de EEUU, siempre siguiendo una extraña mezcla de intereses, casualidades y neuras varias, de manera que aldeas solitarias cobran una importancia capital, o maletines extraviados, fiestas de alto copete, polvos de distinto pelaje… A grandes rasgos, crear un problema que no existe para luego proporcionar la solución equivocada que sólo servirá para que alguien se llene los bolsillos. Bajo un férreo guión de Aaron Sorkin encontramos una crónica ácida de las vergüenzas de la política yanqui, con el resquemor eterno de saber que ocurre pero no poder hacer nada para evitarlo.

Sorkin es uno de los pocos guionistas que son reconocibles a los cinco minutos de ver sus películas. Abuso de diálogos rapidísimos, conversaciones de pasillo y subtexto no demasiado disimulado, su reputación le precede y en este caso no va a ser menos. No deja títere con cabeza en su crítica de este compendio de malas decisiones que luego provocó tantos quebraderos de cabeza al país entre el 2000 y el 2015. El cine-forum posterior comentando la jugada y reflexionando sobre todos los melones que se abren es casi obligatorio.

Para asegurarse de que el mensaje que deseaba es respetado, Sorkin convenció al veteranísimo Mike Nichols (cuyos mayores éxitos se remontan a los 70, como El graduado o ¿Quién teme a Virginia Woolf?), amigo suyo y presto a filmar con firmeza tocando lo mínimo posible. En este sentido, refleja muy bien la tensión de las conversaciones de pasillo, acertando con el chascarrillo amargo en el momento oportuno y aprovechando el gran elenco de que se ha rodeado. En cambio, falla un poco (bastante) más en las escenas de acción, que se ven faltas de la fuerza necesaria para tener un efecto más impactante. Así, queda una película de un ritmo extraño que exige cierto esfuerzo por parte del espectador para no perder el hilo y apreciar todos los subtextos (muchos) que Sorkin imbuye en la película. No pierde el tiempo en presentaciones de los altos cargos, por lo que, encima, se hace necesario haber hecho los deberes (o hacerlos a posteriori) para distinguir quién es quién y las implicaciones que tienen sus palabras.

Lo que sí tiene es un puñado de actores de primera que se gustan cosa mala al saber que tienen un buen guión entre manos. Charlie Wilson está interpretado por Tom Hanks, en uno de los primeros papeles que le recuerdo en que es una mala persona. Acierta por completo al mostrar al patán vivalavirgen que sólo quiere escurrir el bulto pero cuyo egoísmo le mete en un follón que le supera. Por su parte, Julia Roberts está estupenda como burguesa aburrida que quiere pasarse el Juego de Tronos. No obstante, es Philip Seymour Hoffman quién roba cada escena en que aparece con su cínico, retorcido y fanático agente secreto dispuesto a cualquier cosa por la LIBERTAD y la GLORIA  de su país. Es un gustazo apreciar la impliación de todos y cómo un director capaz les saca partido con acierto. La academia premió a Hoffman con una nominación a actor secundario, que acabó perdiendo contra Javier Bardem de No es país para viejos (es que, vaya añete).

Sorkin haciendo cosas de Sorkin. Obviamente, una pasada para el que disfruta del peculiar estilo de este guionista que sabe imponerse a cualquier director que le ponen delante. Es un gozo disfrutar de los afilados diálogos repletos de mala leche que ponen el foco en lo que ocurre tras las bambalinas de la política estadounidense. Pero sigue siendo Sorkin haciendo cosas que Sorkin. No hay ningún esfuerzo por hacer la película más accesible o amena para el espectador. Como las lentejas, o las tomas o las dejas y su tendencia a quedarse entre el documental y el thriller le pesa un poco. Ni Sorkin ni Nichols saben decidirse por un tono concreto, lo que provoca que el ritmo se resienta con excesivos baches y se tenga cierta tendencia al aburrimiento a la que no te interese el tema.

