¡Vaya película más curiosa
que me han hecho ver estos días! Es realmente… diferente. Por decirlo de alguna
manera, es una auténtica fumada que, de alguna manera, es capaz de guardar un
sentido coherente. ¿Qué
pasa cuando acaba una película y cuesta saber si te ha gustado o no? En este
caso, la respuesta podría ser: hay una línea muy fina entre la genialidad y la
tomadura de pelo.
Nemo Nobody tiene 120 años.
La humanidad ha avanzado y ha esquivado la mortalidad. Nadie muere en ese
mundo, menos Nemo. Él es el último mortal sobre la faz de la Tierra y, en su
lecho de muerte recuerda no sólo su vida sino también todas las vidas posibles que
pudiera haber tenido. Decisiones diferentes en momentos puntuales conllevan
rumbos diferentes que nos son enseñados de manera simultánea.
La propuesta es
personalísima y muy particular. Todo un ejercicio de estilo en que se fragmenta
la estructura narrativa de una manera bastante confusa y tramposa. De golpe,
somos testigos de todas las vidas posibles para Nemo, entremezcladas y
explicadas con continuos flashbacks que obligan a estar atento para no perder
el sentido de lo que ocurre. Puede ser que no te enteres de nada, que te
preguntes que puede haber fumado el director, o que la mandes a tomar viento,
pero es de estas películas que no dejan indiferente. Eso hay que reconocérselo.
ACTORES: El protagonismo corre absolutamente a cargo de un Jared Leto que no deja de poner cara de empanado durante toda la película. Es verdad que es lo que pide el personaje, pero estar protagonizada por un sosete de este calibre le quita algo de gracia. En general, el resto del elenco cumple sin problemas. Todos trabajan con corrección en una película que, realmente, no es que exija demasiado a ninguno de los actores.
DIRECTOR: Aquí sí que hay
que reconocer el mérito. La película empieza con un despliegue visual y
narrativo deslumbrante y desconcertante. La realidad salta por los aires y el
director pasa continuamente de un plano de realidad a otro provocando un
aturdimiento hipnótico, a medio camino entre el placer y la confusión. Van
Dormael consigue que la película mute cada cinco minutos dándole otro enfoque,
ritmo y sentido. Por momentos demasiado caótico, todo acaba finalmente encajando de alguna manera -no estoy muy seguro de si deliberada-. El juego que se consigue
con las diferentes realidades tiene su gracia, aunque sea bastante difícil de
seguir. Es verdad que se puede hacer muy incómoda por momentos y exige que el
espectador busque seguir atento entre el despiporre de variables y posibilidades.
No es una película fácil para ver, y tanta confusión sin explicación puede
expulsar a muchos.
El mayor problema que le he
encontrado es que los paralelismos con Los
amantes del Círculo Polar -de un planteamiento y un desarrollo fragmentado
similar, aunque menos alucinógeno- son demasiado similares. Y claro,
comparando… Medem me gusta más.
GUIÓN: Diría que Mr. Nobody
es un mero instrumento de sugestión. La realidad y el sentido salen pronto por
los aires en un guión que juega -y bastante bien- con el efecto mariposa, la
teoría de cuerdas y la existencia de diversos planos de realidad ¿simultáneos? Es
de estas películas que a la que empiezan, te quedas con cara de alucinado y
piensas “Que demonios se han fumado…” Mientras organiza una batalla campal en
la mente del espectador, los elementos dispares con los que trata se embrollan
sin aparente significado. Por suerte, a medida que parece complicarse todo más,
el mismo Mr. Nobody ofrece las soluciones desde su atalaya mortal del futuro.
Liosa y fascinante, el conjunto tiene su gracia.
¿Cuántas realidades
diferentes se acaban presentando? Jugando con los “Y si…”, el destino y una
buena galería de momentos preciosistas, se crea una película muy sugerente e
intrigante. La película es un gran juego repleto de trampas. Digo esto
porque me parece que el director juega con el espectador, pero no un poco no,
juega con nosotros como le da la gana. Como ejercicio de estilo es indudable,
pero un poco más de ritmo, unos cuantos recortes y unas piezas que engranasen
mejor, se habría disfrutado más.
Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.2
Llegan las 5:50 del 11 de
febrero de 2092; Nemo muere y el universo empieza a converger... una vez más. Todo
vuelve hacia atrás, las enfermeras se van, Nemo "resucita" y vuelta a
empezar; aunque haya que esperar 300 millones de años (150 hasta el Big Bang y
el rebote de nuevo). Como por el pasotismo del ángel, aún tiene en su cerebro
todo lo sucedido y lo por suceder se mete en un proceso de prueba/error en cada
vida vivida; no tiene posibilidad de cambiar lo decidido en la misma vida, pero
sí en una posterior: padre/madre, no me baño con idiotas/no sé nadar, me voy
con la moto y me la pego/llego 2 segundos tarde y me lío con la rubia... en
todas las opciones acaba más o menos muerto antes de hora, hasta que en una de
ellas Anna le da la fecha exacta del colapso del mundo; entonces su única
preocupación es llegar vivo a esa fecha.
Lo que le cuenta al
periodista son algo así como 3000/4000 millones de años: de 9 a 12 viajes de
ida y vuelta del Big Bang al Big Crunch y viceversa hasta que da con su vida
ideal (aunque las variables en principio son 4 - madre/padre y las tres novias
- hay varias bifurcaciones en algunas de ellas que contribuyen a liar la cosa,
lo que, junto con el viejo narrador que mezcla las churras con las merinas
(cosas de la edad) y pone dos o más vidas en el mismo tiempo, genera una
confusión bastante descomunal.
Es de esas películas que no sabes si será larga y aburrida o lo contrario, a mí me encantó Jared Leto en este filme de ciencia ficción, es una historia que sorprende y vale mucho la pena.
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