miércoles, 13 de febrero de 2013

Guía del autoestopista galáctico (Douglas Adams)


Mira que tenía ganas de leer este libro absurdo y divertido como pocos. Tantas que lo he priorizado mucho dentro de la larguísima lista de “pendientes” que tengo. Buenas risas y reflexiones interesantes en un ambiente espacial. Divertido con ganas.

Título: Guía del Autoestopista Galáctico
Autor: Douglas Adams
Título original: The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy

“Un jueves a la hora de comer, la Tierra es inesperadamente demolidada para poder construir una nueva autopista hiperespacial. Arthur Dent, un tipo de lo más corriente que esa misma mañana ha visto como echaban abajo su propia cada, considera que eso supera lo que una persona puede soportar. Pero, desgraciadamente, el fin de semana no ha hecho más que empezar, y la galaxia es un lugar extraño y sorprendente. Arthur huirá de la Tierra junto a un amigo suyo, Ford Prefect, que resultará ser un extraterrestre emparentado con Zaphod Beeblebrox, un pirata esquizoide de dos cabezas que fue Presidente de la Galaxia, en la nave del cual conocerá al resto de personajes que lo acompañarán a lo largo de su periplo espacial: un androide esquizoide y una terrícola que, como él, ha logrado escapar. Gracias a esta ineludible aventura, Dent descubrirá muchas cosas acerca de la existencia, pero tal como aconseja la Guía del Autoestopista Galáctico, que no cunda el pánico.”

No se puede negar que el planteamiento de la novela es sugerente con ganas. Las reglas de la lógica humana saltan por los aires desde un primer momento y el conjunto de las historias que pasan destacan por su alocado y delirante planteamiento.
Hay que recordar que esta novela se diseñó y presentó desde un inicio como historia radiofónica, por lo que recomendaría encarnecidamente escuchar el audio-libro correspondiente, especialmente en su versión original, si es posible. No obstante, el libro es igualmente divertido.

Para narrar la historia se sigue un sistema de capítulos relativamente inconexos entre sí pero que conforman una historia más o menos concreta donde los personajes son capaces de cambiar y evolucionar. En todo momento mantiene una frescura inclasificable donde, realmente, nunca sabes qué puede ocurrir a continuación pero que, de alguna manera funciona de un modo -retorcidamente- lógico.

Aunque pueda parecer muy casual, la novela está muy pensada y cada aderezo está trabajado y tiene un motivo para estar allí. Adams reflexiona sobre muchos temas importantes -la existencia de Dios, la mejor forma de Gobierno, las “graciosidades” de la burocracia, el uso de la poesía como forma de tortura o la importancia de tener siempre una toalla a mano-, temas que van deslizándose entre chistes y momentos absurdos bien encontrados. Eso sí, espero que ninguno se lo tome como verdades absolutas o intentos del autor de venderlas como tal, pues Adams busca más el humor que la verdad. No obstante, sí se toma una única pregunta en serio durante todo el libro. Es la más importante, la pregunta última, la concreción del todo, la que marca el sentido de la vida y que se ve respondida de una manera impecable e inolvidable, totalmente icónica.

Los carismáticos personajes han sido mil veces imitados y, realmente, tienen su qué.

El protagonista es Arthur Dent, un típico inglés -con batín incluido- con una vida muy tranquila y sencilla que un buen día se encuentra que no sólo su casa sino todo su planeta ha desaparecido. En un primer momento no hace otra cosa de alucinar con lo que le ocurre y, poco a poco, va descubriendo un nuevo mundo con una mezcla de miedo y curiosidad. Torpón y desastroso, pero siempre optimista e intentando salir adelante, este entrañable personaje ha sido imitado bastantes veces en otras obras, como por ejemplo me vienen a la cabeza John Crichton (Farscape) o Fry (Futurama).

Le acompaña en su viaje Ford Prefect, un autoestopista galáctico que se quedó atrapado en la Tierra. Arthur creía inicialmente que sólo era un vecino excéntrico, pero luego descubre que esconde un buen puñado de secretos. Su mentalidad es muy pragmática, pero siempre con un deje alegre divertidamente exasperante. Avezado explorador del Universo, sirve de guía de Arthur en su viaje.

El tercer personaje en liza es el pasadísimo de vueltas Zaphod Beeblebox, un “hombre de mundo” que se ha dedicado a multitud de cosas durante su vida y, después de ser el humanoide más buscado del Universo, ha llegado, de alguna manera, a ser el Presidente de la Galaxia. Es alguien imprevisible, bastante esquizoide y alocado, dado a unos cambios de humor impactantes y que se mueve en la extraña frontera entre alguien que simula ser un atontado para que los demás se confíen pero en realidad es inteligente, alguien que es un atontado de verdad o alguien que se hace el atontado porque no tiene ganas de pensar. Es todo un hombre de acción que a veces no sabes si se dedica a improvisar o si lo tiene todo planeado, pero actúa con un aura de carisma arrolladora, cargando con los mejores chistes del libro.

El humor absurdo reina por doquier. Hay veces que el nivel de histrionismo es tal que cuesta seguir el ritmo. Misiles nucleares que se transforman en ballenas, torturas a base de poesía, ratones pangalácticos… Todo un festival en el que encuentras referencias a muchos temas y con unas cuantas escenas icónicas que han marcado época. Todo el proceso de respuesta a la Pregunta Más Importante es delirantemente demencial.

El libro es muy, muy divertido, y estoy seguro de que cualquiera podrá echar muy buenas risas con él. Lo recomendaría especialmente para aquellos avezados en la ciencia-ficción, que reconocerán muchos más detallitos y disfrutarán aún más con él. Es un libro icónico, de los que han marcado época merecidamente y que da ganas de seguir leyendo (y riendo) sin parar.

Nota: 9
Nota anobii: 4/5

3 comentarios:

  1. Ei Dani, creo que tendré que apuntar este libro a mi larga lista de pendientes.

    como siempre, gracias por tus interesantes comentarios!!

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  2. Es de los "obligatorios", jeje.

    Gracias por pasarte y comentar!

    Mt

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  3. Lo terminé ayer y me quedé a cuadros. Creo que la parte con la que más disfruté fue la tortura poética y la reacción de Arthur. Aunque como dices en el post, no da descanso, es una situación loca detrás de otra.

    Un abrazo.

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