No nos confundamos, La guerra de Charlie Wilson es una propuesta de lo más aprovechable. Tienes un puñado de actores de primera dándolo todo, unos diálogos marca de la casa con toda la amargura de su creador y una enorma capacidad para indignar que le sienta estupendamente. Un ritmo mejor medido y unas escenas de acción más rotundas podrían mejorar el conjunto, pero el resultado es de los que no dejan indiferente.

 

Nota: 7

Nota filmafinity: 6.2 

lunes, 16 de diciembre de 2024

Atrapa la bandera

 Como pasa tantas veces, encuentro películas que llevan años dentro de mi lista de pendientes y uno ya no recuerda como fueron a parar ahí. En este caso, había olvidado completamente cualquier dato sobre Atrapa la bandera, así que me llevé una buena sorpresa al ver que se trataba de una película de animación española cuya existencia había borrado de mi memoria.

La primera escena nos presenta al protagonista y sus amigos, que disfrutan de una competición de surf. Así, vemos que cada uno de ellos tiene sus características distintivas: uno es inventor, otra es inteligente, el último es valiente pero cabezahueca… Pero nuesto ínclito protagonista – que bien podría haber salido en los Goonies o cualquier propuesta de la misma época – sueña con ser astronauta. Las circunstancias provocan que se haga necesario hacer un viaje a la Luna un poco porque patata, así que el zagal no tendrá otro objetivo que meterse de polizón en la misión para cumplir sus sueños. De fondo, tendremos como trama secundaria la inexistente relación entre el padre y el abuelo del protagonista, que no se hablan por agravios del pasado. Obviamente, la excusión espacial provocará que se vean obligados a entrar en contacto, arreglando sus diferencias en pos de la exploración espacial.

Atrapa la bandera es una peliculilla de aventuras muy agradable y fácil de digerir. Espeicalmente en su primera hora, transcurre correctamente por todos los tópicos del género, permitiendo disfrutar sin estridencias por todo su metraje. Los giritos de guión se mueven a buen ritmo, llevando a un desenlace un poco forzado pero que no desbarra en exceso. Un entretenimiento correcto para los más pequeños que no costará mucho esfuerzo a sus mayores.

Esta corrección, evitando errores fáciles, es buena prueba de la experiencia de un estudio que ya llevaba la saga Tadeo Jones a sus espaldas. Quizás no tendrá la calidad de los grandes estudios de la animación mundial, pero saben bien qué se traen entre manos, creando ya un puñado de películas funcionales a las que el público patrio ya le ha cogido cierto cariño.

Sí, no inventan nada y – como otras veces – Atrapa la bandera tiene un argumento previsible. Por otro lado, no tiene apenas diálogos estúpidos, ningún personaje causa vergüenza ajena y la trama se desarrolla sin necesidad de que debamos hacernos los tontos en exceso. Quizás se abusa un poco de las pistolas de Chéjov, pero a grandes rasgos se trata de un guión que no se sale del camino marcado en una propuesta de este estilo, sin alardes pero también sin errores. Además, tiene una duración de apenas 90 minutos muy bien ajustaditos, sin alargar innecesariamente. Saben lo que quieren contar y lo cuentan bien. A veces menos es mejor.

Se debe destacar, eso sí, lo bien que refleja el sentido de la maravilla: Su protagonista vive fascinado por el espacio, por la posibilidad de ir allí donde un humano no ha pisado jamás, como aquel explorador que se haya en tierra ignota. No es algo tan fácil de reflejar y la película consigue transmitir la emoción que trae consigo el hacer de un sueño realidad. Será la de veces que hemos visto propuestas similares caer en maniqueísmos o lugares comunes que aquí saben evitar.

Por otro lado, no podemos olvidar que la película es española y se mueve con un presupuesto 20 veces inferior al que mueven estudios como Pixar. Esto se nota en las capacidades técnicas del estudio. Si bien se mueven en una estética deliberadamente cartoon para evitarse problemas, el conjunto bien podría pasar por una serie secundaria de Disney Channel. Ni la fluidez de los movimientos, detalles en pantalla o el diseño de los escenarios destaca por su brillantez, constituyendo el peor aspecto de la película. Se nota una mejora respecto a los peinados de gomaespuma de Tadeo Jones, pero no pasan en ningún momento de una discreta corrección que hace ver el reducido presupuesto con el que se mueve el proyecto.

