lunes, 1 de enero de 2018

Batman y Robin

Si bien ya hemos visitado el horterismo del cómic en Flash Gordon, la espectacular insistencia en atentar contra el buen gusto y su incapacidad para ser autoconsciente de ello mientras despilfarraban un buen puñado de millones hace merecedor a Batman y Robin para aparecer dentro de este blog.


Supongo que primero debo aclarar que le tengo mucho cariño a la figura del héroe del murciélago. No en vano, el Batman de Tim Burton es la primera película que tengo consciencia de haber ido a ver al cine. De (muy) pequeño era un gran fan del Batman de Adam West y, por lo que cuentan mis padres, me puse TAN pesado con la peliculita que no tuvieron más remedio que llevarme. Pero bueno, al final me pasé media hora preguntando cuando salía Batman y luego no me gustó nada. Algunos años más tarde, no entendí apenas nada de Batman Returns pero me fascinó como pocas. Adolescente fui fiel a mi cita con Batman Forever, que revisito de vez en cuando como un placer culpable. Sin embargo, todavía recuerdo el cabreo con el que salí de ver Batman y Robin  en el cine. Creo que nunca había salido tan rebotado de una película y, desde entonces, no quise volver a acercarme a ella. Ni con un palo.

Este especial me ha servido como una oportunidad de exorcizar unos cuantos fantasmas, especialmente al darme cuenta de que la película de Joel Schumacher no es más que una adaptación super-vitaminada y super-mineralizada de la serie de los años sesenta: Acción de risa, malos que lo son sin motivo, gadgets bat-micos gratuitos, diálogos de besugos… ¡Lo único que le falta son los interludios con las onomatopeyas! Como en un capítulo cualquiera, B&R se embuten en trajes feos y tienen que enfrentarse al plan maligno de los malvados de turno que visten todavía peor que ellos. La única diferencia es que dura cien y no veinte minutos.


Hay películas que empiezan bien y luego se van hundiendo poco a poco, pero B&R empieza mal desde el principio, con una secuencia mostrando con todo detalle el relieve de los culos de las armaduras, los pezones en torsos hipermusculosos (de caucho) y un pobre George Clooney que no es capaz de moverse con la capucha puesta. Evidentemente, luego no remonta lo más mínimo, con una sucesión de escenas cada cual más avergonzante (el Comisario Gordon que parece salido de Agárralo como puedas, la Dark Visa de Batman, la creación de Poison Ivy y de ¿BANE? … y bueno, no sigo que esto es un no parar) para superarse todavía más encadenando unos treinta minutos finales de sucesos sin sentido que conducen a un final porque patata.

Sin embargo, B&R es una película que intenta molar. Mucho. Los guionistas han embutido la cinta con detalles destinados a captar la atención de los jóvenes del momento (finales de los noventa): Carreras clandestinas, adolescentes (aunque tengan 30) malotes, rebeldía contra la autoridad, féminas de armas tomar expertas en informática y un sinfín de comentarios pretendidamente graciosos para mostrar lo condenadamente molones que son todos los personajes. ¿realmente hacía falta que cada comentario de Mr. Frío tenga algo que ver con el hielo y cada uno de Poison Ivy sea “vegetativo”? Ni recordaba que eso que aparece por ahí era Bane y todo. Personajes molones convertidos en lamentables patanes, seres bufones y huecos que dan más rabia que otra cosa.


Evidentemente, con tantos elementos poochistas que se quedan desfasados al instante, el guión de la película se convierte en algo inexistente. Hay unos buenos, unos malos que aprietan fuerte los puñitos y ya, no hay espacio para más. ¿Tiene algún sentido meter a Batgirl más allá de tener una chica en el grupo?

Probablemente conscientes del engendro en que están participando, sus actores parecen entrar en una competición para ver quién hace su trabajo peor. Destacarían por su enconado esfuerzo los jóvenes Chris O’Donell y Alicia Silverstone, que no son capaces ni de gesticular como el más novato participante de una película porno. Clooney, Chuache, Thurman… ¡por lo menos parece que son capaces de sonreír y todo!
Pocas propuestas se han esforzado tanto por mostrar una Gotham tan exagerada e histriónica. Desde sus gigantescas estatuas imposibles, los trajes pezonales, sus punkarras malosísisimos, sus partidos de hockey o sus esbirros pasando frío porque… B&R recuerda en mucho a Flash Gordon, totalmente devorada en sustancia por sus intentos de molar. En él estriba, el único motivo por el que visionar este engendro. Tanta desmesura es meritoria.



Sin embargo, este regodeo no despide el encanto de la fantasía ochentera. Esta ingenuidad no tiene cabida a finales de los noventa, resultando en una película completamente fallida, rematando por muchos años una franquicia que no gozaba de muy buena salud. Recomendaría no verla, a menos que sea exactamente lo que queráis ver por razones que vosotros entendáis.

Npta: 1
Nota filmaffinity: 3.6

PD: Cuando Alicia Silverstone se presenta como “Batgirl”, Clooney le responde que eso no es políticamente correcto, que debería ser “Batpersona” o “Batmujer”. Estoy seguro de que intenta ser un chiste. ¿Alguien me puede explicar el sentido?

Publicada previamente en Cinéfagos AQUI


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