lunes, 26 de junio de 2023

La última tentación de Cristo

Como muchas otras, recordaba haber viso esta película cuando era pequeño, probablemente antes de saber mucho sobre historia sagrada (lo que contribuyó a un buen guirigay con el cura del colegio en su momento). A día de hoy, no es que recordara gran cosa, más allá de un flash perdido, por lo que no tenía muchos detalles de ella en mente y, quizás, era momento de retornar a ella.

La última tentación de Cristo cuenta el enésimo repaso de la historia cumbre de la  franquicia más exitosa de la historia: la vida de Jesús, el hijo de Dios. El cartel inicial ya deja las cosas claras, remarcando que no intenta ser a la historia evangélica, sino que es un reboot de la misma historia. En este caso, tenemos que Jesús de Nazaret es efectivamente el hijo de Dios, pero en vez de tener a un iluminado por la gracia divina, Jesús es un humano que ni tiene ganas de realizar las tareas para las que ha sido escogido ni se vez capaz de llevar a cabo tamañas tareas. Al final, no cuenta nada que no viéramos en Rey de Reyes, pero se le da un tono realista que no estamos acostumbrados a ver. Sin el detallismo gore de La pasión de Cristo, sino buscando indagar en los porqués de las relaciones, desmitificando en gran medida la mitología y bajando al barro de la humanidad. Se acerca quizás más a La vida de Brian, pero sin la mala idea de los humoristas ingleses.

Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de afrontar esta película es que el director es Martin Scorsese, un católico devoto y fervoroso. Por tanto, esta película se crea desde el punto de vista de un creyente que tiene fe, no de un ateo provocador. No en vano, Scorsese ya tiene un puñado de películas religiosas de cierta enjundia donde se reflexiona sobre la experiencia de ser católico en un mundo de protestantes, junto con las dudas de fe que uno puede afrontar al estar rodeado de creyentes en una religión diferente. Aquí expresa sus ideas a través de una recreación más humana de Cristo, reflejando sus dudas y las tentaciones que puede tener un ser de poderes divinos ante una misión que considera que le viene grande.

A pesar de no contar con un grandioso presupuesto (8M de la época, una producción de tamaño medio), se realiza un gran esfuerzo para recrear la Palestina de la época. Se han estudiado con profusión los Evangelios y de ahí se ha generado un guión con lo que “podría” haber pasado desde un prisma más realista; o al menos más realista de acuerdo con la visión de 1988, claro. Contiene todas las características marca de la casa del director, como es una puesta en escena impecable, unos personajes masculinos espectacularmente escritos (tanto Jesús como Judas son soberbios), unos personajes femeninos y cierta intriga (¡SI!¡En esta historia!) sobre lo que ha de transcurrir. Todo ello se adereza con un continuo de planos de gran calidad, una banda sonora a la altura y unos diálogos con mucha más punta de la que parece inicialmente. Se le puede achacar que el ritmo peca (jé) de cierta lentitud, especialmente ante las casi tres horas no siempre aprovechadas que dura. La última tentación de Cristo puede entenderse perfectamente como un ejercicio de estilo de uno de los tótems de la dirección. Fue reconocido con una única nominación a los Oscar (a mejor Director, que perdió ante Barry Levinson, con Rain Man).

Robando cada escena en la que aparece, tenemos a un Willem Dafoe que transmite a la perfección la confusión de un Jesús de Nazaret enviado a una misión que no acaba de tener clara, a medio camino entre un iluminado peligroso, un mesías improbable y un loco furioso. Había grandes posibilidades de aparecer como un fantoche y Dafoe se las arregla para que el personaje no sólo sea coherente, sino de aquellos que se te clavan en las entrañas. Me sorprende que ni siquiera hubiera nominación al Oscar para él en un año que tampoco es muy pallá. Frente a él debemos destacar a Harvey Keitel, que encarna a un Judas de pocas luces y muchas ganas de creer, que pasa de escéptico a el mayor de los zelotes a medida que pasan los minutos, para traicionar y sentirse traicionado en su desenlace. De resto del elenco, quizás destacar la improbable elección de David Bowie como Poncio Pilatos, que llama bastante la atención, aunque luego el resultado no sea óptimo.