Como nota aparte, alucinado del cameo TAN gratuito que hacen con Kubrick. Oye, se quiere al cineasta y mola mil, pero es tan porque sí que me dejó muy boquiabierto.

En fin, Atrapa la bandera es una agradable película de aventuras para toda la familia con temática espacial. Si bien no es nada del otro mundo, no aburre ni provoca vergüenza ajena ni a mayores ni a pequeños.

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 5.3


sábado, 14 de diciembre de 2024

Eva Fénix - Amor, sexo y otras drogas (Soraya Sabaté Arenas)

Siempre me gusta apoyar los proyectos de la gente que uno tiene alrededor, y cuando una amiga escribe un libro, qué menos que hacerte con él y darle un tiento.

Título: Eva Fénix – Amor, sexo y otras drogas

Autor: Soraya Sabaté Arenas

“Eva; treintañera, heterosexual cisgénero y soltera, lleva tiempo estancada. Trabaja como una esclava cara al público. Se siente una fracasada. Ha llegado a un punto de no retorno. Su cabeza ha hecho clic. Está cansada de vivir su vida rutinaria. Está harta de seguir las normas. Eva está hasta el coño.

Pablo; treintañero, heterosexual cisgénero y soltero, vive como quiere. Ha construido su vida desde cero emprendiendo su propio negocio. Folla como, cuando, donde y con quien quiere. Apasionado del mundo swinger y de la libertad en todos los sentidos.

Tienes ante ti una novela erótica atípica; llena de sexo real, amistad y amor que te atrapará. Encontrarás distintos personajes con diferentes maneras de existir, de sentir y de relacionarse; reivindicativos de su propia sexualidad y con un mensaje que dar.”

Lo que tenemos entre manos es un chick lit muy subido de tono que sabe entretener con ganas. El argumento no tiene nada que no hayamos visto en un chillón de propuestas similares, pero se ambienta en Barcelona – lo cual tiene su gracia – y su protagonista se mete en tal cantidad de follones que no llega a aburrir. Además, esquiva hábilmente las repeticiones, sorprendiendo por la sordidez a la que llegan sus vicisitudes sin por ello caer en groserías tontas ni obscenidades gratuitas.

Pudiendo ir hacia bastantes veredas, se lanza como una novela más grande que la vida a contarte las “desgracias” de Eva Fénix, una mujer que busca su lugar en el mundo, pero no puede evitar darle demasiadas vueltas a las cosas, enfadándose consigo mismo y con la sociedad más veces de la que le conviene. Con una cierta tendencia hacia la autodestrucción – no puedo evitar en Bojack Horseman cada vez que pienso en ella – esta mujer con mecha muy corta, boca muy amplia, gran sentido para la moda y bastante habilidad para meterse en líos, lo único que quiere es salir adelante con cierta dignidad. Bueno, y disfrutar de un buen polvo, que no es tan fácil. Me hace especial gracia que no quiere tranquilidad o una vida apacible, no. A Eva Fénix le va la marcha y no puede evitar liarla cada vez que la vida se vuelve rutinaria.

A su alrededor orbitan una serie de personajes que complementan su día a día. Están sus mejores amigas. Por un lado está Mapi, que ha vivido siempre de flor en flor disfrutando lo que los hombres le dan. Por el otro está Lola, que vive más tranquila con una relación estable que se está volviendo aburridísima por momentos. Son personajes muy simpáticos, que le añaden mucha viveza, sirviendo en muchos casos como espejo en el que se mira Eva para ver lo bien (o mal) que está. Tienen quizás el problema de que hablan demasiado parecido, pero por contexto es fácil saber quién es quién.

