martes, 20 de julio de 2021

Colossal

Vi esta película en una época bastante oscurilla de Escocia, siendo además casi el único espectador, dejándome tan descolocado que no supe ni cómo empezar una reseña que nunca hice. Años después, encontré la necesidad de revisitarla y, así, también hacer la reseña.

Colossal nos muestra a una mujer con graves problemas de alcoholismo que acaba volviendo al pueblito que la vio nacer, un poco con el objetivo de poner algo de orden en su vida y empezar de nuevo en un sitio donde apenas nadie la conoce. Allí se reencuentra con sus amigos de infancia y, entre borrachera y borrachera, se da cuenta de que puede controlar a un monstruo gigante que devasta Seúl de vez en cuando. Esa revelación le servirá de alarma para intentar hacer las cosas bien por una vez en su vida.

A ver, otra vez estamos ante una película cuyo argumento no tiene (aparentemente) nada de sentido. Pero bueno, ¿se puede hablar (bien) de obsesiones, abusos y alcoholismo en una película de Godzilla? Vigalondo se lanza sin titubear a este tour de force completamente gratuito y demuestra que sí, que se puede. A pesar (o gracias a) este argumento tan raruno.

Para ello cuentas con la ventaja de contar con Anne Hathaway, una buena actriz, implicada en el proyecto para el papel principal de mujer desastre. A su modo recuerda mucho al tópico que hemos visto mil veces de hombre de barba descuidada al que su mujer echa de casa por borracho y mujeriego, que vuelve a su pueblo natal en busca de una nueva oportunidad y recuperar novias del pasado. Sin embargo, en este caso es Hathaway quien hace de ese personaje con un realismo sorprendente. Una vez en el pueblo se encuentra con su antiguo amor, ahora dueño del bar del lugar, interpretado por Jason Sudeikis, que en vez de ser un entrañable recuerdo, se muestra pronto como un ser ruin y mezquino. Así pues, cuando parece que vamos a tener una bonita historia de segundas oportunidades, reencuentros con la niñez, se torna rápido una historia turbia, bastante desasosegante, en la que las cosas no son ni mucho menos lo que parecen.

Ahí viene el problema de la película, cuando te das cuenta de que no puedes tomártela literalmente. No muchos comprarán que la aparición del kaiju es una analogía de los daños causados por el alcoholismo. Un monstruo que sale cuando bebes y lo controlas (o no), siendo responsable de sus actos, con las consecuencias que eso tiene para tus allegados, los que tienes cerca y para quien, simplemente, pasaba por el sitio equivocado en el momento equivocado. Especialmente ilustrativo es la escena de la disculpa en coreano, cuando el propio “monstruo” es consciente del daño que hace y se disculpa, pero con el dolor de saber que la va a volver a liar y no podrá controlarse en un futuro.


El más difícil todavía se produce cuando se añade también el maltrato. Queda perfectamente claro cómo el abusador es capaz de aprovecharse de un ser vulnerable al que someter en su introducción como Meca-godzilla. Se ven representadas la humillación, el sometimiento, la rebeldía y la búsqueda de la fuerza en uno mismo para salir adelante (o no). Este último salto mortal es el más forzado de todos, haciéndose bastante difícil de comprar. Especialmente en una resolución que no acaba de estar bien atada y te obliga quizás a aceptar demasiadas trampitas de guión para que todo cuadre.

¿Cuándo la película es literal y cuándo alegórica? Pues cuando le interesa a la historia, sin indicarte en ningún momento qué es lo que debes pensar e incluso haciéndote trampitas cuando menos te lo esperas. Desentrañar el puzzle tan rocambolesco que propone Vigalondo requiere un esfuerzo que no todos estarán dispuestos a realizar (y que tampoco satisfará a la mayoría). Cualquiera que esté familiarizado con su obra ya estará acostumbrado a sus pajas mentales y sus extrañeces. Todas sus películas tienen juegos de este estilo y en Colossal estos están más desatados que nunca. No pillará desprevenido al versado en la materia, pero a la que el profano se despiste, sale volando a velocidad de escape sin posibilidad de retorno.

El ritmo extraño de la película no ayuda a captar el interés, especialmente cuando se acerca al desenlace y se emburulla con explicaciones rarunas que no acaban de tener sentido y que debes comprar sí o sí. Me da la impresión de que intenta meter tantas cosas que el conjunto se desequilibra (o faltan algunas escenas que se perdieron en montaje).

Al final, Colossal es una película rara, algo tramposa, que además te miente descaradamente un par de veces. Pero bueno, también es un acercamiento muy inusual al problema del alcoholismo, presentado con talento y honestidad, encarnado por una Anne Hathaway muy inspirada y secundado por un Jason Sudeikis que se hace odiar con ganas y motivos. Este ejercicio de estilo del talentoso director español es un alarde acrobático que descoloca al más pintado y te deja alucinando media película y enfadado la otra media. Si aceptas su juego (que requiere algo de voluntad), vas a disfrutar, que el engendro funciona; si no lo aceptas, las posibilidades de que salgas volando de la película son demasiado altas. Ahí queda para cada uno.

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 5.9 

1 comentario:

  1. Empiezo a leer tu reseña. Veo la portada y solo me fijo en el monstruo y en Anne Hathaway. (o_o) Luego leo Seúl (o_O), a continuación Vigalondo (O_O). Totalmente descolocada. Y a pesar de todas las dificultades que comentas, me ha entrado curiosidad solo porque ella vuelve, se encuentra a su ex del pasado y no va a haber historia de amor. Que esas historias cansan.

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