jueves, 27 de abril de 2023

Shang-Chi y la Leyenda de los diez anillos

Y de peli de súpers a peli de súpers. Ésta fue la primera película de Marvel que vi sin tener ni idea de qué iba su personaje. Sí, sabía que Marvel tenía a uno que se llamaba Shang-Chi, pero más allá de que existía, no conocía nada de su imaginería.

Para Shangh-Chi y la leyenda de los diez anillos, Marvel se deja de complicaciones y nos muestra una película de origen canónica, presentándonos al protagonista y cómo deberá aceptar su destino. Nuestro héroe tiene su vida apocada de humano estándar, encontrará sus poderes, algunas historias del pasado y un primer malvado que definirá el futuro de su historia. En este caso, tenemos al Mandarín. No al de Iron Man III, sino a un verdadero jefe de las mafias orientales, con sus conocimientos de artes marciales chupi-místicos y tal.

Se podría afirmar, con pocas dudas, que Shang-Chi intenta hacer la misma jugada que Marvel hizo con Pantera Negra, pero con el público oriental. Se cogen todos los tópicos que tiene Hollywood para representar su idea de “chino”, se meten en una coctelera y se ordenan con algo parecido a una historia. Podría ser la enésima patochada desnortada que hemos visto mil veces, ofendiendo a todo el mundo que tenga un mínimo conocimiento de lo que se habla, pero en este caso, sorprende al demostrar cierto respeto y cariño por lo que se está representando. Otra cosa es que se ajuste a tus gustos, pero la estética, la música, la mitología… están mostrados sabiendo de lo que se habla. Es decir, Marvel se ha molestado en documentarse con nativos en vez de tirar de Wikipedia. Sólo con ver la cantidad de personajes que hablan en chino y no en “inglés con acento”, se puede hacer uno la idea de que hay ganas de hacer las cosas bien.

A grandes rasgos, puede que la película no invente nada, limitándose a imitar el canon establecido en las muchas películas de origen que se han hecho en el pasado, pero tiene un buen puñado de hallazgos interesantes.

Empezamos por sus dos protagonistas. Primero, la revelación de Simu Liu, o cómo pasar de ser el “oriental” de las fotos de stock a un súper-héroe de los gordos con una facilidad insultante. Encarna al personaje a la perfección, tanto cuando tiene que interpretar como cuando le toca dar ostias, todo ello aderezado con el cachondeíto que el propio actor genera en las redes sociales. Se nota que lo ha gozado todo con ganas. Su contrapartida es la polifacética Akwafina, que hace las veces de alivio cómico (calcadita a Happy de Iron Man) con toneladas de carisma y una secuencia de entrenamiento de lo más hilarante. Refleja muy bien la reacción que tendría una persona “normal” al ser arrojada al mundo superheróico sin mirar atrás, con bastantes escenas descacharrantes. No se puede decir lo mismo del resto de personajes, con Michelle Yeoh y Tony Leung muy desaprovechados, además de un Ben Kingsley que se acerca peligrosamente a la vergüenza ajena.


También hay que añadir lo entretenida que es la película. No dejan de pasar cosas a un ritmo muy vivo, con lo que se hace difícil aburrirse. Como género, se aleja un poco de la acción que estamos acostumbrados, acercándose con muy pocos complejos al wuxia, haciendo especial hincapié en las artes marciales y las luchas a tortazos. Podríamos decir que estamos en una película de Jackie Chan superdopada, con patadas voladoras, puñetazos imposibles y acrobacias estrambóticas. Hay que destacar (y mucho) la fisicidad de la escena del autobús, la fumada de la pelea en los andamios y la excentricidad del torneo clandestino. Todo ello se adereza con un gran cuidado en la paleta visual, que hace que todo lo que veamos sea muy bonito. En Marvel no se ha explotado mucho la imaginería oriental y aquí se les nota ganas de aprovecharlo a tope.

Como nota al pie, me hace mucha gracia cuánto se remarca que los Shang-Chi no quiere matar y huyó de su padre para no hacerlo, pero a lo largo de la película lanza al vacío a una decena de secuaces “y no pasa nada”.

Y bueno, vamos también a sus defectos. El principal estriba en que sigue el canon de una película de origen con tanto academicismo que deja una gran sensación de “ya visto”. A grandes rasgos, puedes predecir qué va a ocurrir en cada momento y cuál va  a ser el siguiente girito de guión para hacer avanzar la historia. Aquí Marvel no ha querido complicaciones y ha aplicado la “fórmula Marvel” sin apenas modificiaciones, con lo que se desluce la frescura del conjunto.


Esto también afecta al desenlace de la película, con la manida “superbatallafinal” que no puede faltar en una película de este tipo. Aparte de que ya lo tenemos muy visto, vuelve a ocurrir que la pirueta argumental para provocarla es un tanto forzada, casi porque debe haberla. El resultado es un final insípido. Muy bonito y con muchas lucecitas, sí, pero al que ya estamos demasiado acostumbrados.

No voy a comentar todo el asunto del Mandarín de Ben Kingsley, que con lo poco que me gusta su actuación en Iron Man III, aquí es todavía más esperpéntico.

Shang-Chi entra dentro del MCU en un momento en que parecen estar simplemente expandiendo universo y poniendo piedrecitas por aquí y por allá, que ya veremos si usarán en un futuro. Supone una exploración del mundo místico desde un punto de vista distinto del que ofrece el Dr. Extraño, con el que quizás se juntará (o no) en un futuro. Se agradece una película bastante autocontenida (más allá de un par de cameos) que se puede ver sin tener en cuenta todo lo que viene detrás. Hecha quizás con demasiada idea de hacer gracia a un sector concreto del público sabe dar un pequeño cambio de género sin salirse del carril.

Su independencia respecto al resto del MCU provoca que tengamos una película de origen genérica. Es entretenida, tiene buenas escenas de lucha y un par de protagonistas con mucha gracia. Todo el aparataje visual es deslumbrante y promete ser la puerta de entrada a una sub-trama que ya veremos si explotan. No obstante, padece de ser demasiado parecida a otras propuestas del mismo estilo, especialmente con su insulso final que diluye el interés que pudiera tener en un principio.

 

Nota: 5

Nota filmaffinity: 6.2

 

 

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