El personaje que complementa el conjunto es Pablo. Mejor amigo, compañero de cama ocasional y ricachón a tiempo completo. Además, es un amor de persona y está tremendísimo. ¡Cómo no querer a un personaje que es casi la idealización de cualquier persona! Comparte punto de vista con Eva, lo que nos sirve para ver cómo se ve ella “desde fuera” y, como encarna en casi todo momento la voz del sentido común, nunca se equivoca y es la perfección con patas, sirve a modo de comodín para arreglar cualquier desaguisado. Se nota que la autora le ha metido mimo para que funcione como personaje.

Curiosamente, la trama no parece seguir una ruta, no va de un inicio a un final. Más bien se sitúa a mitad de la vida de los protagonistas y se dedica a contar su día a día hasta que se acaban las páginas. Esto puede descolocar, porque llega un momento en que queda poco libro y no parece llegarse a una conclusión, con lo que la sensación final es extraña. Preguntando a la autora (ventajas de la autoedición, puedes ir directamente a preguntar), me comentó que era un efecto deseado, porque tenemos un inicio de una trilogía entre manos y éste es sólo el planteamiento.

Lo que sí tiene mucho este libro es sexo. Hasta cierto punto, se podría decir que es un Diario de Bridget Jones muy subido de tono. Me gusta que no sea repetitivo, ofreciendo una variedad de situaciones, diálogos y contestaciones amplia e ingeniosa. Lo comparas por ejemplo con las Sombras de Grey en la que cada polvo parece una fotocopia de la anterior y, bueno, no hay color. Soraya escribe mucho mejor y seguro que lo goza más que E. L. James.

Eva Fénix es un libro autoeditado, vendido en mano a partir de encargos directos, sin más medios que sus propios cuartos y mucha voluntad. Es obvio desde un primer momento que se ha puesto mucho cariño, pero también se le nota que adolece de músculo financiero. Desde las primeras páginas podremos ver qué faltan procesos de corrección y pulidos de estilo (que una única persona no da para tanto), así mismo, se nota que no hay editor detrás de la obra para ajustar aspectos de la trama o de los personajes. ¿Esto hace que sea un mal libro? En absoluto, pero sí provoca que se haga patente que la obra hubiera quedado mucho mejor si hubieran pasado más manos en el proceso (es lo que hay). Igualmente, Soraya es muy guapa y se le tiene mucho cariño, así que no voy a hacer otra cosa que darle ánimos para que siga con sus sueños.

Teniendo en cuenta las circunstancias que rodean a su edición, pues el libro nostanadamal :). Sabe ser subido de tono cuando quiere, se guarda un par de chistes bien encontrados y tiene a unos personajes de los que dan ganas de conocer. Obviamente, la presencia de una editorial que apoyara el proyecto le habría ayudado, pero sin una cuenta de 100k seguidores, difícil hacerse oír. ^^ 

Así que si os encontráis con este libro en algún lado, no dudéis en echarle unos eurillos, que pasaréis un buen rato.

sábado, 7 de diciembre de 2024

RRR

El trailer de esta película fue una de esas cosas que empezó a circular, alucinando a todo el respetable con lo que ya se veía en pantalla. Con una puesta en escena que denotaba un presupuesto abultado, la cantidad de absurdeces que se sucedían en las escenas de acción daban pie a pensar que teníamos una de las mayores fumadas de los últimos años. A pesar de sus desmesuradas tres horas y algo, un servidor tenía claro que no se la iba a perder, pues adoro este tipo de locuras.

Estamos en una India todavía dominada por el Imperio Británico. Se suceden las revueltas, pero el brazo firme de los casacas rojas es suficiente para mantener el control. En una de ellas, mediante una secuencia de uno contra todos que poco tendría que envidiar a John Wick, conocemos a Raju, el mejor policía del país. A pesar de su origen indio, su lealtad a la Reina está más allá de cualquier duda. Se le encarga detener a Bahim, un carismático líder revolucionario que nadie parece capaz de contener. Éste último es, simplemente, un cazador que se baja tigres a puñetazos que se ha adentrado en Delhi para recuperar a una niña desaparecida de su aldea. El choque de ambos protagonistas cambiará para siempre el país, encendiendo la chispa de un movimiento imparable.

