Libro
leído como parte de la Cesta’13 (#71). Si no, no creo que me hubiera acercado
en modo alguno.
Título:
Niño de aire
Autor:
Blanca Marchesi
“El sentido de las palabras, que
es el alma de la escritura, así como la letra del texto es el cuerpo en que
sustenta toda la obra. Se trata de una novela de intriga, de misterio, que
discurre a través de relatos de amor y algunas referencias a temas históricos,
en una casa encantada en Oxford, la ciudad inglesa de la cultura, en la que se
refugia la protagonista, sumida en una crisis matrimonial, y en la que inicia
una relación de amistad con un anciano que terminará por desvelar el enigma que
da pié a esta novela. La tensión es absoluta desde la primera hasta la última
página que hará al lector incapaz de despegar su retina del texto
inevitablemente absorbido por la trama de esta obra hasta su final. Su autora
se adentra en infinidad de géneros con un resultado delicioso, con un lenguaje
tan sencillo como eficaz y sin alardes de barroquismo ni defectos de formación.
Es, en fin, una novela
cinematográfica, al mas puro estilo de un best seller, digna merecedora de esta VI Edición
del premio Literario Fernando Arenas.”
El
planteamiento es simple, muy reconocible por todos: una familia vive en una
urbanización tranquila de Madrid pero, por circunstancias, tiene que irse a
vivir a Oxford. Ahí empiezan una serie de problemas derivados de mudanzas y de
la obligación de trasladarse a un nuevo hogar en el extranjero: Adaptarse a una
nueva cultura, el choque idiomático, echar de menos a los amigos, algún que
otro lío cultural… Sin embargo, con un poco de buena voluntad de unos y otros,
vecinos entrañables y esas cosas, todo se va resolviendo agradablemente.
Tensión, lo que se dice tensión, el libro no tiene demasiada. El resumen de
contraportada engaña “un poquito”.
La
cosita especial del libro es que la casa donde habitan está encantada: tiene un
fantasma. Pero no es un espectro amargado que arrastre cadenas, quiera vengarse
de un asesinato sangriento o haga la vida imposible a sus habitantes, no. Es un
fantasma muy bueno y muy adorable que se ha quedado entre este mundo y el otro.
Así, será tarea de la protagonista – y el mayor enigma del libro – encontrar el
modo por el que vaya por fin al más allá. Todo en un ambiente muy tierno en el
que todos se quieren mucho y hacen lo que sea por hacer la vida de los demás un
poco más agradable.
Niño de aire es un poti-poti de géneros un poco raro, que no se decide por qué quiere ser, dando sensación de falta de empaque. No obstante, no exige nada y se lee sin ningún esfuerzo. Además, como está poblada de buena gente a la que les pasan cosas de buena gente, sabe dejar el alma calentita. A fin de cuentas, problemas con los que todos podemos identificarnos que se resuelven agradablemente con un poco de esfuerzo y colaboración. Un detalle inusual y algo entrañable es el punto de vista MUY católico de todos los personajes. Se nota la religión que profesa la autora, impregnando de modo muy característico el carácter de todos.
Asimismo, la historia del fantasma bueno tiene su punto de ingenio. Hace las cosas que esperaríamos de él: Mover sillas, provocar ruidos, etc. Pero siempre lo hace intentando ayudar, facilitando la vida de los habitantes de la casa. Así, estos lo acaban tomando como un duendecillo amable, una característica más de la casa que la hace más cómoda y entrañable. El flashback posterior para explicar su pasado y la correspondiente resolución se pasan de predecibles, pero bueno, había que acabar la historia de algún modo.
Niño de aire se
puede leer en dos tardes. Letra grande, prosa ligera y trama sencillita para
ventilártelo en un par de tardes reposadas. No exige nada, ni destaca en
exceso, pero de vez en cuando sienta bien leer historias de gente normal que
desprenden felicidad.
Nota: 5
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