jueves, 7 de marzo de 2024

West Side Story

Y hete aquí que Spielberg anunció que iba a hacer un remake de uno de los musicales más famosos de la historia porque le apetecía. Mi enarcamiento de cejas fue menor que el que hice con Ready Player One, pero el ¿por qué? fue bastante sonoro.

Puede clasificarse de osadía rehacer una película icónica de los sesenta, tan metida en la iconografía general, que además se llevó diez Oscars allá en 1961. Pero bueno, Spielberg tiene toda una excelsa carrera a sus espaldas y se ha ganado cierto derecho a hacer lo que le dé la gana. Después de todo, está a punto de jubilarse y nos ha hecho disfrutar un porrón de horas. Así que sí, que haga las películas que le apetezca, que para algo se las paga de su bolsillo.

Como en la película original, estamos en el Manhattan de los años 50-60, tierra de acogida de inmigrantes recién llegados. Allí dominan dos bandas, una de origen irlandés y otra de origen dominicano y continuamente se suceden las trifulcas entre ambas. En una suerte de Romeo y Julieta revividos, el destino provocará la aparición de un amor imposible entre jóvenes de cada bando, lo que llevará las pasiones al límite y tal y tal.

Incluso para ser un remake, es sorprendente lo poco que cambian de los grandes hechos. Sí. Se actualizan los números musicales y se cambian de orden algunas cositas de la trama, pero a grandes rasgos, la película es la misma. Es extraño hacer casi una fotocopia modernizada. Lo que no se le puede quitar es que Spielberg está tras las cámaras. TODO está muy bien filmado. Una puesta en escena impecable, un ritmo de la película con la cadencia adecuada, unos vestuarios escogidos con mimo… El savoir-faire de base que tenemos en esta West Side Story está al alcance de muy pocos, con una parte técnica de primera categoría, propia de un director con perfecto control de su proyecto que no gusta de dejar nada al azar.

Asimismo, el trabajo de los actores es el propio que exige un director que sabe lo que hace y cómo conseguirlo. Todos ellos interpretan sus canciones (a diferencia del original), arrancando interpretaciones consistentes en todos y cada uno de los personajes. Los protagonistas (Rachel Zegler y Ansel Elgort) destacan por su naturalidad, pero es la Anita interpretada por Ariana deBose la que roba cada escena en que aparece por la fuerza de su interpretación. Como nota curiosa, tenemos a Rita Moreno (la Anita original) interpretando a la dueña del bar que hace las veces de refugio de los protagonistas, en un papel creado a modo de homenaje al musical original.

Al cambiar algunos pequeños hechos de lugar, se hace entender que la película se dilata más en el tiempo que la original, haciendo algo más creíble el amor a primera vista que tienen los protagonistas. Los números musicales están realizados con todo el lujo que pudiéramos desear, integrados con mimo dentro de la historia, sin interrumpir la trama ni sentirse como un trámite que hay que cumplir. Además, están coreografiados con mimo y lucen estupendos, no se lo vamos a negar. A la que te guste el género o le tengas algo de cariño a la película original, hay muy pocos peros a hacerle a esta revisitación de la historia.

Podría decirse que es la película de siempre, contada como nunca. Si ha de haber imitaciones o remakes, que sean todos tan bien paridos como éste, por favor. Como muestra de su tremendo aparataje técnico, le cayó una lluvia de nominaciones a los Oscars, prácticamente de todo (Película, dirección, actriz de reparto –Ariana deBose-, fotografía, diseño de producción, vestuario y sonido), llevándose sólo actriz de reparto en un año muy repartido.

Que el clásico me guste más no significa que esta reimaginación esté falta de calidad y diversión. Un aparataje técnico grandioso, unas coreografías de primera y unos actores que lo dan todo son más que suficiente para agradar a casi todos los paladares. Un remake estupendo de un referente cultural.

 

Nota: 8

Nota filmaffinity: 6.8 

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