RRR es el resultado de darle un presupuesto infinito a un zumbado muy muy flipado con talento visual y una imaginación desbordante. Se trata de una película de acción que no es que se salte las leyes de la física, sino que realiza un ejercicio tan grotesco de exageración que uno sólo puede hacer la ola. Todo es estúpido, con una flagrante falta de lógica, pero es tan flipado que es fascinante. No sé si debería felicitar a S. S. Rajamouli o a su camello, porque la cantidad de iluminaciones que pone en danza es impresionante: El ataque de los animales, el rescate de la niña en el puente, la huida de la cárcel… Es un no parar. Ideal para echarte unas risas a la que tengas una tarde aburrida en que no quieras pensar en absoluto.


Esto último es importante: se debe no querer pensar, porque la magia se pierde a la que intentas buscar un mínimo de lógica o sentido. Argumentalmente es una americanada de la peor época (bueno, indianada), pues los buenos son muy buenos y son lo mejor del mundo mundial. Todos los indios son pobres oprimidos que sólo buscan ser felices en su rinconcito, mientras que –  con la excepción que confirma la regla – todo personaje inglés es un ser depravado, sádico, violento y amoral (eso no es falso, jé). La trama es un cúmulo de casualidades que sólo están para aumentar la moral patriótica de los indios y buscar un más difícil todavía con las escenas de acción que a ver adónde vamos a ir a parar. Lo mismo ocurre con la nula profundidad de los diálogos o la trascendencia (ejem) de los arcos de personaje. No le pidamos lo que no quiere dar. Obviamente, aunque se presenta como una película histórica, el parecido con la realidad es pura casualidad: es publicidad para el nacionalismo del país, pero con flipadas así de gordas, hay que quererla.

Y cómo no puede ser menos, una película india tiene sus ¡números musicales! La reputación está ahí por algo, no fastidiemos. Se agradece que los números estén rodados con gracia, mostrando a chorrocientos actores bailando y, cuando crees que la película no puede ser más loca, te planan un dance off en los morros (y se demuestra una vez más que los ingleses son tontos). Naatu Naatu (pues así se llama la canción) es un videoclip de cinco minutos emplastado en el ecuador de la cinta que es tan carismático como sórdido: Tienes a los dos protagonistas que abusan de bigotón y de morro, una canción pegadiza y una coreografía llena de buen rollo que da ganas de bailar. Pura jloria. Se llevó el Oscar a mejor Canción por semejante delirio (y provocó uno de los gritos más grandes que he pegado viendo la ceremonia de los Oscar). Es puro goce de principio a fin.


Gran parte de la simpatía que desprende la película recae en los dos protagonistas: Ram Charan y N. T. Rama Rao jr. No los conocía de nada y a los cinco minutos ya quiero irme de fiesta con ellos y ver la cantidad de salvajadas que llegan a liar. El carisma que tienen es sorprendente, por buscar una comparación que he visto por ahí es como si a principios de los 90 James Cameron hubiera rodado una peli con Schwarzenegger y Stallone. Que sí, que cuando tienen que interpretar se les ve las costuras por todas partes, pero cuando se ponen a sonreír, dar saltos y pegar tortas, se me olvidan todos los males del planeta.

Una cosa que me parece muy curiosa – y probablemente sea debido a puro choque cultural – es lo extraña que se me hace la amistad a toda prueba que se produce entre ambos personajes. Hay una compenetración de tal magnitud, con una lealtad inquebrantable y unos favores pantagruiélicos que se piden que uno no puede evitar estar pensando en todo momento “que se besen, que se besen”. ¡Ay el bromance y la incapacidad de mostrar amistades al límite entre hombres sin pensar mal!.

Diversión, diversión absurda y muy chorra. Esto es lo que ofrece RRR. Mediante un abuso de las coreografías locas, la total ignorancia de las leyes de la física, de la lógica y con un MUY desmesurado metraje de más de tres horas es fácil mandar esta propuesta a la mierda. Pero bueno, le han puesto tanto cariño y tanta pasión que hay que quererla, por muy… muy que llegue a ser.

 

Nota: NAAAAACHO NAAAAACHO!

Nota filmaffinity: 6.9