sábado, 30 de octubre de 2021

InuYasha

No acostumbro a hacer circular por aquí los mangas, pero como estoy releyendo algunos, es posible que vengan más a menudo por estos lares. Hoy para empezar recupero uno de mis favoritos en mi juventud, que me proporcionó horas y horas de diversión y que, al recuperarlo, no me ha decepcionado en absoluto.

Kagome es una chica de un instituto cualquiera que, un buen día, descubre que puede trasladarse a un Japón medieval lleno de monstruos y demonios. Allí descubrirá que tiene poderes mágicos, conocerá a InuYasha, un demonio-perro con un extraño sentido de la justicia y unirá fuerzas con varios amigos para acabar con Naraku, el malo-maloso que quiere que el mal triunfe.

Un argumento bien clásico que da lugar a 56 tomos de manga muy disfrutables. Rumiko Takahashi enfoca el manga como un compendio mini-historias estilo monstruo de la semana que ocupan 7-8 números de media, en las que se aprovecha para ampliar el plantel de personajes, avanzar un poco la trama general y profundizar en la imaginería sin prisa, pero sin pausa. Cada historia tiende a ser interesante de per-se, proporcionando buenas aventuras continuamente. Quizás no inventa nada, no presenta nada especialmente original. Su humor y sus personajes son muy deudores de Ranma ½ (la obra anterior de la autora). Pero la aventura y el sentido de la maravilla funcionan a la perfección, el ritmo es puro gozo y cada una de las aventuras entra con una facilidad pasmosa, permitiéndote devorar tomos sin enterarte.


Aunque sus personajes tienen un carácter marcadamente arquetípico, pronto se nota el carisma con el que la creadora les ha dotado, haciéndose querer fácilmente. Desde casi un primer momento los organiza a base de parejas “románticas” al modo japonés (que no pegan ni con cola y no se atreven a decir cuánto se aman), estableciéndose un sistema de roles bastante divertido con el que sacar un buen puñado de chistes incluso en los momentos menos esperados.

La primera pareja es la protagonista: InuYasha es el perfecto protagonista del shonen masculino: bocazas, valiente y malhumorado, pero siempre leal a los suyos y dispuesto a esforzarse por que triunfe el bien. Su relación con Kagome es siempre conflictiva, porque tiene una especial habilidad para meter la pata, además de ser estúpidamente celoso, como marcan los cánones. Por su parte, Kagome es el personaje que más cambia a lo largo de la obra. Empieza siendo una tímida y remilgada estudiante a la que la aventura va cambiando, volviéndose poco a poco más valiente y decidida, especialmente a medida que va dándose cuenta de su amor por Inu-Yasha. 

Luego tenemos a los dos mejores amigos que completan el grupo “de los buenos”. Miroku es un monje bonzo que cumple el rol de mujeriego y salidorro que tiene que haber siempre en un manga japonés. Es quizás el personaje más cargante de todos, ya que durante casi toda la aventura sólo sirve para hacer chistes verdes, pero al final se le da una trama que lo redime un poquito. Sango es una cazademonios con unos cuantos traumitas a sus espaldas, pues perdió a toda su familia tras la traición de su hermano pequeño (que está con los malos). Al principio sufre la vergüenza por ello y no se cree merecedora de luchar por el bien, pero pronto las “atenciones” de Miroku la hacen reconciliarse consigo misma..

Finalmente, tenemos a Sesshomaru y a Rin, la pareja más polémica. Sesshomaru es el hermano mayor de Inu-Yasha, un demonio de pura raza, con unos cuantos siglos a las espaldas. En un primer momento parece el malo, pero pronto se torna ese personaje siniestro que en realidad está con los buenos. Rumiko retrata muy bien (es el personaje más trabajado con diferencia) a un ser inhumano, alejado de los estándares que nosotros esperaríamos, con una arrogancia desmedida (al que nunca le bajan los humos) y unos intereses que no siempre podemos comprender, pero siempre aparte de lo que podríamos considerar como humano. La única persona por la que parece interesarse es Rin, una pequeña niña de unos ocho años, a la que salva de una matanza. Es y se comporta como una niña que idolatra a su salvador. Pronto veremos que en realidad está enamorada y que, encima, ese amor es correspondido (estos japos), con el consiguiente problema moral que ello conlleva.

Personajes con bastantes defectos, quizás, pero que se hacen querer a su modo (y mucho).

 

InuYasha no tiene grandes arcos argumentales como otras sagas, pero sí se puede dividir en cuatro partes más o menos diferenciadas:

En la primera se nos presenta el mundo y, a base de monstruo semanal, se va añadiendo algo de trasfondo. Argumentalmente no tiene una especial enjundia, pero entra tan bien que no se le pueden hacer muchos peros.

Posteriormente, se nos confirma a Naraku como el súper-maloso y tenemos unos veinte tomos en que se lucha contra sus “secuaces” de confianza (una especie de reencarnaciones suyas). 

De golpe, nos olvidamos de Naraku y el manga se transforma en un Shonen más tradicional con la aparición de los Demonios de la Montaña, una suerte de mercenarios que van en contra de los buenos, lo que provocará una serie de luchas muy convencionales pero bien resueltas que molan un puñado.

Finalmente, tenemos la lucha final contra el malo maloso.

Entremedias, siempre tendremos un pequeño interludio en que Kagome va al mundo real e intenta adaptarse a volver a vivir en sociedad (mal), con resultados normalmente desternillantes.

El conjunto es una diversión desmesurada, que en ningún momento te cambia la vida o te saca la lagrimita, sin una especial trascendencia, pero que te permite devorar tomos con una facilidad pasmosa. Entra TAN bien que cualquier defecto queda bastante diluido.

 

En resumen, un buen shonen con todo lo bueno y lo malo del manga de los 90. Quizás no esté en el Olimpo de los mangas a leer sí o sí, pero cualquiera que lo haya leído lo recordará con cariño y una sonrisita en los labios. Al final, constituye un divertimento de primera que, a pesar de sus defectos, constituye todo un gozo de leer.

 

Nota: 8

  

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