Cualquier devoto católico tendrá sus problemas con esta película, obviamente. Presenta a un Jesús de Nazaret alejado del sereno hombre sabio de los Evangelios, poniéndonos a un hombre con dudas, pocas ganas de cumplir su misión y, en muchos casos, actúa más empujado por aquellos que tiene alrededor que por iniciativa propia. Además, se detiene en todas las parábolas y actos de los Evangelios a los que se les puede dar una explicación no divina y te cuenta una historia plausible de lo que podría haber pasado para luego tener ese relato en la historiografía. Lo más interesante es que todo ello se presenta a través de ideas serias, argumentadas desde el punto de vista de un creyente con dudas de fe, y no a través de las provocaciones de un ateo convencido. Es decir, esto no es La vida de Brian, es un sincero intento de reflexionar sobre sus creencias y poner luz en sus dudas para así dialogar con todos los católicos del mundo. Evidentemente, el poner a Cristo como alguien que, de vez en cuando, va caliente y hace sus cositas (entre otras vicisitudes) enfadó a más de uno y más de dos y su estreno trajo buenas dosis de polémica (boicots a los cines, algún incendio, manifestaciones…), sirviendo de buena publicidad para su estreno.

Quizás lo más destacable es la “última tentación” SPOILER (si, hay que hacer el aviso), en la que Scorsese hace un jlorioso ejercicio de “Qué pasaría sí…” sin avisarte y da lugar a un desenlace rompedor y convincente. Es que, si no conoces el final correcto, lo compras con patatitas, incluso cuando consigue el arreglo de tener una relación abierta con Maria Magdalena y su amiga, además de librarse de morir en la cruz. Por suerte, al final se nos indica que esa era la tentación que le ofrecía el Diablo y, entonces, se hace un giro para poder explicar el desenlace real, con el que Jesús traga sin estar del todo de acuerdo. FIN DEL SPOILER. En fin, que una reflexión muy bien tirada que te deja pensando y da pie a un buen debate posterior sobre el papel de la fe, el proceso de divinización y la necesidad de creer, la aparición de los fanáticos de una idea y, sobretodo, la necesidad (o no) de morir por lo que uno cree.

El mayor problema que le encuentro a esta película es que es necesaria una fuerte instrucción católica para apreciar todos los matices y los mensajes que se dejan caer a lo largo del metraje. Yo me he criado en España y he ido toda la vida a un colegio de curas, por lo que se me ha inculcado la cultura católica por todos lados, siendo para mi casi como cuestiones de “cultura general”. Si fuera, no sé, una veinteañera de Nanking, probablemente no pillaría las sutilezas con las que Scorsese cambia los diálogos y las situaciones para “pervertir” el mensaje divino, o matizar algunas cuestiones que son básicas para el catolicismo. Después de todo, La última tentación de Cristo es una película de un católico con un mensaje para católicos; aunque esto no impide que un “profano” pueda apreciar el buen trabajo que hay detrás.

Con La última tentación de Cristo, Scorsese abandona el cine de mafias para deleitarnos con una pantagruélica recreación de la vida de uno de los personajes más importantes de la humanidad. En un ejercicio de estilo al alcance de pocos, utiliza un punto de vista inusual (y algo blasfemo) para dar una vuelta de tuerca muy bien pensada en muchos aspectos de una historia que conocemos todos. Un Willem Dafoe en estado de gracia y unos diálogos precisos, repletos de dobles lecturas, harán las delicias de todos aquellos que gusten de su metraje. Puede hacerse algo pesada y tocar las narices a más de uno, pero a grandes rasgos es un ejercicio de estilo espléndido que da pie a cine-fórums de un buen puñado de temas.

 

Nota: 8

Nota filmaffinity: 7.0 

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