Aunque sea un poco en
desorden, sigo con la saga de los Fantasmas de Gaunt -creo que algún día tendré
reseñados todos los libros -. La mejor saga de la franquicia destaca por su
lenguaje ameno, su ritmo ágil, sus adrenalíticas tramas y su adecuada acción. Aunque
ya empieza a mostrar signos de agotamiento, sigue siendo muy recomendable. A
ver pues, como está la 11º parte de la saga (que ya son!)
Título: Pacto Sangriento
Autor: Dan Abnett
Título original: Blood Pact
“En
la retaguardia de la Cruzada de los Mundos de Sabbat, el Primero y Único de
Tanith aguarda su siguiente destino. Sin embargo, la llegada de un prisionero
enemigo para ser interrogado atrapa al comisario Gaunt en una complicada y
mortífera red de intrigas. ¿En quién puede confiar? ¿Por qué es tan valioso el
prisionero? El destino de la cruzada depende de estas preguntas, y Gaunt debe
encontrar las respuestas antes de ser eliminado.”
Después de dejar por
terminada la historia por tercera vez, la editorial ha presionado a Abnett para
que vuelva a abrir la saga y parece que hay programado hasta el tomo 15. Por
ahora, podemos disfrutar del 11, que nos sitúa en la retaguardia, dónde los
Fantasmas pueden -por fín- descansar un poco (leed Sólo en la muerte para más información).
La antaño gloriosa Balhaut,
primera gran victoria de la Cruzada, se ha convertido en un “Marina d’Or” para
que los soldados descansen y en un lugar de peregrinaje obligatorio para todos
los implicados en la cruzada. Fue precisamente allí donde empezó la gloriosa
carrera de Gaunt, ya que fue decisivo en la victoria, superando incluso a los
Marines Espaciales presentes. El misticismo con el que el pueblo llano eleva
esta batalla y la figura de Gaunt ha llegado a cotas inesperadas. Él se ha
convertido en una leyenda viva, cosa que no parece llevar muy bien.
El descanso que en un
primer momento la tropa agradeció -y más después de una campaña especialmente
dura- está pasando factura a los Fantasmas. Mientras que Gaunt se ha
acostumbrado a la buena vida, engordado visiblemente, el resto de los Fantasmas
se aburren. No son capaces adaptarse a la tranquila vida de descanso, sufren gran cantidad de transtornos de
excombatientes y, después de tanto tiempo en tensión máxima, necesitan
continuamente de válvulas de escape para vivir con los traumas del pasado. Esto
inevitablemente, les llevará a meterse en líos.
Abnett se toma el inicio
con un poco de calma mientras te muestra como los Fantasmas no consiguen
adaptarse, recreando con mucha corrección los traumas de los veteranos de
guerra.
La aparición del misterioso
prisionero sirve de punto de partida para una historia simple de acción, donde
Gaunt se convierte en una peligrosa presa al acecho de los dos mejores
cazadores del Sistema: la Inquisición y sus propios Fantasmas.
Recordemos de las entregas
anteriores que las autoridades aún no acaban de confiar de Gaunt desde su
estancia en Gedeon. Por ahora, los Fantasmas han conseguido librarse y
demostrar que son leales, pero no todos se fían. En estas casualidades que pasan en la vida,
justo cuando va a empezar el interrogatorio por parte del Comisariado -con
Gaunt presente-, aparece la Inquisición y reclama al prisionero. A continuación,
un ataque terrorista obliga a Gaunt a huir para salvar la vida al prisionero y
poder interrogarle. Evidentemente, la Inquisición no dudará en tacharle de
traidor y buscar su captura. No olvidemos que el estilo de la Inquisición suele
ser el de disparar primero y luego volver a disparar -por si acaso- antes de preguntar.
Los Fantasmas, al ser leales a Gaunt, lo buscarán para protegerlo, aunque eso
significa condenarse a ojos del Imperio -¡malo, malo!-.
En comparación con otros
libros en los que la historia bélica tiene mucha importancia, la trama es muy
simple y funcional, sirviendo de introducción a un nuevo arco -quizás el
último- argumental. Abnett no se complica la vida y opta por una simple
historia de persecuciones que no te deja respirar hasta que acabas el libro.
Muchas reminiscencias a El Fugitivo
pero ambientado en el sombrío mundo de Wh40k y con el toque de acción que sabe
dar Abnett.
Alejándose de la historia
coral que siempre se había cultivado en esta saga, el protagonismo recae de
manera casi absoluta en el Comisario
Ibram Gaunt. Éste no ha cedido un ápice en su rectitud y su sentido del
deber, pero que, tras salir de las puertas de la muerte, empieza a hacer
balance de su vida y de las cosas que podrían haber sido -con la revelación de
un par de secretos con mucha chicha-. Justo cuando empieza a creer que se está
haciendo demasiado viejo para esto, se ve envuelto en un malentendido en el que
deberá luchar sin descanso para salvar el pellejo.
Aunque el estilo coral de
la saga se pierde un poco, Abnett no se olvida de dar mucha personalidad y
entereza al resto de personajes que salen. En esta entrega, Gaunt es acompañado
de Wes Maggs, el único soldado de los
últimos refuerzos que ha conseguido entrar en las escuadras de exploradores. Es
todo un charlatán, un especialista en decir lo más inapropiado en el momento
más inoportuno. Por estar en el lugar equivocado, se ve obligado a huir con
Gaunt, obligándole a elegir entre la lealtad al Trono o hacia su Coronel.
Otro de los personajes
desarrollados es la sargento Tona Criid. A
lo largo de los libros ha demostrando ser una soldado muy válida y ha ido
ascendiendo en el escalafón. Su reciente viudedad la ha afectado más de lo que
esperaba y ahora es incapaz de soportar la inactividad. Todo junto ha sido
demasiado para ella y le ha acabado volviéndose adicta a los pasteles -de
todo tipo-, lo que afecta seriamente a su rendimiento y su eficacia. Abnett
consigue que la adicción de Criid sea creíble, pudiendo contemplar cómo se odia
y se avergüenza de sí misma cada vez que tiene una recaída. Acaba coincidiendo
con Gaunt en su huida y éste tendrá sus dudas para confiar en ella, ya que no
sabe hasta qué punto le afectan sus problemas.
El prisionero es Mabbon Etogaur, un general traidor de Gedeon
al que Gaunt se enfrentó en el pasado. Es lo más parecido a un reverso
tenebroso de Gaunt. Ambos comparten una rectitud y una ética similar, pero
Etogaur es mucho más ambicioso y despiadado. Gaunt lo odia por ser un traidor,
pero debe salvarle por el bien de la Cruzada y se horroriza al ver en Etogaur
lo que él hubiera podido ser en otras circunstancias.
A pesar de que se trata de
volver a reabrir la saga de una manera
innecesaria, ésta vuelve con fuerza en una novela fácil de leer y entretenida
con ganas. El lenguaje es el esperable de Abnett, directo y ágil, con
personajes bien construidos y escenas de acción bien coreografiadas. Su
simplicidad y su ritmo hacen que las páginas pasen como nada. Le falta la
complejidad de las intrigas de las entregas previas, pero es material de
calidad para cualquiera que haya disfrutado de las diez partes anteriores -que
valen la pena-.
Nota: 7
Nota anobii: 4/5
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