Leí
este libro porque en un Encuentro Becero Cocodras me lo puso en los morros y
(casi) me obligó a ponerme con él, que estaba segurísima que me iba a encantar,
que no podía dejarlo pasar y tal. Así que bueno, al lío con él.
Título:
El club de los mentirosos
Autor: Mary Karr
Título original: The Liars’ Club
Traducción:
Regina López Muñoz
“La tragicómica niñez de Mary en
una localidad petrolera del este de Texas nos presenta a unos personajes tan
singulares como divertidos: un padre bebedor, una hermana que con doce años le
planta cara a un sheriff, una madre con un sinfín de matrimonios a sus espaldas
—y cuyos secretos amenazan con destruirlos a todos—. Precisamente, será la
madre, ese personaje maravilloso, quien se convertirá a lo largo del libro en
la clave de esta gran historia, de esta novela autobiográfica e inolvidable.
Cuando se publicó por primera
vez en Estados Unidos, El club de los mentirosos fue un éxito arrollador y
elevó el arte de la narrativa memorialística a un nivel completamente nuevo.
Fue recibido con entusiasmo por los lectores y la crítica, fascinados por este
relato de una infancia de los años sesenta fuera de lo común, tremendamente
conmovedor pero desprovisto de sentimentalismos.”
A
lo tonto, ya llevo unos cuantos libros que quieren contar esta historia. Desde
finales de los 60 hasta bien entrados los 80, tenemos un bildungsroman
sobre una chica que pasa de niña a adulta con todas las vicisitudes que ello
conlleva. Quizás no cuente nada nuevo, pero lo cuenta muy bien, con toneladas
de retranca y mala leche que permite hacer más digeribles los (bastantes)
momentos duros y escabrosos.
¿Un
consejo rápido? Leed este libro en un estado de paz mental, porque desprende
una fuerza disruptiva capaz de llegar muy hondo a la que te pille desprevenido.
Doy gracias que mi vida ha sido bastante más tranquila que ésta.
Así,
a modo de una autobiografía (no demasiado) autoficcionada, Mary Karr nos cuenta
su infancia y adolescencia, mostrándonos los efectos de la contracultura, el
atraso de los estados sureños y los efectos de una madre terremoto que no deja
indiferente a nadie. Con una familia tan desestructurada, Mary hace lo que
puede por mantenerse a flote, sobrellevar los abusos de unos y otros e intentar
obtener un poco de felicidad con lo que la vida le ofrece.
Así, a lo largo de sus páginas encontraremos un
excelente retrato de personajes entre los que destaca la propia protagonista.
La autora se mete en la propia narración al escribir el libro desde una
perspectiva adulta, lo que provoca que en muchos casos se mezcle el punto de
vista de la Mary
niña con el de la Mary
adulta y los recuerdos que
tiene una sobre lo que sintió la otra en la época y cómo era vivir cómo vivía. A
veces parece que ambas “Marys” dialogan entre ellas y comentan la jugada,
obligándote a leer entre líneas para entender qué está sucediendo realmente. No
obstante, a medida que vas conociendo más detalles sobre cómo fue la infancia,
vas comprendiendo porqué la Mary adulta es como es. Así, se compone un
personaje dual, por un lado, atrevida, dispuesta a comerse la vida, pero amando
incondicionalmente a su familia y, al mismo tiempo, cargándose de agravios que
se piensa cobrar un día u otro.

Laisa
es
su hermana mayor, el mayor sostén de Mary y, en muchos momentos, la persona más
responsable de la familia. Obligada a crecer antes de hora, le echa un morro
increíble las situaciones, lo que la va endureciendo y provocando su renuncia a
los sentimentalismos, convirtiéndola, poco a poco, en una mujer fría y
calculadora. Queda claro que adora a su familia, pero bien lejos, por favor.
Posteriormente,
tienes a su Padre,
un hombre derrotado por la vida que hace lo que puede (que tampoco es mucho). A
lo largo de las páginas vamos viendo como de una persona alegre que hace lo que
puede por mejorar la vida de sus vecinos y amigos va cayendo poco a poco en el
alcohol y la amargura, convirtiéndose en una persona quizás entrañable, pero a
la que no puedes confiar nada que implique responsabilidad.
Pero
es la Madre la que se lleva la
palma. Se trata de un torrente de personalidad, con arranques volcánicos
seguidos de arrepentimientos, coqueterías y berrinches. Bellísima de joven,
decidió que tras parir dos niñas se dedicaría a disfrutar de todo lo que la
vida le daba. Su tendencia a la molicie y su poca constancia provoca que deba
iniciar su vida unas cuantas veces, siempre a base de traslados a lo largo de
todos los EEUU, siguiendo un ciclo claro de “ahora vamos a hacer las cosas bien
/ gano algo de dinero / a vivir la vida / vaya, la he liado / vámonos”, en los
que arrastra a sus hijas en empresas cada vez más desesperadas. Sin embargo, no
hay aquí verdadera maldad, sino una tendencia autodestructiva que uno no puede
mirar sino con pena, siendo testigo del nuevo follón en el que se está metiendo
esta vez.

A
lo largo de las páginas vamos viendo las vicisitudes de la familia, siempre
desde el punto de vista de una niña que adora a sus padres, aunque tengan unas
manías que no acaba de comprender. Aportaciones de la “Mary adulta” aderezan el
contenido, añadiendo la puntilla, dejando claro de dónde han salido la multitud
de horas de psicólogo y los traumitas que arrastran las dos hijas. En mucho,
recuerda al libro Fugitiva y Reina que reseñé hace un tiempo, sólo que
aquí tenemos a una familia pobre de la Texas rural en vez de unos pijos
parisinos con demasiado tiempo libre.
El
libro no esconde un tono de realismo, de verosimilitud al contar las cosas
incluso en los hechos más duros, que provoca escalofríos bien desagradables.
Leer El club de los mentirosos es una experiencia áspera, en pocos
momentos divertida, pero lo más curioso es que Mary Karr SABE escribir,
escogiendo admirablemente la composición de cada frase, de cada párrafo. Los
construye con belleza y no es difícil de creer que es una poeta (que lo es),
pero no es una poeta que parezca interesada, al menos en principio, en contar
una historia bonita.

La
sordidez campa a sus anchas y se nos describen verdaderos horrores no aptos
para corazones sensibles pero, curiosamente, la novela se las arregla para
tener cierto poso de optimismo. Siguiendo palabras de la propia Mary adulta
(que debemos entender como un trasunto de la autora), el ser humano no se
rompe, sólo se comba. Así, hay personas que han vivido a través de infiernos
pero acaban siendo más normales de lo que esperaríamos. Al final, no somos tan
especiales. Mary dedica mucho espacio a remarcar el poder terapéutico de
sincerarse, de contar aquello qué te ocurre y te duele, en vez de formar parte
del club de los mentirosos que mienten (y se mienten) con la excusa de proteger
a los que aman (o a nosotros mismos). La amabilidad, la bondad y la sinceridad
son la clave para buscar una vida más agradable.
El club de los mentirosos es una lectura
desasosegante, con un drama intenso disfrazado de novela de maduración. A lo
largo de 500 páginas sufriremos, nos indignaremos, querremos y odiaremos a
todos los personajes que, simplemente, tienen una vida inusual pero que es la
suya y qué aun así deben tirar para adelante. Acometer este libro es una
experiencia interesante, quizás no apta para todos los paladares, pero su
amargo sabor esconde satisfacciones.
Gracias Cocodras por la recomendación. Está claro
que no es un libro que deje a nadie indiferente.
Nota:
8
Nota
goodreads: 3.93