jueves, 9 de julio de 2015

El GRAN Lebowski

Mi cine favorito suele hacer un par de sesiones al mes de “remember” y nos permite gozar con grandes películas de ayer que nunca hubiera esperado ver en pantalla grande. Por ejemplo, ver Tiburón con los altavoces del cine atronando con gusto es una experiencia. El otro día se les ocurrió poner El Gran Lebowsky, y oye, siempre es buen momento para volver a ver a El Nota y sus amigos.


El Nota es un personaje como hay pocos. Cargado de carisma y vagancia, ha hecho del tocarse los huevos a dos manos un modo de vida. Su Notísima Notoridad ha llevado el arte de la procrastinación a límites insospechables, pues sólo sus excursiones a la bolera consiguen arrancar de él un esfuerzo consciente. Nada parece poder hacerle salir de una vida ideal, pero cuando un par de matones irrumpen en su casa y mean en su alfombra, decide que hasta aquí podíamos llegar: no va a descansar hasta que le compensen y conseguir una alfombra nueva.

La comedia más delirante se entremezcla con una intriga de film noir. Este elogio de la mediocridad contiene extorsiones, traiciones, errores de identidad, trapos sucios, mujeres fatales y tipos duros. Razones más que suficientes para embaucarnos y dejarnos arrastrar a través de las situaciones más incongruentes, un viaje increíble hacia ningún lugar y entretenerte en devaneos filosóficos a cargo de un grupo de perdedores paletos, pero tremendamente icónicos que ya hace tiempo entraron en el lugar donde residen los mitos.

Esta epopeya hilarante desprende el aroma psicodélico y libertario de los años setenta y constitute un jubiloso elogio del dilentantismo y el anticonformismo, un pícaro canto a los bolos, a la amistad incondicional y al uso más o menos razonable de hierbas prohibidas…La razón y la normalidad quedan en entredicho en las “lógicas” aventuras de unos personajes que, en su pateticidad, intentan salir adelante en una situación que, obviamente les supera y nada parece tener sentido.

El Nota, Walter y Donnie. Un improbable trío de protagonistas tan pasado de página que el Nota parece a veces el más cuerdo de todos. Todos tenemos un Nota que lucha por salir en nuestro interior. Walter es un calzonazos cabezota que siempre quiere tener la última palabra. Las discusiones de este pesado reconvertido al judaísmo son memorables. Donnie es un piltrafilla al que siempre mandan callar pero siempre está dispuesto a echar un cable. A su alrededor tienes a Turturro, los nihilistas, la feminista Julianne Moore… Se hacen entrañables.

Las incongruencias salpican casi cada segundo pero se suceden mediante los mismos mecanismos que hacen funcionar cualquier película de cine negro. Pervirtiendo así  cualquier lógica con una facilidad aplastante. El granito de arena (la alfombra inicial) se crece en cada escena y se convierte en una improbable montaña de realidad desternillante… sello de los Coen. El guión supone la enésima prueba del genio de estos grandes cineastas de Minnesota: te están liando durante más de dos horas con mil giros y con un argumento enrevesado que parece que no vaya a ninguna parte, pero no es así. Todo acaba con todos los cabos bien atados, y por qué no decirlo… el esperpéntico e irrepetible desarrollo es divertidísimo.

El ingenio con que está acometido el guión le dota de unos diálogos incisivos y ocurrentes, unas escenas exageradas que desbordan extravagancias y absuredeces, componiendo así un texto lleno de humor y una ironía deliciosamente malintencionada. Tiene la virtud de ser extrañamente atractiva. Todo parece puesto (por casualidad) en el lugar correcto para molar y clavársete en el fondo de la mente. Y EL NOTA. Es mi mesías y el de todo vago de corazón de cualquier rincón del mundo que posea unas chanclas, una cama, un televisor y un sillón, únicos requisitos para pertenecer a esta religión.

Para todos los casos de pequeñas depresiones, mi consejo es bien simple: Un buen visionado de El Gran LEbowski en los primeros síntomas y las sonrisas alegres aflorarán sobre los rostos como los caracoles tras la lluvia. De los sueños Notiles a las épicas partidas de bolos, de las peleas a bolazos a los diálogos de besugos. No hay desperdicio en una película que te permite descubrir un nuevo detalle tras cada nuevo visionado.

Tal como se extrae del epílogo del mostachudo cowboy Hickock, esta historia es una fuente inagotable de risas y lágrimas. Tan divertida y surrealista… como la vida misma.

Nota; 9
Nota filmaffinity: 7.7

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