Bien, pues ya me acabé el tercero de los
libros publicados en castellano del cínico comisario Ciaphas Cain, un hombre
que, a pesar de sus esfuerzos por esquivar el peligro y vivir con sencillez, se
ve empujado sin remedio a la fama y a la fortuna. Porque, lo quiera o no, el
comisario Cain está condenado a ser un héroe.
Últimamente no paro con los libros de risas,
y éste no ha sido menos.
Autor: Sandy Mitchell
Título original: The traitor’s hand
“Ciaphas
Cain y su regimiento de Valhallanos son enviados al planeta Adumbria para
reforzar las filas imperiales y repeler la invasión de las infectas fuerzas del
Caos. De cualquier modo, parece que Ciaphas Cain nunca consigue realizar sus
planes y, ahora, su deseo de permanecer tranquilo en la retaguardia se ha ido
al traste. Incluso para tratarse de las fuerzas del Caos, el enemigo se
comporta de una forma desconcertante. Cain debe desentrañar el misterio que
rodea a este extraño planeta, mientras sufre la intolerancia y la falta de
confianza que sus propios mandos de la Guardia Imperial sienten hacia él.”
Continúan las divertidas aventuras de
Ciaphas, esta vez luchando contra el Caos en un planeta mitad desértico, mitad
helado. Poco después de los sucesos de Cavernas
de Hielo, los valhallanos son enviados junto con otros ejércitos para detener una invasión del Caos. Ante la más que probable posibilidad de encontrarse
en situaciones donde su vida pudiera correr peligro, Cain abusa de su
influencia para intentar escurrir el bulto y mantenerse fuera de la acción,
pero con su acierto habitual, no hace otra cosa que meterse en la boca del lobo
una y otra vez. Las disputas entre los poderes del Caos que se producen en el
libro son algo inhabitual en la franquicia -no obstante, correctas en el
trasfondo-, lo que le da un extra de vidilla al libro. A esto hay que añadirle una conspiración contra el gobierno planetario, unos cuantos rituales malignos, tormentas en la disformidad y tiros por todos lados,
todo con un resultado bastante descacharrante.
En Cavernas
de Hielo encontrábamos una excesiva repetición de situaciones y una
historia floja que lastraba el resultado final. Sandy Mitchell ha tomado nota
de esto y lo arregla. Este libro tiene mucha viveza y ritmo, y la historia
entra con mucha frescura.
El tono de comedia irreverente se mantiene,
aunque encontremos bastante más acción que la habitual en la saga. Como en
las anteriores partes, el libro se plantea como una transcripción que hace la
Inquisición de las muy irrespetuosas memorias de Cain, con muchas notas al pie
y otros textos complementarios para que podamos contextualizar hechos, como si
de un libro “para escolares” se tratara.
El humor absurdo y las sobradas de los
personajes dominan el libro, que se mantiene con una trama correctamente
desplegada. La mayoría de gags están muy logrados e integrados dentro de una historia
que, sin ser estupenda, cumple con su función. La acción está bien llevada y la
variedad de situaciones ayuda a que el libro se pueda leer ágilmente.
El Comisario
Cain y Jurgen siguen siendo los
protagonistas indiscutibles, su carisma se mantiene intacto y aseguran un buen
montón de risas, especialmente por la habilidad de Cain para meterse en líos.
No obstante, encontramos un buen número de secundarios que ayudan a dar
frescura a la acción. Entre ellos destacan:
El Comisario
Belje, asignado a los tallarnianos -otro ejército desplegado en el planeta-.
Antiguo compañero de escuela de Cain. En aquella época era un chivato pelota y
ahora es un Comisario que sigue el protocolo con una fidelidad que sobrepasa
ampliamente la estupidez. Siempre dispuesto a ver lo peor de los demás, no
entiende el éxito de Cain y busca por todos los medios desprestigiarle. Sin
embargo, su incompetencia e incapacidad de entender que no todo el mundo piensa
como él provocarán su fracaso y un buen número de situaciones divertidas.
El General
Zyvan tiene el mando supremo de las tropas desplegadas y es un viejo amigo
de Cain. La relación entre ambos es sorprendentemente informal, lo que influye
en las reuniones de Estado Mayor, donde vuelan puñales e indirectas. Aparentemente es serio e inmutable, pero guarda un humor socarrón
siempre preparado para lanzar punzantes comentarios con muy mala idea.
La mano
del traidor no
tiene el efecto rompedor que tenía la primera parte, pero esta tercera
entrega de las aventuras de Cain es muy entretenida y graciosa, arreglando los
defectos que encontrábamos en Cavernas de Hielo.
No es que destaque por su profundidad, pero es un buen divertimento para
cualquier lector de la franquicia.
Esta saga se aleja -y mucho- de la habitual
seriedad de la franquicia, pero mientras siga consiguiendo hacerme reír de esta
manera, no dudaré en seguir leyéndola.
Nota: 7
Nota anobii: 4/5
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